Y al amanecer siempre hay perdida en el horizonte una última nube solitaria que no se quiere marchar, espera el día sobre la alta cima del Guadarrama, espera algo, no sé bien qué, a veces pienso si me espera a mí, si me quiere tal vez llevar con ella a su más allá de agua y éter, a su inmaculada pureza, a su delicada y vaporosa hermosura de algodón, a su evanescente reflejo de luz, a su tornasolada perfección de cosa que se acaba, de concepto que se desvanece, de idea que no existe, y mi pensamiento vuela tras de ella, y queda agarrado a su contorno mientras éste desaparece y se vuelve nada en el azul iluminado por el sol de la mañana, entonces despierto de su hechizo y me digo si todo fue un sueño o si verdaderamente la nube me quería llevar con ella, y me pregunto si algún día de verdad me llevará y si volveré o no volveré jamás.
el paseante
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