jueves, 7 de junio de 2012
La lectura del fin de semana. El libro del desasosiego. Fernando Pessoa.
La semana pasada hablábamos del Estambul
de Orhan Pamuk, y esta semana hablamos de la Lisboa de Fernando Pessoa.
Pessoa y Lisboa son un binomio
inseparable.
En la foto aparece su estatua, sentado
en un velador en la terraza de su café favorito A Brasileira.
Pessoa fue el paseante de Lisboa,
modesto empleado en una compañía de exportación, aburrido contemplador
de la cotidianeidad de su ciudad, poeta, escritor, pensador, filósofo de
la vida, ensoñador.
Diario íntimo de pensamientos del escritor durante más de 20 años.
Diario íntimo de pensamientos del escritor durante más de 20 años.
Pessoa nos habla de su día a día y del
desasosiego que en él genera la cotidianeidad, y eleva a categoría su
vida, universaliza su vida, universaliza su ciudad, universaliza sus
pensamientos.
Pessoa se eleva desde su día a día al
día a día de cualquiera, por eso te sientes tan identificado con esta
obra, su Libro del desasosiego, el más conocido de él, el más popular,
el más intensamente lisboeta.
Con anterioridad en el blog ya vimos
ensoñaciones de Pessoa sacadas precisamente de esta obra, de su Libro
del desasosiego.
Pessoa nos habla de esa bella ciudad
atlántica, bañada por el Tejo, como ellos llaman al río Tajo, en su
desembocadura, ancha desembocadura, llena de luz, de reflejos, de
gaviotas y de belleza.
Europa se asoma en Lisboa al Atlántico.
Lisboa suspendida en sus desniveles
sobre las aguas del río, contempladora del mar, nostálgica de travesías,
singladuras, expediciones, conquistas, imperios, nostálgica de
exotismo, nostálgica de amor.
Perdida, olvidada Lisboa, triste Lisboa.
Y el fado como trasfondo de una Lisboa
nostálgica, efímera, trasnochada, el sentimiento profundo, en una súbita
punzada de desconsuelo, y de desamor, como el Libro del desasosiego de
Pessoa.
Los turistas se sientan junto con la
estatua de bronce de Pessoa y no saben quién es, sonríen a la cámara, se
hacen una foto y se van.
Deben pensar que la estatua de Pessoa es
una atracción turística más, como un reclamo.
Una pena, podían leer el Libro del
desasosiego y descubrirse entre sus páginas a sí mismos, pararse a
pensar, y entender la vida de otra manera, desde la perspectiva de la
nostalgia, de la saudade, de la melancolía, tan atlántica, tan
finisterre.
Desde la perspectiva del hombre
abandonado a su suerte por los dioses.
el paseante
El barquillero en el metro.
Un barquillero, un oficio del siglo XIX, en el metro del Madrid del
siglo XXI.
Modernidad y tradición hermanadas en Madrid.
Madrid nunca deja de sorprenderme.
Foto tomada por el paseante en la estación de metro de Tirso de Molina
de la línea 1 en dirección Sol, a las 17:00 horas de miércoles 6 de
junio de 2012, con la cámara de su móvil Nokia X2.
el paseante
Venecia en el recuerdo por fin (repetición).
Imprescindible Venecia.
Agua, piedra y luz, y ese olor a salitre que llega desde la laguna, Venecia pura en sus elementos, arte sobre arte, siglo sobre siglo, espejo del refinamiento, el pensamiento, la cultura, paradigma de espectáculo creado por la mano del hombre sobre la base de los elementos esenciales de la naturaleza. Venecia como una montaña de roca, como un mar siempre en calma, como la luz pura del cielo, como el olor a sal.
Venecia parece decirle al hombre:
Tú todo lo puedes. Mira lo que hiciste apenas de nada, aquí me tienes, obra tuya soy, para sorprenderte a través de los tiempos perduro, para demostrarte lo que eres capaz de construir cuando quieres construir en lugar de destruir.
Sumérgete en mi aire, en mi luz, piérdete por mis calles, contempla la luz que reflejan mis canales, entre todo ello habitas tú, en esta naturaleza transformada por ti, transmutada en vida, convertida en felicidad.
Nada dentro de mí y deslízate como un pez.
Y dentro de mí, en las naves oscuras de mis iglesias, en los salones de mis palacios, en las salas de mis museos, respira el aroma de los siglos, contempla los rincones de tu alma y aprende de nuevo la espiritualidad de lo sagrado.
Porque todo esto no es mío, ni de los que lo hicieron, es tuyo. Vengas de donde vengas, seas como seas, sólo por ser hombre tú eres parte y artífice de mí.
Y una vez que me contemples, por siempre me llevarás en tu corazón, como una lección aprendida que ya sabías pero habías olvidado.
José Ramón Carballo
miércoles, 6 de junio de 2012
Ser un icono: Vaslav Nijinsky.
Hay una exposición muy interesante en la
sede madrileña de Caixa Forum sobre Los Ballets rusos de Diaghilev, en
ella tiene un significado protagonismo, no podía ser de otra manera, el
gran bailarín Nijinsky.
Recomiendo ver la exposición, hay unos dibujos de Picasso para los figurines del ballet El sombrero de tres picos de Manuel de Falla, un cartel de Hockney y un retrato a lápiz del bailarín Léonide Massine hecho por Picasso, además de numerosos carteles y programas originales, que vale la pena contemplar, es francamente un deleite para los sentidos y para la sensibilidad.
También muy interesantes las fotografías del Victoria & Albert Museum, traídas desde Londres, imágenes de representaciones de los ballets rusos, especialmente interesante la foto de la boda de Nijinsky en Buenos Aires, dado lo curioso de las circunstancias.
También está la factura a nombre de Diaghilev del Hotel des Bains del Lido de Venecia, de fecha 15 de agosto de 1929, que quedó impagada porque murió el día 19 en esa misma ciudad.
Diaghilev fue el promotor de los ballets rusos de comienzos del siglo XX y descubridor del genio de Nijinsky, eran dos artistas, dos genios, que impulsaban sus creatividades recíprocamente, como el artista y su musa, fueron no sólo pareja artística sino también sentimental, y terminaron mal, en una gira de la compañía a Buenos Aires para actuar en el teatro Colón, gira a la que no fue Diaghilev por miedo a viajar en barco, Nijinsky se casó con una compañera suya de los ballets rusos, automáticamente Diaghilev le despidió de la compañía mandándole un lacónico telegrama.
Desde ese momento la estrella de Nijinsky se eclipsó, sin embargo la de Diaghilev siguió brillando, sustituyó en su corazón a Nijinsky por el nuevo primer bailarín de la compañía, Massine.
Nijinsky entra después de su matrimonio y expulsión de los ballets rusos en un periodo de fanatismo religioso y de remordimientos por su anterior relación homosexual con Diaghilev, y al final acabará loco, esquizofrénico.
Perdió su tutor, su alma mater, el ser que le daba vida, y se perdió él.
Recuerdo la película de Herbert Ross sobre el bailarín, una sucesión de espectaculares coreografías, saltos de baile magníficos, hoteles de lujo, camas de caoba, sábanas de seda, discusiones, pasionales reconciliaciones, decadentes escenarios de una pasión artística y amorosa que se nutrían mutuamente.
Y recuerdo la interpretación de Alan Bates como Diaghilev, y especialmente la escena en la que recibe el telegrama en el que se le anuncia que Nijinsky ha contraído matrimonio.
