Las aventuras de
Pumby. Diario de un niño franquista. El coche de papá.
Era un niño franquista, no me importa reconocerlo, un niño es siempre inocente, fui un niño
franquista involuntario, ahora me doy cuenta, nadie me obligó a ser franquista
en realidad, el franquismo estaba ahí y yo estaba dentro, simplemente, como un
pez dentro de la pecera, bebía del agua del franquismo porque era la única agua
que conocía, no sospechaba que podía haber otras aguas, otras peceras, y beber
había que beber.
Blub, blub, blub, respiraba dentro de la pecera, no me
asfixiaba, claro, era lo único que conocía, es como lo del mito de la caverna
de Platón, yo sólo conocía las sombras y pensaba que ésa era la única realidad,
no sabía aún que las sombras eran proyección de la realidad, no había aún
salido de la caverna, tampoco sabía que existiera tal caverna y que yo
estuviera dentro, como en la película El show de Truman, así fue mi infancia,
el franquismo fue eso, como el show de Truman en todo un país, todo estaba
preparado como en un gigante live show.
Me acuerdo ahora perfectamente de mi infancia, la edad tiene
estas cosas, no me acuerdo de lo que he comido hoy y me acuerdo de Pumby, de la
señora del collar de perlas y de las pastas llamadas de perro.
Un mundo que en el recuerdo parece irreal, un mundo
pretérito, como una prehistoria anterior a la era Internet, los teléfonos
móviles y el whatssap, un mundo de lápices y papeles, teléfonos de baquelita
con dial y televisión en blanco y negro con sólo dos cadenas la uno y la dos.
Con Franco vivíamos mejor, no lo sé, yo viví muy bien, desde
luego, tenía un buen nivel de vida, esto suena un poco chulo, como prepotente,
pero es verdad, es cierto, papá tenía un buen trabajo, ganaba bastante dinero,
mamá era la mejor educadora, cuidadora, psicóloga, cocinera, la más guapa, la
más cariñosa.
No sé si contar esto será impopular pero con Franco nosotros
vivíamos muy bien, no se pagaban impuestos, papá nunca hacía declaración de la
renta, cuando hubo que hacerla un amigo se la hacía y era todo falso, bueno,
espero que después de esto no le hagan una paralela, ya han pasado más de 40
años, teníamos un Seat 1430 tapizado en terciopelo gris y con reposacabezas,
motor 1.600 Fiat, aquello iba como una bala, superconfortable, un lujo, y
veraneábamos cada año en una playa diferente de España, también teníamos un apartamento en la Sierra, bueno, lo dicho, vivíamos bastante bien, y en casa se comía
de maravilla, eran todo productos naturales no como ahora que todo es
transgénico, la leche era leche fresca, los tomates eran tomates y los pepinos
eran pepinos, también tengo que decir que las lechugas eran lechugas, esto es muy importante, y traían
una carne de Argentina que era exquisita, había sifones y yo bebía vino con
agua, menudo borracho, y un corto de cerveza en los bares, ahora un niño no
toma nada de eso, eran otros tiempos, iba siempre de pantalón corto hasta en
invierno, el pantalón corto en invierno era de pana, ésa era la diferencia,
luego te ponían unos calcetines de lana hasta la rodilla, mi madre decía, Jose
hijo ponte las medias que hoy hace mucho frío, eran como las medias de los
futbolistas, y te entraba el frío por la
entrepierna hasta los cataplines, no importaba, era el franquismo, estaba bien,
uno no sabía ni qué era el franquismo, te enseñaban en el cole la formación del
espíritu nacional, FEN abreviado, que no servía para nada, era una maría como
la religión y los trabajos manuales, el profesor era siempre de falange, eran
muy raros, yo tuve uno que se parecía a José Antonio Primo de Rivera pero con
piorrea, y otro que era enano y tenía un huevo en la frente, nos reíamos de él
porque el huevo seguía creciéndole día a día y él cada vez más furioso, menudo
cuadro, como para enterarte de los tercios de representación en las Cortes
Generales, creo que eran los sindicatos, la familia, y no sé cuál era el
tercero, se me ha olvidado, ya os digo que estudié poco esa asignatura, era una
maría, a veces sueño que me vuelven a suspender siempre la FEN y tengo que dejar de
estudiar y me hago mecánico de coches y reparo el 1430 de mi padre motor 1.600
Fiat con asientos de terciopelo gris y reposacabezas.
Ese coche lo conservó mi padre durante años y años, lo
condujo después mi madre y yo también, imaginaros lo que duró, y os puedo decir
que jamás he conducido un coche mejor, el cambio de velocidades y el reprise de
aquel coche eran realmente algo mágico, he conducido otros coches después y no hay color,
como el 1.430 de papá nada, bueno, perdonad, a veces digo cosas como de Chabeli
Iglesias.
Habrá que hablar también de los sindicatos de aquella época,
¿verdad?, nada que ver con los de ahora, claro…
(continuará)
El paseante
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