lunes, 7 de octubre de 2013

Elogio de la pereza por Beatriz de Goytia.



Hola amigo: ¡buenos días! Mientras vacacionas he decidido investigar acerca de tu pereza, pues muchas veces te invité a venir a mi país, y simplemente me contestaste "me da pereza". Otras veces te sugerí actividades divertidas y la respuesta es la misma.

Por otro lado, tus vacaciones y el blog creo que son prueba suficiente de que no pecas de pereza.

Veamos:

El término «capital» (de caputcapitis, "cabeza", en latín) no se refiere a la magnitud del pecado sino a que da origen a muchos otros pecados. De acuerdo a santo Tomás de Aquino (II-II:153:4). Un vicio capital es aquel que tiene un fin excesivamente deseable, de manera tal que en su deseo, un hombre comete muchos pecados, todos los cuales se dice son originados en aquel vicio como su fuente principal. […] Los pecados o vicios capitales son aquellos a los que la naturaleza humana está principalmente inclinada. Tomás de Aquino

¿Estarás inclinado a la pereza, según tu propia confesión? Mira que somos abogados y sabemos que "a confesión, relevo de prueba".

La pereza (en latín, acidia) es el más «metafísico» de los pecados capitales, en cuanto está referido a la incapacidad de aceptar y hacerse cargo de la existencia de uno mismo. Es también el que más problemas causa en su denominación. La simple «pereza», más aún el «ocio», no parecen constituir una falta. Hemos preferido, por esto, el concepto de «acidia» o «acedía». Tomado en sentido propio es una «tristeza de ánimo» que aparta al creyente de las obligaciones espirituales o divinas, a causa de los obstáculos y dificultades que en ellas se encuentran. Bajo el nombre de cosas espirituales y divinas se entiende todo lo que Dios nos prescribe para la consecución de la eterna salud (la salvación), como la práctica de las virtudes cristianas, la observación de los preceptos divinos, de los deberes de cada uno, los ejercicios de piedad y de religión. Concebir pues tristeza por tales cosas, abrigar voluntariamente, en el corazón, desgano, aversión y disgusto por ellas, es pecado capital. Tomada en sentido estricto es pecado mortal en cuanto se opone directamente a la caridad que nos debemos a nosotros mismos y al amor que debemos a Dios. De esta manera, si deliberadamente y con pleno consentimiento de la voluntad, nos entristecemos o sentimos desgano de las cosas a las que estamos obligados; por ejemplo, al perdón de las injurias, a la privación de los placeres carnales, entre otras; la acidia es pecado grave porque se opone directamente a la caridad de Dios y de nosotros mismos. Considerada en orden a los efectos que produce, si la acidia es tal que hace olvidar el bien necesario e indispensable a la salud eterna, descuidar notablemente las obligaciones y deberes o si llega a hacernos desear que no haya otra vida para vivir entregados impunemente a las pasiones, es sin duda pecado mortal.

Salvo por la privación de los placeres carnales, me parece que no eres perezoso. No conozco a otra persona que pueda practicar tanto sus virtudes, y que sea tan piadoso con los demás. Sincero a morir, sé que estás dispuesto a salvarte en esta vida y en la otra. No puedo hacer afirmaciones acerca del cumplimiento que hagas de tus obligaciones espirituales o divinas, pero si en definitiva Dios es uno, tu amor por el prójimo, tu preocupación por los demás, tu depresión por conductas ajenas, y el inevitable desgano ante la impotencia que causa el mal, sí puedo afirmar que lo que tu padeces no es pereza. Simplemente es tu mejor argumento para tomar decisiones por tu propia cuenta.¡Qué puedo hacer yo si te invito a mi casa y me dices que tienes pereza para venir!

Ahora y con calma me dedicaré a investigar sobre: «acidia» o «acedía», PUES PARECE QUE LA PEREZA Y EL OCIO NO SERÍAN FALTAS.

Un abrazo, Bea

-------------------------------------------------------------------------------------------------------

Bety, he publicado tu ensayo bajo el título de Elogio de la pereza, espero que te guste especialmente la imagen que lo acompaña, creo que es muy sugerente y apropiada.


Me encantó el texto, tiene una delicadeza muy sutil y especial, muy espiritual, me he sentido muy identificado con él, gracias.


Un beso, 

---------------------------------------------------------------------------------------------

Me encanta, gracias. Hasta el pene tiene pereza. Te felicito por lo subido al blog. Y deja ya de provocar "ratones" con tu cuerpecillo, que si bien, como dice tu amiga, es una muestra de tu armonía entre tus sentidos y alma (resumiría yo), pareces un modelo de esos que ponen para vender ropa interior masculina. Buen trabajo amigo, tanto con tu cuerpo como con tu blog. Abrazo, Bea
 


No hay comentarios:

Publicar un comentario