Tanto la exposición de Caixa Forum como la película de Herbert Ross nos acercan a estos dos mitos inseparables, fundadores de la historia del ballet moderno.
el paseante
Recomiendo ver la exposición, hay unos dibujos de Picasso para los figurines del ballet El sombrero de tres picos de Manuel de Falla, un cartel de Hockney y un retrato a lápiz del bailarín Léonide Massine hecho por Picasso, además de numerosos carteles y programas originales, que vale la pena contemplar, es francamente un deleite para los sentidos y para la sensibilidad.
También muy interesantes las fotografías del Victoria & Albert Museum, traídas desde Londres, imágenes de representaciones de los ballets rusos, especialmente interesante la foto de la boda de Nijinsky en Buenos Aires, dado lo curioso de las circunstancias.
También está la factura a nombre de Diaghilev del Hotel des Bains del Lido de Venecia, de fecha 15 de agosto de 1929, que quedó impagada porque murió el día 19 en esa misma ciudad.
Diaghilev fue el promotor de los ballets rusos de comienzos del siglo XX y descubridor del genio de Nijinsky, eran dos artistas, dos genios, que impulsaban sus creatividades recíprocamente, como el artista y su musa, fueron no sólo pareja artística sino también sentimental, y terminaron mal, en una gira de la compañía a Buenos Aires para actuar en el teatro Colón, gira a la que no fue Diaghilev por miedo a viajar en barco, Nijinsky se casó con una compañera suya de los ballets rusos, automáticamente Diaghilev le despidió de la compañía mandándole un lacónico telegrama.
Desde ese momento la estrella de Nijinsky se eclipsó, sin embargo la de Diaghilev siguió brillando, sustituyó en su corazón a Nijinsky por el nuevo primer bailarín de la compañía, Massine.
Nijinsky entra después de su matrimonio y expulsión de los ballets rusos en un periodo de fanatismo religioso y de remordimientos por su anterior relación homosexual con Diaghilev, y al final acabará loco, esquizofrénico.
Perdió su tutor, su alma mater, el ser que le daba vida, y se perdió él.
Recuerdo la película de Herbert Ross sobre el bailarín, una sucesión de espectaculares coreografías, saltos de baile magníficos, hoteles de lujo, camas de caoba, sábanas de seda, discusiones, pasionales reconciliaciones, decadentes escenarios de una pasión artística y amorosa que se nutrían mutuamente.
Y recuerdo la interpretación de Alan Bates como Diaghilev, y especialmente la escena en la que recibe el telegrama en el que se le anuncia que Nijinsky ha contraído matrimonio.
Tanto la exposición de Caixa Forum como la película de Herbert Ross nos acercan a estos dos mitos inseparables, fundadores de la historia del ballet moderno.
el paseante
El capital me aniquila.
¿A dónde nos ha llevado tanto
capitalismo?
Pues al vacío, la incomprensión, el exterminio.
¿Apocalíptico?
Tal vez.
¿Realista?
Seguro.
Exterminio de la naturaleza, del espíritu, de la cultura, de la historia.
El triunfo de los números aniquila la razón.
¿Y el hombre dónde queda?
¿Qué queda de él?
Ser sólo una unidad de producción, y, como tal, objeto de explotación, y una unidad de consumo, y como tal objeto de manipulación.
Globalización, desencanto político, crisis.
Nadie se preocupa de las personas, que víctimas de un sistema injusto lo consienten con su silencio.
¿Egoísmo?
Tal vez todo el sistema se sustente en el componente egoísta del hombre y en su afán de supervivencia.
Olvidando todos aquellos otros valores como la solidaridad, la cooperación, la ayuda, que hacen que el hombre sea hombre y algo verdaderamente grande.
Tal vez estemos ante un cambio de ciclo, y sea necesario tocar fondo antes de poder resurgir.
el paseante
Pues al vacío, la incomprensión, el exterminio.
¿Apocalíptico?
Tal vez.
¿Realista?
Seguro.
Exterminio de la naturaleza, del espíritu, de la cultura, de la historia.
El triunfo de los números aniquila la razón.
¿Y el hombre dónde queda?
¿Qué queda de él?
Ser sólo una unidad de producción, y, como tal, objeto de explotación, y una unidad de consumo, y como tal objeto de manipulación.
Globalización, desencanto político, crisis.
Nadie se preocupa de las personas, que víctimas de un sistema injusto lo consienten con su silencio.
¿Egoísmo?
Tal vez todo el sistema se sustente en el componente egoísta del hombre y en su afán de supervivencia.
Olvidando todos aquellos otros valores como la solidaridad, la cooperación, la ayuda, que hacen que el hombre sea hombre y algo verdaderamente grande.
Tal vez estemos ante un cambio de ciclo, y sea necesario tocar fondo antes de poder resurgir.
el paseante
La confesión de Nerea.
Hola, soy Nerea y he matado a el
paseante.
¡Menudo paliza que era el tío!
Y se creía guapo, atractivo y además iba por la vida enseñando el torso, un poco hortera.
¡Pero qué ridículo!
Pobrecillo.
Conmigo intentó ligar incluso, pero qué pensaba, no está hecha la miel para la boca del asno.
Yo le seguía la corriente, me daba pena, hasta que ya me harté de tanta insistencia y tanto romanticismo.
Hasta me escribía poemas, qué cursi, y llegó hasta a regalarme bombones, sólo dos, uno rojo y otro amarillo, seguro que esperaba que los compartiéramos, pero yo le dije que me los comería con mi novio. Menuda cara de incauto se le quedó.
Bueno, pues eso, que me lo he cargado, que menudo plasta, y que para eso está el matarratas, para matar ratas...
Me lo va a agradecer todo el mundo porque además tenía un blog, en el que daba la paliza a diario, iba de culto, de sensible, de solidario, pero el tío en realidad estaba como una cabra.
A mí un día hasta intentó darme un beso, pero menudo bofetón que se llevó. Y luego va y me dice que se lo había dicho Woody Allen, como si él tuviera trato con Woody Allen.
Lo que digo, que estaba chalado, y que está mejor muerto, así no molestará más a nadie.
Además, para evitar que me incriminen me he inventado una historia según la cual le ha matado su compañero de trabajo José Javier que es gay. a ver si cuela, la policía siempre sospecha de los gays, no va a sospechar de una mujer como yo, en cuanto me interrogan se ponen a mirarme las tetas y se creen todo lo que les digo.
Por cierto, yo creo que el paseante también es gay, estoy leyéndome todo el blog y he llegado a esa conclusión, pero no es un gay cualquiera, en realidad es un gay raro, especial, un gay al que le gustan las mujeres, muy complicado, un caso único.
Retomando el tema, José Javier, su supuesto asesino, sí que lo va a pasar mal, aparte de ir a la cárcel es que como estaba enamorado secretamente de el paseante, va a sufrir mucho por su muerte, seguramente acabará suicidándose en la cárcel.
Lamentable, pero la culpa de todo la tiene el paseante por ser tan melifluo, anticuado y fantasioso, no podía seguir así, le he matado por compasión, por su bien, y es que con esa forma de ser no se puede ir por la vida, él ya no va a sufrir, y los demás tampoco al no verle sufrir más.
Ha sido un acto realmente altruista por mi parte el matar a el paseante.
Nerea
¡Menudo paliza que era el tío!
Y se creía guapo, atractivo y además iba por la vida enseñando el torso, un poco hortera.
¡Pero qué ridículo!
Pobrecillo.
Conmigo intentó ligar incluso, pero qué pensaba, no está hecha la miel para la boca del asno.
Yo le seguía la corriente, me daba pena, hasta que ya me harté de tanta insistencia y tanto romanticismo.
