Mírate a ti misma perdida en el amanecer huir del sol.
Mírate perdiendo tu reflejo de plata, tu fulgor de nieve, tu halo de hermosura.
Mírate acabar perdida por entre un cielo que deslumbra luz dorada.
Un cielo que no es ya tu cielo de plata azul.
Que no tiene tu recogimiento, tu romanticismo, tu espiritualidad.
Mírate luna un día más cómo el sol te echa del firmamento.
Cómo los hombres dejamos de verte.
Cómo tus sombras, tus penumbras, tus misterios, desparecen tras de ti.
Y mira como queda todo expuesto a la cruda luz del día, a la cruda luz del sol que no engaña, donde nada puede esconderse y todo es verdad.
Mírate perder el territorio de tus incertidumbres, tus dudas, tus desasosiegos, el territorio de tu amor.
Mírate claudicar cada mañana y abandonarnos si decir palabra, sin ninguna explicación.
Como si tu fracaso fuera nuestro fracaso, como si tu huida fuera nuestra perdición.
¿Regresarás luna?
Te pregunto.
Y no me respondes nunca.
Es triste quererte tanto y no tener nunca respuesta de ti, ¿sabes?
¿Lo has pensado?
Porque yo te quiero luna, ya lo sabes, pero por si no lo recuerdas te lo repito.
Te quiero y espero siempre cada día al atardecer que llegues junto a mí.
Para curarme las heridas y sentir tu tacto puro sobre mi alma herida.
Tu tacto que todo lo cura, que todas las heridas cicatriza.
Tu tacto.
Ese bálsamo de amor.
el paseante
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