El arte torrencial de Carlos Berlanga
Una exposición en Pozuelo pone el énfasis en la obra plástica del icónico creador fallecido en 2002
Cuentan que Carlos Berlanga dibujaba todo el tiempo, en cuadernos, revistas,
sobres, papeles sueltos... “Era una actividad fisiológica para él, no tenía
conciencia de estar trabajando”, dice Pablo Sycet, comisario de la exposición
Imágenes, palabras y... música!, abierta en el Espacio
Cultural Mira de Pozuelo hasta el 23 de noviembre: “No he conocido a nadie
con esa facilidad para todo lo que hacía. Era un privilegiado, tocado por los
dioses, de eso estoy totalmente convencido”.
Sycet, pintor, diseñador y autor de letras para artistas como Fangoria o Luz Casal, habla como devoto amigo de Berlanga pero también como el máximo especialista en su obra. En 2009 ya comisarió una gran muestra en Madrid y Valencia que trataba de poner en plano de igualdad todas las disciplinas que tocó el artista madrileño (1959-2002), siempre más conocido por ser el coautor de canciones de Alaska y los Pegamoides o Dinarama como Bailando, A quién le importa, Ni tú ni nadie o Un hombre de verdad, que por su ingente producción plástica. Pese a su fertilidad, solo protagonizó dos exposiciones individuales en vida (una fue organizada por Sycet en Granada en 1982): “No se preocupaba por eso”, comenta el comisario, que puntualiza el mito de la holgazanería de Berlanga que el mismo artista propagó: “Lo que pasaba es que era un tímido enfermizo, había que empujarle. Igualmente, no hubiera hecho carrera musical si no se hubiera encontrado con Alaska, que fue vehículo de su creatividad y le dio continuidad”.
Ahora, en Pozuelo, Sycet ha querido “invertir los términos, que la música quede relegada a lo ya sabido y que las letras, tanto en el sentido conceptual como en el físico [cuelgan varias letras autógrafas], se relacionen con las pinturas, porque el flujo creativo de Carlos saltaba de una disciplina a otra”. El hecho de que la exposición tenga lugar en Pozuelo de Alarcón no es casual: Berlanga vivió la mayor parte de su vida en la casa familiar de Somosaguas y está enterrado en el municipio.
El último detalle antes de la inauguración, el jueves pasado, fue meter en una urna de metacrilato la carpeta del álbum de 1989 Fan fatal, de Alaska y Dinarama, que Sycet diseñó a partir de una viñeta de Berlanga. Buscando en su colección, encontró el vinilo pero no la funda, así que se la pidió al periodista Jesús Ordovás. Sycet (Gibraleón, Huelva, 1953) ha incluido en la muestra retratos fotográficos, objetos y varias docenas de dibujos y pinturas de Carlos Berlanga desde sus inicios a finales de los 70 —incluida una de las piedras pintadas que vendía en El Rastro cuando conoció a Alaska— hasta 2002. En ellos se pueden apreciar sus influencias (Picasso, Dalí, De Chirico, Stuart Davis), destiladas en un estilo propio que Sycet llama “berlanguismo”, patente también en sus desternillantes cómics o en el cartel para la película Matador (Almodóvar, 1986).
Tras romper artísticamente con Alaska y Nacho Canut en Dinarama, Berlanga dejó una exquisita discografía en solitario que no tuvo demasiada repercusión, algo que, según Sycet, le empujó hacia la pintura: “Se sentía cómodo escribiendo una canción, pero no actuando en directo ni dando entrevistas, algo que antes recaía en Alaska. Y cuando la música, la fama y el dinero le empiezan a dar un poco la espalda, es cuando le dedica más tiempo y energías a pintar”.
Uno de los dibujos inéditos que no se vio en 2009, Tres eran tres, que muestra a un trío de estilizadas modelos posando con elegantes vestidos (Berlanga devoraba las revistas de moda femenina), sirve de ejemplo de su voracidad creativa: expuesto de tal manera que se vean las dos caras de la hoja de bloc sobre la que se plasmó, en su envés contiene una inteligente reflexión —hoy podría ser una entrada de blog— sobre el machismo en el rock. “Tenía una facilidad pasmosa para todo”, insiste Sycet: “Derrochaba talento en todo lo que hacía”.