Hasta me escribía poemas, qué cursi, y llegó hasta a regalarme bombones, sólo dos, uno rojo y otro amarillo, seguro que esperaba que los compartiéramos, pero yo le dije que me los comería con mi novio. Menuda cara de incauto se le quedó.
Bueno, pues eso, que me lo he cargado, que menudo plasta, y que para eso está el matarratas, para matar ratas...
Me lo va a agradecer todo el mundo porque además tenía un blog, en el que daba la paliza a diario, iba de culto, de sensible, de solidario, pero el tío en realidad estaba como una cabra.
A mí un día hasta intentó darme un beso, pero menudo bofetón que se llevó. Y luego va y me dice que se lo había dicho Woody Allen, como si él tuviera trato con Woody Allen.
Lo que digo, que estaba chalado, y que está mejor muerto, así no molestará más a nadie.
Además, para evitar que me incriminen me he inventado una historia según la cual le ha matado su compañero de trabajo José Javier que es gay. a ver si cuela, la policía siempre sospecha de los gays, no va a sospechar de una mujer como yo, en cuanto me interrogan se ponen a mirarme las tetas y se creen todo lo que les digo.
Por cierto, yo creo que el paseante también es gay, estoy leyéndome todo el blog y he llegado a esa conclusión, pero no es un gay cualquiera, en realidad es un gay raro, especial, un gay al que le gustan las mujeres, muy complicado, un caso único.
Retomando el tema, José Javier, su supuesto asesino, sí que lo va a pasar mal, aparte de ir a la cárcel es que como estaba enamorado secretamente de el paseante, va a sufrir mucho por su muerte, seguramente acabará suicidándose en la cárcel.
Lamentable, pero la culpa de todo la tiene el paseante por ser tan melifluo, anticuado y fantasioso, no podía seguir así, le he matado por compasión, por su bien, y es que con esa forma de ser no se puede ir por la vida, él ya no va a sufrir, y los demás tampoco al no verle sufrir más.
Ha sido un acto realmente altruista por mi parte el matar a el paseante.
Nerea
martes, 5 de junio de 2012
El cuadro de la semana. Lata de sopa Campbell. Andy Warhol.
Es la sopa favorita de mi padre, esta
semana no hago más que hablar de mi padre, lógico, se parece a mí,
bueno, más bien yo me parezco a él, porque él es el antecesor directo de
el paseante en todo, estoy hecho a su imagen y semejanza, todo lo que
hay en mí es recibido en origen de él, gustos, aficiones, pensamientos,
ideas, forma de ver la vida y el mundo, de él y de mi madre, claro,
insustituibles, el paseante es quién es gracias a ellos, sin duda,
cualquier aspecto de mi personalidad, carácter, o de mi físico, puede
rastrearse en ellos.
A mi madre no le gusta la sopa de tomate, sólo le gusta a mi padre, cuando era pequeño recuerdo que a veces mi madre la hacía para la cena, por aquel entonces la vendían de sobre, creo recordar que era de marca Knorr, y salía muy rica, a mí también me gustaba aunque me parecía que tenía un sabor algo fuerte.
Cuando dejaron de fabricarla ya sólo quedó en el mercado la clásica lata de sopa Campbell de tomate que inmortalizó Warhol en el más conocido de sus cuadros.
Mis padres la compran en el supermercado de El Corte Inglés que es el único que tiene estas sopas, no las busquéis en Eroski, claro.
Si queréis probarla, diluirla algo en agua porque viene muy concentrada.
A mí no me gusta, en eso he salido a mi madre y no a mi padre.
Pues aquí estamos, ante el bote de sopa más conocido del mundo, más reproducido, más deseado.
Junto con el retrato de Marilyn y el de Mao, son los tres cuadros más conocidos de Warhol, pero como la lata de sopa ninguno, ése es el top one sin dudarlo.
¿Y por qué?
Habría que analizar qué se propuso expresar Warhol al pintar este cuadro.
Pues nada especial, seguramente quiso retratar una imagen del subconsciente colectivo de los norteamericanos, Warhol es lo que hacía en sus cuadros, creaba iconos, sacaba a las luz mitos, daba cuenta de lo que llevaban en la mente, en sus profundidades, todos los americanos.
Y el resto del mundo adoptó esas imágenes como paradigma de la modernidad.
El arte moderno empieza con Warhol, con él el arte se despoja de cualquier pretensión forzada, se vuelve libre, espontáneo, natural, ocurrente, provocador, sorprendente, se pega en nuestra retina que queda deslumbrada, y se fija en nuestro subconsciente porque ya forma parte de él previamente, es decir, Warhol no es sino el medium de la modernidad, el demiurgo del arte moderno, él dio el pistoletazo de salida de la revolución artística del siglo XX, antes que él lo intentaron las vanguardias, pero las vanguardias estaban aún muy apegadas al arte clásico, suponen una reacción respecto del arte clásico y aún tienen su lastre, Warhol rompe con el clasicismo abruptamente y nos transporta a un mundo nuevo.
el paseante
p.d.- no dejéis de probar la sopa.
A mi madre no le gusta la sopa de tomate, sólo le gusta a mi padre, cuando era pequeño recuerdo que a veces mi madre la hacía para la cena, por aquel entonces la vendían de sobre, creo recordar que era de marca Knorr, y salía muy rica, a mí también me gustaba aunque me parecía que tenía un sabor algo fuerte.
Cuando dejaron de fabricarla ya sólo quedó en el mercado la clásica lata de sopa Campbell de tomate que inmortalizó Warhol en el más conocido de sus cuadros.
Mis padres la compran en el supermercado de El Corte Inglés que es el único que tiene estas sopas, no las busquéis en Eroski, claro.
Si queréis probarla, diluirla algo en agua porque viene muy concentrada.
A mí no me gusta, en eso he salido a mi madre y no a mi padre.
Pues aquí estamos, ante el bote de sopa más conocido del mundo, más reproducido, más deseado.
Junto con el retrato de Marilyn y el de Mao, son los tres cuadros más conocidos de Warhol, pero como la lata de sopa ninguno, ése es el top one sin dudarlo.
¿Y por qué?
Habría que analizar qué se propuso expresar Warhol al pintar este cuadro.
Pues nada especial, seguramente quiso retratar una imagen del subconsciente colectivo de los norteamericanos, Warhol es lo que hacía en sus cuadros, creaba iconos, sacaba a las luz mitos, daba cuenta de lo que llevaban en la mente, en sus profundidades, todos los americanos.
Y el resto del mundo adoptó esas imágenes como paradigma de la modernidad.
El arte moderno empieza con Warhol, con él el arte se despoja de cualquier pretensión forzada, se vuelve libre, espontáneo, natural, ocurrente, provocador, sorprendente, se pega en nuestra retina que queda deslumbrada, y se fija en nuestro subconsciente porque ya forma parte de él previamente, es decir, Warhol no es sino el medium de la modernidad, el demiurgo del arte moderno, él dio el pistoletazo de salida de la revolución artística del siglo XX, antes que él lo intentaron las vanguardias, pero las vanguardias estaban aún muy apegadas al arte clásico, suponen una reacción respecto del arte clásico y aún tienen su lastre, Warhol rompe con el clasicismo abruptamente y nos transporta a un mundo nuevo.
el paseante
p.d.- no dejéis de probar la sopa.
La muerte del interventor adjunto. Relato corto.
Aquel día J.R. llegó
temprano al
trabajo. Atravesó con paso parsimonioso el largo pasillo de la nave que
conducía a su despacho mientras pensaba que era una pena que lo que en
tiempos
fue un hermoso hospital con aires caballerescos, hubiera quedado
relegado a un
contenedor de oficinas desangeladas…
-”Al menos queda la fuente y
estos enormes ventanales que lo hacen luminoso…¡Bueno, y la morcilla de
Cari!”
