martes, 27 de diciembre de 2011

La película de la semana. El Gatopardo.


"Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie".

Bueno, es como recomendar leer El Quijote, una obviedad, al igual que El Quijote, El Gatopardo debería ser algo obligatorio en la escuela.
Visconti, Luchino Visconti, se sumerge en su propio mundo, la aristocracia italiana, tomando como base la novela del Príncipe de Lampedusa.
Deliciosa ambientación, maravillosos actores encabezados por Burt Lancaster, Claudia Cardinale y Alain Delon, en los papeles protagonistas.
Sur de Italia, calor, mucho calor, pleno verano, Sicilia, el príncipe de Salina y su familia se van de veraneo a su palacio de Donnafugata, son los momentos del Risorgimiento, de la unificación italiana, de Garibaldi, en torno a 1860.
Al príncipe le pilla la proclamación del nuevo reino de vacaciones, aislado.
No importa, hasta ese recóndito rincón del sur de Italia se apresura a llegar un representante del nuevo régimen, un alto funcionario, va a visitarle y le ofrece ser senador.
Entonces el príncipe, declinando el ofrecimiento, le dice la famosa frase:
"Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie".
Un clásico de la fraseología moderna que hizo reparar en la novela de Lampedusa llevándola a la fama.
La luz, el color, la interpretación, los escenarios naturales, los interiores, los diálogos, el vestuario, la puesta en escena, todo es insuperable. Es, simplemente, una obra de arte total.
La banda sonora es de Nino Rota, y contiene un vals inédito de Giuseppe Verdi.
El vals suena entre otras piezas memorables al final de la película, durante el baile que tiene lugar en un palacio de Palermo, en el cual toda una sociedad parece entregar el relevo a otra, a la burguesía, que llega para ocupar el lugar de la aristocracia.
El baile está filmado sin interrupción, es decir, durante los 20 minutos que dura, Visconti colocó las cámaras, dió instrucciones a actores, figurantes, y al equipo de filmación, y se retiró a ver desde fuera como el baile discurría con toda naturalidad, es como si se hubiera filmado un baile real.
Me acordé esta semana de esta película porque comprando lo vinos para la cena de nochebuena me topé con un anaquel lleno de botellas de vino de Marsala, y me acordé de otra frase del príncipe de Salina en la cual dice que nadie se va a conformar a beber agua después de haber probado el vino de Marsala.
Pues bien, eso pasa con esta película, igual que con el vino de Marsala, una vez vista es difícil volver a beber agua...
el paseante



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