La Gran Vía es New York, ¿verdad?
Vengo hasta mi casa de los arrabales caminando, cruzando todo Madrid, hace una noche preciosa, más primaveral que de otoño, una noche de temperatura muy suave, Madrid se extiende ante mí como una mujer hermosa, tendida, esperando que la posea, engalanada toda de luces y adornos, punteada de estrellas, llena de gente que va y viene sin destino por el placer de pasear, de contemplar tanta belleza que se presenta ante sus ojos como una dádiva que nos da Madrid.
Madrid es más que New York, es más que New York porque es cercana, cariñosa, sentimental, el alma de Madrid es toda cercanía, cariño y sentimiento, y más en estas fechas en las que se acerca la navidad.
Recorro Madrid, cruzo sus grandes avenidas, me fijo en el derroche de luces, de bombillas que parpadean para mí, espectáculo único, constelaciones de estrellas, galaxias perdidas, lejanas lunas, asteroides, planetas, todos brillan en la noche de Madrid, y desde el cielo me habla la ciudad y me dice: bienvenido de nuevo a tu casa, ésta será ya por siempre tu casa, bienvenido a Madrid.
Te quiero Madrid, Madrid mi amor.
Tus calles son el mapa sentimental de mi vida, en tus rincones he vivido mis triunfos y fracasos, mis afanes, proyectos, quimeras, ilusiones, desesperaciones, el amor, la amistad, el sentimiento, en tus largas avenidas ha flotado el alma noctámbula de mi juventud, en tus cafés a la luz del atardecer he aprendido a conversar, a escuchar, a ser feliz.
En tu aurora, en tu cielo, en tu lluvia fina o torrencial, en tus nieves de la infancia, en toda tu climatología se ha ido curtiendo mi alma de niño, en ti me he hecho adulto, me he ido haciendo mayor, y ahora me voy despojando de todo y vuelvo a ti con la ilusión de aquel niño que al Metro lo llamaba tren y que se dormía en los cines de la Gran Vía viendo Peter Pan.
Madrid, espera, aún no es tarde, tenemos una cita pendiente cada atardecer, tú me llamas para que vaya en tu búsqueda y me pierda en tus calles, tú me quieres brindar tu beso de amor cada tarde y yo no voy, me quedo en casa contempládote desde la lejanía toda punteada de torres, espléndida de luces, hermosa de pasión.
Y al volver a casa te dejo atrás, te doy la espalda, doy la espalda a todo mi pasado, a todo el que fui y al que hasta aquí ha llegado, abro la puerta y sale el perro a recibirme, y Madrid queda atrás en el sentimiento, mi New York doméstico y diario, mi gran manzana de tentación, de pasión sosegada, de muda emoción.
Madrid, te quiero.
Madrid, mi amor.
el paseante
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