Imágenes, palabras y... música! Espacio Cultural Mira (Camino de las Huertas, nº 42, Pozuelo de Alarcón) hasta el 23 de noviembre. Entrada libre.
Sycet, pintor, diseñador y autor de letras para artistas como Fangoria o Luz Casal, habla como devoto amigo de Berlanga pero también como el máximo especialista en su obra. En 2009 ya comisarió una gran muestra en Madrid y Valencia que trataba de poner en plano de igualdad todas las disciplinas que tocó el artista madrileño (1959-2002), siempre más conocido por ser el coautor de canciones de Alaska y los Pegamoides o Dinarama como Bailando, A quién le importa, Ni tú ni nadie o Un hombre de verdad, que por su ingente producción plástica. Pese a su fertilidad, solo protagonizó dos exposiciones individuales en vida (una fue organizada por Sycet en Granada en 1982): “No se preocupaba por eso”, comenta el comisario, que puntualiza el mito de la holgazanería de Berlanga que el mismo artista propagó: “Lo que pasaba es que era un tímido enfermizo, había que empujarle. Igualmente, no hubiera hecho carrera musical si no se hubiera encontrado con Alaska, que fue vehículo de su creatividad y le dio continuidad”.
Ahora, en Pozuelo, Sycet ha querido “invertir los términos, que la música quede relegada a lo ya sabido y que las letras, tanto en el sentido conceptual como en el físico [cuelgan varias letras autógrafas], se relacionen con las pinturas, porque el flujo creativo de Carlos saltaba de una disciplina a otra”. El hecho de que la exposición tenga lugar en Pozuelo de Alarcón no es casual: Berlanga vivió la mayor parte de su vida en la casa familiar de Somosaguas y está enterrado en el municipio.
El último detalle antes de la inauguración, el jueves pasado, fue meter en una urna de metacrilato la carpeta del álbum de 1989 Fan fatal, de Alaska y Dinarama, que Sycet diseñó a partir de una viñeta de Berlanga. Buscando en su colección, encontró el vinilo pero no la funda, así que se la pidió al periodista Jesús Ordovás. Sycet (Gibraleón, Huelva, 1953) ha incluido en la muestra retratos fotográficos, objetos y varias docenas de dibujos y pinturas de Carlos Berlanga desde sus inicios a finales de los 70 —incluida una de las piedras pintadas que vendía en El Rastro cuando conoció a Alaska— hasta 2002. En ellos se pueden apreciar sus influencias (Picasso, Dalí, De Chirico, Stuart Davis), destiladas en un estilo propio que Sycet llama “berlanguismo”, patente también en sus desternillantes cómics o en el cartel para la película Matador (Almodóvar, 1986).
Tras romper artísticamente con Alaska y Nacho Canut en Dinarama, Berlanga dejó una exquisita discografía en solitario que no tuvo demasiada repercusión, algo que, según Sycet, le empujó hacia la pintura: “Se sentía cómodo escribiendo una canción, pero no actuando en directo ni dando entrevistas, algo que antes recaía en Alaska. Y cuando la música, la fama y el dinero le empiezan a dar un poco la espalda, es cuando le dedica más tiempo y energías a pintar”.
Uno de los dibujos inéditos que no se vio en 2009, Tres eran tres, que muestra a un trío de estilizadas modelos posando con elegantes vestidos (Berlanga devoraba las revistas de moda femenina), sirve de ejemplo de su voracidad creativa: expuesto de tal manera que se vean las dos caras de la hoja de bloc sobre la que se plasmó, en su envés contiene una inteligente reflexión —hoy podría ser una entrada de blog— sobre el machismo en el rock. “Tenía una facilidad pasmosa para todo”, insiste Sycet: “Derrochaba talento en todo lo que hacía”.
Imágenes, palabras y... música! Espacio Cultural Mira (Camino de las Huertas, nº 42, Pozuelo de Alarcón) hasta el 23 de noviembre. Entrada libre.
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