Diario de un
paseante. 21-01-2013 20:00. La nada.
La nada, ese todo que todo lo invade, me desvanezco como un
espectro en esa nada que se expande y hace que todo desaparezca, como una
neblina que se pegara a las cosas hasta hacerlas invisibles interponiéndose
entre el mundo y yo, las cosas siguen ahí, ¿siguen ahí?, si no las veo, si no
soy consciente de ellas, me pregunto, ¿se puede decir que sigan realmente ahí?,
no para mí desde luego, la nada se las ha llevado fuera me mi percepción, de mi
consciencia, aunque las vea no existen ya, porque yo sólo soy mi consciencia,
ella manda sobre mí, y ha decidido borrar todo y convertirlo en nada.
¿Qué pretende la nada? ¿Por qué existe la nada? Tal vez sólo
exista siempre la nada y todo lo demás no sean sino fantasías, uno ve
propósitos, intenciones, finalidades, en todo, uno va trazando mapas,
recorridos, destinos, metas, realizaciones, he llegado, se dice uno a sí mismo,
ahora voy a por la siguiente etapa, ¿etapas?, ¿para qué etapas?, sinceramente,
si consideráramos cuál es nuestro destino último y seguro, todas esas evasiones
con las que llenamos esa nada que habrá de llegarnos al fin, serían igualmente
nada.
Lleno mi día de fruslerías que son como una coartada
repetida para seguir vivo, para entretenerme en fruslerías mientras mi
perecedero destino se va cumpliendo inexorable, prefiero no ser consciente,
distraerme, hacer cosas para tratar de anestesiarme con ellas como si fumara el
opio de lo real y me embriagara de realidad, de una realidad inventada por mí,
considerada por mí como real sin que exista en verdad.
Lo real y lo verdadero, si lo real no existe tal vez exista
lo verdadero, lo verdadero si existe, lo verdadero para mí, y es a través de
ese verdadero a través del que construyo mi realidad, lo real y lo verdadero
son mis permanentes coartadas para mantener en pie el edificio de mi
existencia, sin eso me desmoronaría, no sería nada, quedaría alienado de mí,
separado de mí, exiliado de mí, me enajeno de mí, me separo de mí para ser yo
mismo a través de la ficción de mi verdad que sustenta mi realidad, pero todo
eso no soy yo, ¿o tal vez sí?
No lo sé, creo que no soy yo, o tal vez soy yo tal y como
quieren o esperan los demás que sea, o como yo imagino que quieren o esperan
que sea, ficción de mí sobre ficción de mí, tácitas ficciones de mí
superpuestas en un infinito de significados que acaban por hacerme desaparecer
entre una densa niebla de nada que se pega a todo y hace que todo desaparezca
al fin, y un buen día se levanta la niebla igual que una jaqueca que se va de
repente, y entonces es como si naciéramos de nuevo y vemos de verdad la
realidad, la realidad verdadera, sin adulterar, y descubrimos en ese instante
sublime que la realidad era igualmente eso mismo, la nada.
El paseante
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