-se dijo para animarse-.
Pero fue en vano, porque ninguno
de los pensamientos que habían pasado por su cabeza aquella mañana
habían
conseguido quitarle la desazón que sentía desde que había sonado el
despertador. Algo le inquietaba, pero no sabía exactamente qué. Y eso le
ponía
aún más nervioso.
Su
malestar debió de resultar más obvio de lo que pretendía, porque su
nueva amiga
también lo notó. Había bajado a verle y charlar con él como hacía de vez
en
cuando, pero al poco rato le soltó:
-
¿Qué te pasa J.? Estás muy serio –le dijo-.
-
Pues la verdad es que no lo sé –contestó él,
circunspecto-.
Se habían hecho amigos desde el
primer momento en que les juntó el azar. Conectaron naturalmente, sin
esfuerzo.
Como si hubieran coincidido en otras vidas y se conocieran a la
perfección.
J.R.
sentía mucha ternura por Reme. Le parecía alegre, pero no loca.
Inocente, pero
no tonta. Fresca, pero no descarada. Y le encantaba hacerla reír y
reírse con
ella, porque en esos momentos a ambos les brillaban los ojos.
Como si a través de
la risa
pudieran sacar la cabeza y tomar una bocanada de fantasía –necesaria
como el
aire-, para sumergirse de nuevo, alegres como delfines, en las
profundidades de
la realidad.
A
Reme le gustaba el carácter de J.R. porque lo percibía suave. Pero no
ese tipo
de suavidad blandengue y fofa. No. Tenía más bien la firme suavidad de
un canto
rodado, sólo que, a diferencia de éste -moldeado por los caprichos del
tiempo-,
J.R. parecía estar esculpiéndose a sí mismo como si de una escultura de
mármol
se tratase. Daba la sensación de que no le había gustado mucho la forma
que le
había dado la vida (de pensar, de ser, de estar..) y hubiera decidido
limar
cada arista de su temperamento hasta alcanzar la redondez perfecta. Pero
sabía
que esa era una tarea ardua, si quería hacerlo bien, así que había
optado,
sabiamente, por tomárselo con calma, sin prisa pero sin pausa. De ahí la
tranquilidad que desprendía…
Pero
aquel día J.R. no estaba tranquilo. Intuía que algo iba a pasar y así se
lo
dijo a Reme.
-
Recuerda que tengo poderes, Reme. Que todo lo que
pienso espontáneamente se cumple, -dijo-.
Reme se rió porque
nunca sabía si
hablaba en serio o en broma, y es que sus
palabras decían una cosa, su media sonrisa otra, y su mirada
otra. Y
Reme decidía a cuál de las tres creer, en función de lo cerca del suelo
que
quisiera tener los pies. Porque hablar con J.R. era como columpiarse.
Uno podía
sentirse elevado hasta salirse de la órbita terrestre, o peligrosamente
cerca
de la tierra, tanto que, si te descuidabas, podías rozarte las rodillas
con la
arena. Pero esa vez Reme decidió seguirle el juego:
-
Muy bien –dijo Reme-. Tienes poderes. Entonces
sabrás qué es lo que has pensado para estar tan nervioso ¿no?. Y si
sabes lo
que has pensado puedes estar prevenido y evitarlo…
-
No es tan fácil, mi querida amiga. Sólo puedo
saber lo que va a pasar, pero no puedo intervenir de ninguna manera…
y eso que soy Interventor.
Nuevas risas. J.R. era incapaz de
perder su humor incluso en los momentos críticos…
-
Bueno, J. No te preocupes. Mira, si quieres,
como esta tarde nos vamos a quedar a hacer horas, puedo pasarme por tu
despacho
y nos tomamos ese Lambrusco de Caprabo que tienes conservado en hielo…
aunque a
estas alturas ya estará derretido !!
Quiso sacarle una sonrisa con ese
tonto comentario pero, por un lado Reme no era tan ingeniosa como J.R. y
por
otro, éste parecía francamente preocupado.
-
Vale –dijo sin mucho ánimo-. Quedamos esta
tarde.
Reme se fue a comer a
un
restaurante cercano, pero la comida apenas le aprovechó porque no podía
dejar
de pensar en su amigo. Aunque ella era de natural optimista, J.R. había
conseguido preocuparla, así que pagó la cuenta y decidió ir directamente
a
verle.
Se
dio cuenta al instante de que algo grave había ocurrido cuando vio un
coche de
la guardia civil y una ambulancia a las puertas de su lugar de trabajo.
Con el
corazón en un puño se acercó a uno de los guardias, le dijo que
trabajaba allí
y le preguntó –temerosa- qué había pasado.
-
No le puedo explicar nada, señorita, y tampoco
puedo dejarla pasar. Hemos precintado la entrada hasta que se aclare lo
sucedido.
No podía creerlo.
Presentía algo
malo y tenía que salir de dudas. Por primera vez Reme se alegró de tener
un
móvil institucional. Buscó el teléfono de uno de los vigilantes del
edificio,
con el que se llevaba muy bien, y le llamó. A los cinco tonos, cuando ya
comenzaba a desesperarse, una voz descompuesta contestó al otro lado del
teléfono.
-¿Dígame?
-Hola
Adrian,
soy Reme. Estoy en la puerta, pero lo guardias no me dejan pasar y
tampoco me dicen nada. ¿Tú sabes qué ha ocurrido?
-Pues
sí,
Reme. Siento tener que ser yo el que te dé esta mala noticia, pero
hemos
encontrado a tu amigo J.R. –el Interventor- muerto en su despacho.
Reme se quedó blanca.
La sangre
de todo su cuerpo se paralizó, presa de la impresión, y colgó el
teléfono sin
decir nada. Cuando consiguió recomponerse su actitud había cambiado. La
idea de
ver a su amigo antes de que se lo llevaran se hizo perentoria y todas
sus
neuronas comenzaron a funcionar –cosa inusual en ella- hasta dar con la
manera
de entrar en el edificio.
Se
dirigió resuelta y decidida al oficial que antes le había impedido el
paso y el
dijo:
-
Ya sé lo que ha pasado y creo que debería
dejarme entrar. Puede que yo sea la última persona que haya visto a José
Ramón
con vida y tal vez pueda ser de ayuda para esclarecer los hechos (pero
¿qué
vocabulario es éste? –pensó para sí- ¡ni que fueras abogada, Reme! Me
parece
que has visto demasiadas películas…)
-
De acuerdo, pasé usted. Pero no salga del
edificio hasta que no le dé permiso alguno de mis compañeros
¿entendido?.
-
Entendido. Muchas gracias.
Reme no podía creer lo
que
acababa de hacer. Ella jamás hubiera tenido el valor de enfrentarse a un
guardia, pero algo que no sabía qué era parecía guiar sus pasos,
diciéndole
cómo debía actuar en cada momento. Tal vez fuera J.R. desde el más allá…
Tuvo suerte, porque
cuando llegó
a la puerta de la oficina de su amigo, no había nadie. Sólo un precinto
que
intentaba disuadir a los curiosos. Lo franqueó y entró cautelosamente en
el
despacho. Los latidos de su corazón se hicieron tan audibles que le
resultaron
ensordecedores. Nunca había visto a un muerto, y menos en esas
circunstancias.
