La crisis en los
teatros públicos.
Se nota la crisis en las producciones de los teatros
públicos, el montaje del Cyrano en el teatro Valle Inclán no tiene nada que ver
con los montajes de antaño, rozaba ligeramente el teatro de colegio, pobreza de
medios y pobreza de actores, un reparto muy irregular, nada que ver con los
repartos de antaño, en concreto dos papeles, los interpretados por un negro y
el del conde de Guixe hacen aguas por todas partes, el negro no sabía ni hablar
correctamente, no se le entendía, y el conde de Guixe no pasaba de intentar
poner buena voluntad y salir atorado del mal trago, uno estaba deseando que
acabaran cuanto antes de hablar, era como si hubiera que empujarlos para que
terminaran, eso no es teatro, tal vez integración social, pero el teatro no es
una ONG, uno va a ver una obra no un acto de caridad.
Lo que sí hay que decir es que el Cyrano es magnífico,
estrella rutilante entre el resto del reparto, Pere Arquillué, soberbio,
declamando el verso con fuerza, haciendo inteligible el verso, algo tan difícil
para algunos actores en ocasiones, y actuando mientras declama, es decir,
actuando de forma dinámica, creando escena, acción, continuidad, realismo, y no
declamando frente al público como hacen otros quedando paralizados por el
verso.
Mucho sentimiento, mucha emoción, naturalidad, fuerza, en
este actor, un Cyrano perfecto, hace que uno se olvide hasta de Depardieu, el
gran hito del Cyrano.
Arquillué es la obra, toda la obra, pero eso no debería ser
así, se echa de menos un reparto a su altura que le arrope, una puesta en
escena apropiada.
Arquillué salva la obra con su oficio y su saber hacer.
Recuerdo otro de los montajes que tuve ocasión de ver en esta sala, el Macbeth de Juan Mayorga, nada que ver, en aquella representación todo estaba
a la misma altura, no se habían escatimado medios ni talento.
Ni el teatro público se salva de la crisis.
El paseante
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