Psicoanálisis de un viaje.
Lo primero que llama poderosamente la atención es la forma
en que coges a tu mujer en las fotos, parece como si la cogieras con pinzas,
como un entomólogo cogiendo a un insecto, con cuidado de no contaminarse,
normalmente a las esposas se las coge por la cintura, no por los hombros como
tú haces, eso es más entre simples amigos, no con la que es tu pareja
sentimental, o eso se supone, hay una distancia, tu brazo se alarga por detrás
de su hombro como una pinza, y se engancha para hacer la foto, otra alternativa
hubiera sido cogerla de la mano en lugar de por la cintura, la cintura refleja
la pasión, si lo que prepondera es el cariño sirve cogerla de la mano, pero ni
lo uno ni lo otro, en su lugar tu brazo que parece el brazo larguísimo de una
grúa alargándose sobre sus hombros, como una pinza que sujeta si apenas tocar,
sin cercanía, compromiso, verdadero amor, como por cumplir con el trámite y
salir del paso.
Se supone que si vas de viaje con tu mujer debes
fotografiarte con ella, se supone, al menos en la mayoría de los matrimonios es
así, y más si se trata de un viaje reconciliatorio, para tratar de arreglar las
cosas, como supongo que fue éste después del cataclismo, pero las fotos con tu
mujer son escasas e iguales, repetitivas, sin espontaneidad, monótonas,
rutinarias, tú con tu brazo grúa extendiéndose por detrás de sus hombros, los
dos con cara de circunstancias, como figurantes, nada que ver el uno con el
otro, tú tienes un gesto de tensión, preocupación, ansiedad, se te ve como
compungido, francamente te lo digo, no hacéis buena pareja, pero es por tu
culpa, creo que no estás a su altura, lanzando un mensaje a través
de estas fotos en las que estáis tú, ella y el brazo grúa, quieres convencer a
todos de que todo sigue igual, la vida sigue igual…, que seguís juntos…, que
sois felices…, que el cataclismo no sólo está superado sino que no tuvo la
menor importancia…, una anécdota…
el paseante
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