Contra todo pronóstico se
tranquilizó instantáneamente al ver el rostro de J.R., tal era la paz
que
desprendía. Su cabeza descansaba apoyada sobre la pila de papeles que
cubría la
mesa y parecía dormir sereno, con una dulce sonrisa en la cara. Tenía
exactamente la placidez de un bebé. Incluso se podría decir que estaba
contento.
-
Cómo no va a estar contento –pensó para sí,
Reme-. ¡Si se ha pimplao él solito toda la botella de Lambrusco!.
Se avergonzó al
momento de su
frívolo pensamiento. ¡Cómo se le podían ocurrir esas cosas con su amigo
de
cuerpo presente!. Pero es que J.R. tenía la facultad de hacerla reír
incluso
desde la otra vida.
Efectivamente, la botella de
Lambrusco descansaba vacía y sola en la papelera. Llamativamente sola.
-
¿Es que J.R. no tiraba ningún papel? –se
preguntó-. Y como si alguien le hubiera chivado la respuesta se contestó
que
no, que J.R. no tiraba nada. Que todo lo que había en la Vida le servía; todo
lo
valoraba. Incluso aquello que a priori no le gustaba, era capaz de
reconvertirlo, de transformarlo hasta hacer de ello algo amable.
“Entonces, si no
tiraba nada,
tampoco habría tirado la botella de Lambrusco” –pensó Reme-.
Probablemente la
habría adoptado y convertido en un hermoso jarrón donde colocaría
aquella
bonita flor de madera que un día le hizo una amiga.
La idea de que otra
persona había
dejado la botella en la papelera cruzó la mente de Reme como un
relámpago. Si
era así, la primera impresión de que J.R. había muerto por causas
naturales
podría ser falsa. Pero pensar que alguien le quería tan mal como para
matarle,
le parecía descabellado.
-Demasiadas
películas, Reme, ya te lo he dicho –se dijo para sí-. Tranquilízate,
sólo estás
sugestionada y quieres encontrar una explicación a la muerte repentina
de tu
amigo, eso es todo.
Pero a Reme le extrañaba que J.R.
hubiera decidido beber él solo cuando habían quedado esa misma tarde
para
estrenar la botella de vino. Por muy preocupado que estuviera eso no era
propio
de él. Definitivamente algo no cuadraba. Entonces lo vio.
Entre los innumerables
post-it
que se posaban ligeros como mariposas por todo su escritorio, le llamó
la
atención uno que estaba sospechosamente cerca de su mano derecha. Como
si fuera
el último que hubiera escrito antes de morir. Reme no lo pensó dos
veces. Cogió
el post-it y salió del despacho justo cuando comenzaba a oír voces al
final de
la nave. Le dirigió una última mirada de despedida a su amigo, y le
prometió
que averiguaría quién le había hecho eso, porque cada vez estaba más
convencida
de que alguien había acabado con su vida.
Mientras se encaminaba
con
tranquilidad fingida hacia la salida de la nave, se preguntó cómo podía
haber
tenido la sangre fría de robar lo que podía ser una prueba valiosísima
para
arrojar luz sobre lo sucedido. La verdad es que no se reconocía. La Reme habitual se
habría
puesto a llorar desconsoladamente nada más ver a su amigo, y sin embargo
ella
no había soltado ni una sola lágrima. Era como si todos sus sentidos
estuvieran
alertas, concentrados en la única tarea de vengarle. Ya tendría tiempo
de
llorar. Ahora Reme sólo podía sentir que una fuerza superior le impelía a
actuar y le confería el valor para hacerlo.
Pues con ese valor
contestó a los
guardias que la esperaban a la salida de la nave.
-
Señorita, no se puede estar aquí. ¿Puede
decirnos qué hacía en ese despacho?
-
Sólo quería despedirme de mi amigo antes de que
se lo llevaran, contestó Reme con tristeza. – Y para calmar la mirada
recelosa
de los guardias añadió:
-
No sé si puedo servirles de ayuda, pero creo que
he podido ser una de las últimas personas que vieron a José Ramón antes
de su
muerte.
-
En ese caso tenemos que hacerle algunas
preguntas. ¿Cuál es su nombre completo, señorita?
-
Remedios de Dios, y no admito coñas, ¿eh?.
Los guardias se
mostraron muy
profesionales porque no realizaron gesto alguno. Después le preguntaron
sobre su
relación con J.R. y cuándo fue la última vez que habló con ella. Reme
les contó
todo, incluso la extraña preocupación que tenía J.R. esa mañana. Al fin y
al
cabo no tenía nada que ocultar, y se ve que lo notaron enseguida, porque
se
relajaron al momento.
Una vez que hubo declarado lo que
querían saber, la dejaron marchar. Recogió sus cosas y se fue a casa.
Necesitaba pensar. Durante el trayecto en el tren, sacó el
post-it de su bolso y se dispuso
a leerlo. Le temblaban las manos. Sabía que probablemente en ese
pedacito de
papel, J.R. le había dejado la clave de su muerte.
Con trazos
irregulares, debidos
sin duda a que empezaba a notar que se le escapaba la vida, J.R. había
plasmado
en el post-it un dibujo curioso. Reme sabía que a su amigo le gustaba
pintar y
también que le gustaba jugar, así que no le costó llegar a la conclusión
de que
ese mensaje estaba dirigido a ella, un mensaje oculto en una especie de
jeroglífico.
-
¿Pero qué coño es esto? -se preguntó Reme-. ¿Cómo
es posible que alguien sea capaz de elaborar un jeroglífico cuando se
está
muriendo?.
La verdad es que si
había alguien
capaz de eso y mucho más, era J.R. Él era sorprendente hasta el final.
Al principio pensó que
el dibujo
tal vez fuera producto de un delirio, porque no parecía tener mucho
sentido.
Representaba a una gallina de la que salía un bocadillo –como en las
viñetas de
los tebeos- que contenía la onomatopeya de un cacareo: “COC, COC,
COOCC”. Pero
si el dibujo era desconcertante, más lo era el hecho de que el cacareo
estuviera
tachado. Como si en el último momento J.R. hubiera pensado que la señal
que estaba
dejando no era la adecuada para transmitir lo que quería.
-
Primero dibujas una gallina cacareando… ¡Y luego
lo tachas!. Desde luego J.R. no me lo has dejado muy fácil, que digamos –
le
reprochó Reme mirando al cielo-
Después de un rato cavilando tuvo
que reconocer, muy a su pesar, que a lo mejor tendría que llevar el
post-it a
la policía científica si quería esclarecer el misterio…
Aquella
noche
apenas pudo conciliar el sueño y cuando lo conseguía, una imagen
aparecía
con inquietante insistencia, una y otra vez. En el sueño veía a su amigo
hablando con una gallina que llevaba bajo el brazo. Parecían discutir.
La
gallina no hacía más que decir COC, COC, COOCC, y J.R. le respondía
enfadado:
NO, gallina, COC, COC, COOCC, NO !!
Cuando Reme se despertó, sobresaltada
por la alarma del reloj, estaba empapada en sudor. Recordaba el sueño
con
perfecta nitidez, pero seguía tan perpleja como el día anterior. La
verdad es
que no le extrañaba nada que hubiera soñado con su amigo y la gallina,
porque
se dio cuenta de que se había quedado dormida con el post-it en la mano,
estudiándolo.
-
Por cierto, ¿dónde está el post-it? –se
preguntó-. Claro con las vueltas que habré dado en la cama se habrá
caído…
Efectivamente, cuando
salió de la
cama, allí estaba el post-it, pegado en el suelo del parqué. Parecía
quejarse
de haberse caído, bueno, más bien de que le hubieran tirado, porque ese
lecho,
aunque cálido, le resultaba un poco duro. Pero esperó resignado a que
Reme le
recogiera.
