Te vas marchando navidad, me da pena, como cuando era niño, que te vayas.
Eres tan entrañable y tierna, tan dulcemente infantil que me acaricias el alma como si fueras de seda.
De encarnada seda que me recubriera todo y me adormeciera, cantándome un villancico que es como una nana.
Navidad, querida navidad, te voy a echar de menos.
Y qué pereza me da luego quitar el belén, y el árbol, y los adornos, y que se terminen el turrón y las reuniones familiares, y que el roscón se acabe.
Me produce tristeza tu partida porque cada año pienso que vienes a quedarte para siempre, y que siempre vamos a estar de vacaciones y siempre va a haber buenos sentimientos, pero al final te vas y me dejas desilusionado como un niño que apenas ha tenido tiempo de jugar con los juguetes que le trajeron los reyes magos y tiene ya que regresar al colegio.
¿Qué sería de mí sin ti navidad?
Yo creo que este invento de por aquí abajo no habría quién lo soportara si no hubiera navidad, es el mejor remedio, la terapia más completa y duradera, además sólo hay que repetirla una vez al año, es suficiente, como una cura anual.
Se nos limpia el alma y queda como lavada después de la navidad.
Navidad, esa ducha de ilusión...
el paseante
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