jueves, 2 de agosto de 2012

Tengo una vecina que es funcionaria.


Bueno, no es ésta, ésta es una bisabuela suya que también fue funcionaria, en aquella época se vestía de otra manera, había otra elegancia, mi vecina tiene este cuadro colgado en el salón de su casa, está orgullosa de su bisabuela funcionaria, porque ellos son una familia de funcionarios de toda la vida, acrisolada estirpe de servidores de lo público.
Hoy he coincidido con mi vecina en el metro de camino al trabajo y hemos ido hablando, mi vecina es Licenciada en Filosofía y Letras, de joven se planteó opositar a profesora de Instituto pero pensó que tratar con alumnos adolescentes iba a ser muy duro, así que opositó al Cuerpo de Auxiliares Administrativos, entró con 23 años en la Administración y ahora tiene 61 años, está separada (yo nunca he visto a su marido), y tiene dos hijos que ya han terminado sus carreras, el chico es Físico y tiene una beca de investigación en la Universidad, y la chica es Bióloga y tiene otra beca en el Ministerio de Asuntos Exteriores en un proyecto de cooperación internacional, se va a ir en breve a centro América a continuar con el proyecto.
Tanto mi vecina como sus hijos me han parecido de siempre personas muy inteligentes y preparadas.
Me dice mi vecina que gana 1.000 euros al mes, más 300 euros de antigüedad, que tiene que mantener a la familia y que le han rebajado ya tres veces el sueldo con lo de la crisis, lo último ha sido quitarle la paga extra de navidad durante los 3 próximos años, además de 20 días adicionales de permiso a los que tenía derecho por antigüedad, y encima tiene que hacer más jornada de trabajo cada día.
Me dice que con ese dinero malviven y que con la edad se resiente de la jornada que han ampliado y de la falta de días de permiso adicionales.
Está muy enfadada, lógico.
Todos tenemos nuestras necesidades, nuestro proyecto de vida, nuestros afanes, quimeras, ilusiones, personas que cuentan con nosotros, que nos necesitan, a las que apoyamos, ayudamos, sostenemos.
Sin miramientos, sin pensar en más que en el ahorro, sin ver más allá de los números, ignorando a las personas, hacen lo que quieren con nosotros, me dice mi vecina.
En fin, la he dado buenas palabras, qué se le va a hacer, resignación, paciencia, ya cambiarán las cosas...
Miro el retrato de su bisabuela y pienso en lo que ha cambiado la Administración Pública...


el paseante

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