Se agachó para
cogerlo y se quedó
petrificada. Por primera vez lo estaba viendo al revés, es decir con la
gallina
boca abajo y las letras invertidas. Y tuvo una revelación. Es verdad que
se
había preguntado antes por qué el último de los tres cacareos estaba
escrito de
diferente manera, pero en su momento pensó que era una licencia poética
de J.
para darle más realismo al comentario de la gallina. Ahora, al verlo
desde otra
perspectiva, se dio cuenta de que no estaba escrito así por casualidad,
que era
una pista clave. Y ella sabía el significado.
-
¡Cómo no se me había ocurrido antes! –exclamó
emocionada-. ¡¡ El tercer COOCC me está llevando a las siglas de
Comisiones
Obreras!!. Pero es que hay más: el asesino NO es de Comisiones Obreras
¿verdad,
amigo?, y no lo es porque… ¡LO HAS TACHADO!. ¡Qué ingenioso eres,
cabrón! –dijo
sonriendo al espíritu de J.R.-
Reme ató cabos y supo sin ninguna
duda quién había matado a su amigo. Se duchó, se vistió y después de
tomar un
desayuno frugal se fue a trabajar. En el tren planeó la manera de
abordar al
asesino, y cuando entró en el palacio se dirigió, serena, hasta el final
de la
nave donde sabía que estaba la mesa del compañero de J.R. Allí lo
encontró,
sentado y solo, mirando tranquilamente la pantalla del ordenador. Reme
no había
tratado mucho a Jorge Javier. Sólo sabía que era miembro de U.G.T. y que
parecía llevarse bien con J.R. Parecía.
Reme se acercó muy despacio,
teatralmente, al oído de Jorge Javier y éste se estremeció. Tal vez
esperaba oír
un mensaje diferente a lo que estaba a punto de escuchar.
- Sé que has matado a
J.R. –le
soltó a bocajarro en un susurro-. Jorge Javier se quedó lívido, lo que
otorgó
más seguridad a Reme para continuar su acusación.
-Tienes dos opciones
–dijo dueña
de sí-. La primera es negarlo todo y decir que estoy loca, pero si haces
eso te
juro que te haré la vida imposible de mil maneras distintas hasta que
confieses. Tú no me conoces. Y la otra opción -que creo que es la más
inteligente- es que lo hagas ahora y alegues enajenación mental
transitoria.
Tal vez así consigas pasar sólo unos pocos años en la cárcel. Tú
decides.
Jorge Javier sopesó
un momento
ambas posibilidades y optó por la confesión.
-
Está bien. Yo lo hice. Le maté porque las risas
que salían de su despacho cada vez que venías a verle me quemaban por
dentro.
Yo intentaba controlarme, no darle importancia, pero la sensación iba en
aumento hasta que se hizo insoportable. Entonces empecé a sentir la
urgencia de
decirle lo que pensaba y acabar con ello. Pasé tiempo dándole vueltas a
la
idea, intentado encontrar las palabras adecuadas. Había imaginado todas
las
reacciones posibles. Incluso había comprado un matarratas cuando
fantaseé con
la idea de matarle si me rechazaba. Había guardado el veneno en un cajón
y en
él descansaba olvidado, esperando su momento estelar. Total, muerto el
perro se
acabó la rabia ¿no?. Así que ayer por la tarde, como estábamos solos,
pensé que
era el momento adecuado para abordarle, y entré en el despacho decidido a
decir
lo que sentía –“Tengo que confesarte una cosa que me está matando,
J.R”-le
dije-. Él me miró curioso y me animó a continuar:-“Tú dirás Jorge”.
–“Verás,
dije con voz temblorosa, no sé como decirlo…estoy enamorado de ti”.
Aunque J.R.
trató de mantener el tipo, como caballero educado que era, no pudo
evitar dejar
traslucir cierta repulsión cuando me declaré. Yo le conocía bien y sabía
interpretar sus gestos. Así que inmediatamente salí del despacho
avergonzado.
Poco después salió él intentado apaciguar los ánimos: -No te preocupes
Jorge
Javier, yo te tengo mucho aprecio como amigo, y no es nada personal. Si
fuera
homosexual seguro que ya habría intentado seducirte, pero es que soy
asexuado,
compréndelo. Y para hacer las paces, si te parece, te invito a tomar
algo del
Lambrusco que iba a compartir con Reme esta tarde-. A mí ya nada podía
consolarme. Le quería para mí y si no podía tenerle acabaría con él. El
Lambrusco me dio una idea, así que le contesté:– “Estupendo, ve a tu
despacho
que yo voy ahora con dos vasitos de plástico que guardo para ocasiones
como
ésta”-dije aparentado normalidad-. Rescaté el matarratas del cajón y le
eché un
poco en su vaso. Entré relajado a su oficina, cogí la botella delante de
él y
llené los dos vasos.- ¡Chin, chin! ¡Por la vida!-brindamos-. La cosa se
animó y
al final terminamos la botella. Tras apurar la última copa me excusé y
salí del
despacho. No sé si llegó a pedir ayuda cuando comenzó a sentirse mal,
porque yo
me fui a mi casa en seguida. Eso es todo. El resto ya lo sabes.
Reme
le miró
con profundo desprecio y no hizo comentario alguno. No lo merecía.
Recorrió el
pasillo de la nave rumbo a la salida con una sensación de triunfo. Y una
profunda tranquilidad le invadió de repente, esa tranquilidad que solía
transmitirle J.R. Notaba que él estaba sonriendo desde el más allá,
agradecido,
y supo, como esas cosas que se saben por que sí, que su amigo había
alcanzado
la redondez perfecta. En vida él no sabía lo cerca que estaba de su
objetivo.
Fue cuando sintió que le acechaba la muerte cuando lo vio. De ahí la
enigmática
sonrisa que se le quedó prendida en el rostro.
La mayoría de las personas necesitan muchas
vidas para alcanzar esa
redondez porque no se preocupan por aprender, viven sin apenas darse
cuenta de
que están vivos. Pero J.R. no, J.R. se lo había currado, había exprimido
la Vida
al máximo y se había
ganado a pulso el premio.
…Cuando Reme sintió la certeza de ese
pensamiento entonces, sólo
entonces, comenzó a llorar.
El paseante enamorado. Poema.
El paseante enamorado
Ondulante ensoñación, tal vez pesadilla
Recóndita dicha, recóndito amor
Enséñame tu alma plena
Tu pecho cálido, tu boca serena
Tu luz de plata sobre el carmín
Paciencia toda encaramada en tu cintura
Por entre el esplendor de tu sexo
Contenida paciencia que estalla
En el alarido del goce de la pasión
Despiertas a mi voz
Despierto a tus caricias
En la suave dulzura de un nuevo día
junto a ti
Terminarán las guerras y llegará la paz
Se extinguirán las florecientes
civilizaciones
Y tú seguirás por siempre a mi lado
Vestigio de ti en mi alma
Más allá del tiempo
Vestigio eterno de amor
Y sobre mis labios el perenne recuerdo
de tus labios
Y sobre mi mirada tu mirada feliz
Y sobre tu recuerdo toda mi vida
Como un palacio de mármol
Inamovible, inacabado, indestructible
Eterno y febril
José Ramón Carballo
5 de junio de 2012
La película de la semana. Martín Hache. Adolfo Aristarain. 1997.
Eusebio Poncela, Federico Luppi, Cecilia
Roth, Juan Diego Botto...
Dirige Adolfo Aristarain.
Año 1997.
Parece que fue ayer...
