-
El episodio más popular y recordado de todos los que
aparecen en A la recherche es, sin dudarlo, el de la magdalena, la famosa magdalena
de Proust, basta con decir eso y ya se sabe lo que significa.
-
Efectivamente, así ha sido sin dudarlo.
-
¿Fue consciente de la posible trascendencia que iba a
tener la magdalena, de su futuro impacto?
-
En absoluto, pero es lógico que así fuera, me refiero a
su repercusión, porque es algo que cualquiera puede sentir con frecuencia a lo
largo de la vida, el gusto, el olfato nos transportan al pasado de una forma
mucho más intensa que la vista o el oído, porque el gusto y el olfato, y así lo
resalto en mi obra, tienen la virtud de la reminiscencia más intensa que se
pueda sentir debido a que en ellos no hay nada que nos distraiga durante el
tiempo de duran sus impresiones.
-
¿Pero dígame querido maestro, cómo surgió realmente el
episodio de la magdalena?
-
De repente me vino el recuerdo: aquel sabor era el del
trozo de magdalena que, cuando iba a darle los buenos días los domingos por la
mañana en Combray – porque esos días no salía yo antes de la misa – me ofrecía
mi tía Léonie, después de haberlo mojado en su infusión de té o tila. Nada me
había recordado la vista de la pequeña magdalena, antes de que la hubiera
gustado, tal vez porque, al haberlas visto después con frecuencia, sin
comerlas, en las bandejas de las pastelerías, su imagen había abandonado
aquellos días de Combray para unirse a otros más recientes, tal vez porque de
aquellos recuerdos abandonados, tanto tiempo fuera de la memoria, nada
sobrevivía, todo se había disgregado: las formas – y también la de aquella
conchita de repostería tan sensual, bajo sus severos y devotos pliegues – se
habían abolido o habían perdido, adormecidas, la fuerza de expansión que les
habría permitido llegar hasta la conciencia.
-
¿Y cuál cree que es la razón por la cual el olor y el
sabor perduran durante tanto tiempo en nuestra memoria?
-
Es que, cuando después de la muerte de las personas,
después de la destrucción de las cosas, nada subsiste de un pasado antiguo,
sólo el olor y el sabor – más débiles pero más vivaces, más inmateriales, más
persistentes, más fieles – perduran durante mucho tiempo aún, como almas,
recordando, aguardando, esperanzados, sobre la rutina de todo lo demás,
portando sin flaquear sobre su gotita casi impalpable el inmenso edificio del
recuerdo.
-
Bueno, maestro, creo que ha quedado suficientemente
claro, muchas gracias por explicárnoslo una vez más, ha sido como siempre un
inmenso placer oír sus palabras.
El paseante (basado en fragmentos de A la recherche)
No hay comentarios:
Publicar un comentario