miércoles, 14 de diciembre de 2011

Madrid y los libros.

Pío Baroja.


Madrid es ante todo un escenario literario, es a través de la literatura como Madrid se constituye en ciudad, a través del pensamiento, la descripción, la reflexión, llega Madrid a ser, a través de los grandes autores, ciudad, de no ser por ellos no tendríamos hoy esa segunda lectura de Madrid que ha sabido hacer la literatura, descubriendo su esencia verdadera.
Y son dos, sin duda, los autores principales que dan carta de naturaleza literaria a Madrid, Galdós y Baroja.
Resulta curioso que sean dos autores no madrileños los que mejor reflejen la esencia de la ciudad, esencia que hoy perdura, esencia intangible, no contingente, no sometida a circunstancia alguna, que ambos captaron y que vivirá ya por siempre.
Y dos son las obras de referencia, como no, claro, Misericordia y La Busca, novelas de penurias, grandes reflejos de los rincones, oscuros y luminosos, del alma humana, iglesia de San Sebastián con sus dos puertas en la primera, y arrabales del río Manzanares en la segunda.
Dos obras tejidas con el hilván perdido con el que la vida va dando sus puntadas.
Después vendrían Barea y el ilusionado y revolucionario Lavapiés de la preguerra, y Aldecoa, por supuesto, con sus cuentos de la postguerra, breves fragmentos de la desolación.
Y la ciudad quedaría ya terminada en el universo perfecto de las ideas perfectas, acabadas, redondas ideas que ruedan por las calles de Madrid desde entonces, y que ve el paseante atento a su paso, ideas que iluminan la ciudad con una luz de farola de gas por las noches y de aire de fiesta cada mañana.
el paseante

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