Es una película de rojos, como diría mi
padre, y encima argentinos, de exiliados rojos argentinos, lo peor de lo
peor, según mi padre claro, él nunca la veía, pese a ser un gran
cinéfilo y haberme iniciado en el amor por el séptimo arte, tiene sus
prejuicios ideológicos, uno de ellos es el cine español, dice que sólo
se dedican a meterse con Franco, que no tienen otro tema, y otro
prejuicio es el cine de argentinos exiliados, como él lo denomina, Luppi
y compañía, y ni hablar del clan Bardem, en fin, eso ni mentárselo.
Es una pena porque la película, si fuera
capaz de llegar a verla, le encantaría seguro.
Se me olvidaba, otro anatema para él es
Almodóvar, es como el maligno, algo insuperable.
Y le pasaría lo mismo con Almodóvar, si
fuera capaz de romper los prejuicios ideológicos y enfrentarse con ese
cine del que abomina, sé que le encantaría, aunque aún más difícil que
conseguir que viera estas películas, siquiera una, sería que reconociera
que le ha gustado.
Mi padre es una persona de convicciones
firmes.
Bueno, al grano, que me he vuelto a ir
por las ramas...
La escena de la foto es única,
irrepetible, y fundamental en la película, yo me identifico totalmente
con esa escena y con el personaje de Eusebio Poncela.
Eusebio Poncela representa a un actor en la película, y en la escena interpreta una obra de teatro de vanguardia, podría ser Bertold Bretch, creo recordar que se trata de Esperando a Godot.
En mitad de la representación se quita la peluca, la tira al suelo, se encara con el público, lo increpa, y sale de la sala por el patio de Butacas, al salir a la calle irrumpe en una carcajada salvaje.
¿Y qué dice al público?
Pues les viene a decir algo así como que son unos pretenciosos, que no hacen nada para que las cosas cambien y mejoren, que están apoltronados, y que van al teatro para sentirse muy de izquierdas, "de izquierdas que te pasas", y muy intelectuales, que van a ver "obras, durísimas, durísimas, tío", les dice que le dan asco y se va.
Esto sí que es cuidar a tu público.
Lo demás son tonterías.
Pero la escena es insuperable en forma, contenido, interpretación, sorpresa.
Poncela representándose a sí mismo, rompedor, iconoclasta, removedor de conciencias, revolucionario más allá del falso paripé de la falsa izquierda.
Y vuelvo a mi padre, coincide con Poncela en todo, mi padre desde joven ha sido igual, y yo soy en esencia igual, por eso abomina mi padre, igual que el Poncela de la película, de esa falsa izquierda postiza que no hace sino negocios con su supuestas ideas.
Volviendo al tema, película sobre la amistad, el amor, las drogas, el desamor, el suicidio, la paternidad, la nostalgia.
Increíble película, increíble dirección, el director desaparece de la película, como debe ser, y todo parece natural, real, verdadero.
Cecilia Roth inconmensurable en un papel único, Luppi, Poncela y Botto igualmente grandiosos.
Perdón por los superlativos, pero no puedo evitarlos, si existen será para poder usarlos, y la película lo merece, y las interpretaciones especialmente.
Película superlativa pues.
Película de actores, de grandes actores.
Película imprescindible.
el paseante
Eusebio Poncela representa a un actor en la película, y en la escena interpreta una obra de teatro de vanguardia, podría ser Bertold Bretch, creo recordar que se trata de Esperando a Godot.
En mitad de la representación se quita la peluca, la tira al suelo, se encara con el público, lo increpa, y sale de la sala por el patio de Butacas, al salir a la calle irrumpe en una carcajada salvaje.
¿Y qué dice al público?
Pues les viene a decir algo así como que son unos pretenciosos, que no hacen nada para que las cosas cambien y mejoren, que están apoltronados, y que van al teatro para sentirse muy de izquierdas, "de izquierdas que te pasas", y muy intelectuales, que van a ver "obras, durísimas, durísimas, tío", les dice que le dan asco y se va.
Esto sí que es cuidar a tu público.
Lo demás son tonterías.
Pero la escena es insuperable en forma, contenido, interpretación, sorpresa.
Poncela representándose a sí mismo, rompedor, iconoclasta, removedor de conciencias, revolucionario más allá del falso paripé de la falsa izquierda.
Y vuelvo a mi padre, coincide con Poncela en todo, mi padre desde joven ha sido igual, y yo soy en esencia igual, por eso abomina mi padre, igual que el Poncela de la película, de esa falsa izquierda postiza que no hace sino negocios con su supuestas ideas.
Volviendo al tema, película sobre la amistad, el amor, las drogas, el desamor, el suicidio, la paternidad, la nostalgia.
Increíble película, increíble dirección, el director desaparece de la película, como debe ser, y todo parece natural, real, verdadero.
Cecilia Roth inconmensurable en un papel único, Luppi, Poncela y Botto igualmente grandiosos.
Perdón por los superlativos, pero no puedo evitarlos, si existen será para poder usarlos, y la película lo merece, y las interpretaciones especialmente.
Película superlativa pues.
Película de actores, de grandes actores.
Película imprescindible.
el paseante
lunes, 4 de junio de 2012
Respuesta a la sombra. Poema.
Poema dedicado a mi sombra
Amor, sombra
Plata sobre la luz
Hermosa sombra sobre las aguas reflejada
Pasión perfilada en un contorno preciso
Me muevo y te mueves
Balanceas tu figura como en un baile de olas
Sombra, amor
Eclipse de mí mismo
Refulge tu estaño tenue sobre la tierra
Alumbra tu apagada luz mi alma
Y al fin en ti contemplo siempre mi ardiente dicha
Que deambula como un fiel reflejo, alargada y fugaz
Sombra, sombra
Espeso beso infinito
Que junto con mi débil voz te aprisiona en mí
Te ata a mí, en un tango apasionado
Febril de noches reencontradas en tu regazo
Tranquilo de lágrimas lloradas por ti
Amor, amor
Labios como besos de mis pasos
Sobre la ligera atmósfera de la tarde el péndulo de oro del sol
Avanza hacia ti y te destruye
En un confín de mí que desaparece
Como en un manantial de amor
José Ramón Carballo
4 de junio de 2012
Amor, sombra
Plata sobre la luz
Hermosa sombra sobre las aguas reflejada
Pasión perfilada en un contorno preciso
Me muevo y te mueves
Balanceas tu figura como en un baile de olas
Sombra, amor
Eclipse de mí mismo
Refulge tu estaño tenue sobre la tierra
Alumbra tu apagada luz mi alma
Y al fin en ti contemplo siempre mi ardiente dicha
Que deambula como un fiel reflejo, alargada y fugaz
Sombra, sombra
Espeso beso infinito
Que junto con mi débil voz te aprisiona en mí
Te ata a mí, en un tango apasionado
Febril de noches reencontradas en tu regazo
Tranquilo de lágrimas lloradas por ti
Amor, amor
Labios como besos de mis pasos
Sobre la ligera atmósfera de la tarde el péndulo de oro del sol
Avanza hacia ti y te destruye
En un confín de mí que desaparece
Como en un manantial de amor
José Ramón Carballo
4 de junio de 2012
La sombra del paseante.
Todo empezó por casualidad.
Descubrí al paseante un día caluroso de verano mientras buscaba un sitio
para
sentarme en la Gran Vía
de
Madrid. Estaba intentado vislumbrar algún banco entre la marabunta de
gente
cuando le vi. Me llamó la atención la cadencia serena de su paso, la
expresión
tranquila de su rostro. Parecía observarlo todo sin juzgarlo,
limitándose a
saborear la Vida
hasta comprender su esencia. Fluía y se confundía con su entorno. Todo
era uno.
