Recorro Madrid montado en mi blog como si fuera montado en una moto, acelero, freno, adelanto, espero pacientemente en los semáforos, cedo el paso, respeto los pasos cebra, soy un conductor prudente y entrenado, con todo, a veces, corro algún riesgo, acelero más de la cuenta preso de la emoción de la velocidad, me meto por direcciones prohibidas por el placer de acortar trayectos, aparco donde no debiera, me subo por las aceras si hay mucho atasco, en lugar de utilizar el claxon chillo a los conductores y a los peatones imprudentes, escapo de los guardias como puedo para que no alcancen a ver la matrícula y me multen, bueno, lo típico de un conductor avispado de moto, digo de blog, como soy yo.
Casi siempre llevo casco, casi siempre... y es que me agobia los pensamientos tener el casco oprimiéndome la cabeza, el cerebro, la mente, que todo viene a ser lo mismo.
Si me quito el caso soy más prudente de lo habitual por si acaso, la vida es, ante todo, el mayor bien, lo primero a preservar, la propia y la ajena.
También digo algún piropo desde la moto, quiero decir desde el blog, perdón, a veces me confundo, y cuando los digo acelero para no pasar la vergüenza de que me contesten, lo que nunca digo son cosas feas a nadie, si alguien me insulta o me hace alguna faena solamente le llamo maleducado, sé contenerme, aunque a veces me cuesta mucho, y a veces también exploto, pero siempre me arrepiento después.
El aire fresco de cada mañana me da en la cara cuando salgo a pasear con mi blog, y los pensamientos se me refrescan y el alma se expande por la ciudad como si fuera un acuario lleno de luz en lugar de agua, y me deslizo, nado, nado, nado, vuelo, vuelo, vuelo, y contemplo todo pasar desde mi mirada veloz que todo lo quiere comprender y nada lo entiende totalmente, y trato de explicarme la vida de alguna manera cada día y de transmitíroslo por si os sirve.
Y voy pasando en la vespa del blog al lado de todo, y las cosas, las personas, los animales, las plantas, los mares, los rios, las montañas, los volcanes, todas las estrellas, el sol y la luna, todo me sonríe al pasar y dicen: mirad aquí llega ya el paseante como cada día a contemplarnos con su fugaz mirada de halcón que todo lo ve y todo lo penetra hasta ver su esencia, la esencia que para todo va creando el paseante, mientras recrea el mundo cada día, su mundo, y nos lo ofrece a todos nosotros, fresco y puro como una botella de leche recién ordeñada que nos dejara el lechero en la puerta de casa.
Soy el lechero de las ideas.
El motorista de las ensoñaciones.
El paseante del mundo.
Cada día ordeño la realidad, la embotello y os la dejo en la puerta de vuestra casa.
Cada día ordeño la realidad, la embotello y os la dejo en la puerta de vuestra casa.
Besos,
vuestro paseante
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