Se acabaron las rosas del jardín, se marcharon hace tiempo todas, se marchitó su hermosura, desaparecieron, ¿dónde van las rosas cuando desaparecen?, ¿hay un cielo para las rosas?, espero que todas estén en el cielo siempre vivas, siempre hermosas, que en el cielo siempre sea primavera, y brille el sol, la ilusión y el amor, y que allá arriba estén esperándonos todas las rosas del mundo.
La última rosa del jardín ha llegado hasta el invierno, pura, hermosa, inmaterial, esencial en su belleza de concepto, bella en su esencia de idea, suspendida del cielo gris del invierno, resite las primeras nevadas solitaria, resiste la partida de las otras rosas sus compañeras, resiste el viento del norte, las noches de cristal, la luna afilada como un cuchillo, el sol que apenas calienta ya.
Compañera de las estrellas por las noches, eleva su pensamiento hasta las lejanas galaxias del firmamento, donde pronto estará brillando como una estrella más.
La última rosa que parece depedirse de mí para siempre a cada momento, recordándome con su belleza inmaculada la fugacidad de todo, la fugacidad de la vida, el eterno retorno, la vuelta a empezar.
Compañera de ella, otra rosa vendrá a ocupar su lugar la próxima primavera y me adormecerá al atardecer con su deliciosa fragancia, con su perfume de flor que hace respirar la esencia del amor.
Te quiero rosa y siempre te llevaré en mi corazón,
el paseante
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