Esa fue la primera impresión que
me causó, y fue lo que me atrajo irremediablemente hacia él. No sé por
qué,
sentí el impulso irrefrenable de tumbarme a su sombra, aunque al momento
pensé que
sería algo difícil de hacer porque el paseante no dejaba de pasear, o
eso creí
al principio. Pero cuando decidí seguirle disimuladamente para conocer
mejor
sus costumbres, me alegró descubrir que cuando algo le impactaba se
quedaba
petrificado, se paralizaba. En esos momentos de revelación estaba más
iluminado
que nunca, y, como consecuencia de ello, su sombra se hacía más nítida,
más
definida y profunda. Irresistible. A partir de entonces, le seguí cada
día y
esperé impaciente a que se produjeran esos momentos luminosos para
tumbarme,
ávidamente, a su poderosa sombra. Qué frescor. Qué relajación. Era una
maravilla descansar a la sombra del paseante, la verdad, porque desde
esa
posición se captaban divinamente sus ondas, y podía recibir toda la
sabiduría del
mundo que le inundaba y resbalaba por su piel hasta llegar al suelo,
donde yo
la esperaba sedienta. Tanto me gustó la sensación que me producía estar a
la
sombra del paseante que acabé por fundirme con ella. Desde entonces sólo
existo
porque él existe, aunque sólo aparezco cuando está iluminado. Unas veces
me
manifiesto detrás de él, otras delante… pero cuando estoy más en mi
salsa es
cuando voy a su lado, porque entonces vamos de la mano, y me trata de
igual a
igual.
Ahora soy tu sombra, paseante.
Aunque si vamos a estar tan unidos a partir de ahora, me parece que no
tiene mucho
sentido que te siga llamando paseante ¿no?. Es demasiado formal.
Entonces creo
que te llamaré Jota. Sí. Eso haré. Encantada de conocerte Jota.
La sombra del paseante
El cubo Rubick. Contrasemblanza.
Tiene la cabeza cuadrada.
Sí.
Pero muy cuadrada.
Totalmente cuadrada.
¿Y qué has querido decir con eso?
Pues que es un cabeza cuadrada.
¡Qué ingenioso!
¿Y por qué tiene la cabeza tan cuadrada?
No lo sé, nunca me lo he preguntado.
¿Será genético o algo aprendido?
Pues seguramente ambas cosas.
¿Y no me dices nada más?
Es que no se me ocurre nada.
Hoy estás bajo de inspiración.
Algo así.
¿Y por qué?
No lo sé.
No sabes nada, esta contrasemblanza está siendo muy sosa, como muy gris.
Pues seguramente.
Te pregunto: ¿es soso, es gris, el contrasemblanceado?
Pues tal vez.
No te motiva ni decirme eso siquiera.
Nada, ni eso, no tengo mucha opinión al respecto.
Pues bien poca cosa he sacado.
Demasiado, diría yo.
Vale, vale, ¿te encuentras bien?
Perfectamente.
¿Eres feliz?
Absolutamente.
¿Entonces?
¿Entonces qué?
¿Qué te pasa?
Nada, que soy feliz.
Pues ten cuidado no sea que con la felicidad se te vaya la inspiración, la creatividad.
No lo creo...
el paseante
Sí.
Pero muy cuadrada.
Totalmente cuadrada.
¿Y qué has querido decir con eso?
Pues que es un cabeza cuadrada.
¡Qué ingenioso!
¿Y por qué tiene la cabeza tan cuadrada?
No lo sé, nunca me lo he preguntado.
¿Será genético o algo aprendido?
Pues seguramente ambas cosas.
¿Y no me dices nada más?
Es que no se me ocurre nada.
Hoy estás bajo de inspiración.
Algo así.
¿Y por qué?
No lo sé.
No sabes nada, esta contrasemblanza está siendo muy sosa, como muy gris.
Pues seguramente.
Te pregunto: ¿es soso, es gris, el contrasemblanceado?
Pues tal vez.
No te motiva ni decirme eso siquiera.
Nada, ni eso, no tengo mucha opinión al respecto.
Pues bien poca cosa he sacado.
Demasiado, diría yo.
Vale, vale, ¿te encuentras bien?
Perfectamente.
¿Eres feliz?
Absolutamente.
¿Entonces?
¿Entonces qué?
¿Qué te pasa?
Nada, que soy feliz.
Pues ten cuidado no sea que con la felicidad se te vaya la inspiración, la creatividad.
No lo creo...
el paseante
viernes, 1 de junio de 2012
Consejos de salud: la ducha de agua fría.
Esta costumbre es muy
buena en verano, así como también en invierno. Tiene
muchísimos
beneficios para todo el organismo, entre ellos encontramos:
Las venas se contraen, se reactiva la circulación de
la sangre, la
piel se tersa, llevando sangre y oxígeno a cada poro. Revitaliza y
tonifica
todos nuestros músculos y mente. Beneficiosa contra el tan común dolor
de
piernas y muchos estados de fatiga mental. Estimulación total de las
defensas.
El organismo empezaría a generar glóbulos blancos fortificándose contra
resfriados, gripes y muchos tipos de asma
Previene
la calvicie:
al estimular el cuero cabelludo, su corriente sanguínea se excita
revigorizando
todos sus vasos sanguíneos y fortaleciendo la capa superior del tejido.
El agua
muy caliente es sedante para nuestro pelo.
Alerta:
una persona que se ducha con agua fría está mejor predispuesta a
realizar un
trabajo físico o mental, además está más alerta y despejada, que una que
lo
haya hecho con agua caliente, pues despierta los sentidos
Es muy bueno ducharse con agua fría antes de
meditar. Nuestro
estado mental es más sereno y controlable.
Mejora la disposición de nuestros órganos internos,
aumenta el
metabolismo, por lo tanto existiría una mayor eliminación de lo que nos
sobra
en nuestro cuerpo, estimula la diuresis, disminuye el pulso y la
respiración…
Ni hablemos de la reacción en los testículos de un
hombre,
mejora notablemente la calidad y la producción de los espermatozoides.
También ayuda a combatir la depresión, según un
estudio (Discovery news),
ya que puede activar el locus ceruleus,
zona del cerebro que es la principal suministradora de noradrenalina,
sustancia que puede ayudar a aliviar la depresión. Se cree que es debido
a que
el número de receptores cutáneos del frio es de 3 a 10 veces superior al
de
receptores de calor, con lo que la ducha fría sería una especie de
“electroshock suave” para el cerebro, activando esa zona y, por tanto,
la
producción de esa sustancia..
En las horas posteriores tenemos una sensación de
placer y bienestar.
Chopin y mi gato. Poema.
Chopin y mi gato
Sonaba en la radio un nocturno de Chopin
Anochecía sobre Madrid lentamente
En tus pupilas verdes se iba apagando el
tenue reflejo de la luz del día
Y se te entrecerraban tus ojos, gato,
con un pesado primer sueño
La dulce armonía del piano te acompañaba
Te mecía en tu ronroneo que punteaba los
compases del piano
Chopin y tú tocabais al unísono,
interpretabais toda la ternura del mundo
Toda la ternura que desde mi alma iba y
volvía hasta la tuya
Rozando tu alma en una delicada caricia
de amor
Se desvanecía el día, se desvanecía la
música, te desvanecías tú en tu sueño
Ibas cayendo por suaves pendientes de
arpegios entrelazados
Armonía que hacía nacer en mí
sentimientos de belleza
De dulzura
Y de amor
José Ramón Carballo
1 de junio de 2012
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