jueves, 10 de enero de 2013

Entrevista con Marcel Proust (3). La pequeña magdalena.

 

 
-          El episodio más popular y recordado de todos los que aparecen en A la recherche es, sin dudarlo, el de la magdalena, la famosa magdalena de Proust, basta con decir eso y ya se sabe lo que significa.
-          Efectivamente, así ha sido sin dudarlo.
-          ¿Fue consciente de la posible trascendencia que iba a tener la magdalena, de su futuro impacto?
-          En absoluto, pero es lógico que así fuera, me refiero a su repercusión, porque es algo que cualquiera puede sentir con frecuencia a lo largo de la vida, el gusto, el olfato nos transportan al pasado de una forma mucho más intensa que la vista o el oído, porque el gusto y el olfato, y así lo resalto en mi obra, tienen la virtud de la reminiscencia más intensa que se pueda sentir debido a que en ellos no hay nada que nos distraiga durante el tiempo de duran sus impresiones.
-          ¿Pero dígame querido maestro, cómo surgió realmente el episodio de la magdalena?
-          De repente me vino el recuerdo: aquel sabor era el del trozo de magdalena que, cuando iba a darle los buenos días los domingos por la mañana en Combray – porque esos días no salía yo antes de la misa – me ofrecía mi tía Léonie, después de haberlo mojado en su infusión de té o tila. Nada me había recordado la vista de la pequeña magdalena, antes de que la hubiera gustado, tal vez porque, al haberlas visto después con frecuencia, sin comerlas, en las bandejas de las pastelerías, su imagen había abandonado aquellos días de Combray para unirse a otros más recientes, tal vez porque de aquellos recuerdos abandonados, tanto tiempo fuera de la memoria, nada sobrevivía, todo se había disgregado: las formas – y también la de aquella conchita de repostería tan sensual, bajo sus severos y devotos pliegues – se habían abolido o habían perdido, adormecidas, la fuerza de expansión que les habría permitido llegar hasta la conciencia.
-          ¿Y cuál cree que es la razón por la cual el olor y el sabor perduran durante tanto tiempo en nuestra memoria?
-          Es que, cuando después de la muerte de las personas, después de la destrucción de las cosas, nada subsiste de un pasado antiguo, sólo el olor y el sabor – más débiles pero más vivaces, más inmateriales, más persistentes, más fieles – perduran durante mucho tiempo aún, como almas, recordando, aguardando, esperanzados, sobre la rutina de todo lo demás, portando sin flaquear sobre su gotita casi impalpable el inmenso edificio del recuerdo.
-          Bueno, maestro, creo que ha quedado suficientemente claro, muchas gracias por explicárnoslo una vez más, ha sido como siempre un inmenso placer oír sus palabras.

El paseante (basado en fragmentos de A la recherche)

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