El novelista
ingenuo y el sentimental. Orhan Pamuk.
Acabo de leer hace unas semanas
este pequeño ensayo del premio Nobel turco sobre la novela, está basado en una
serie de conferencias que pronunció en la Universidad de Harvard
en 2009.
Es, por ahora, el último libro
del autor, del cual ya os recomendé la lectura de Estambul, obra ésta de
recuerdos y remembranzas de sus orígenes y de la ciudad de Estambul durante su
niñez y juventud que contiene además interesantes documentos gráficos que
ilustran el contenido de estas memorias de los inicios en la vida de su autor.
Volviendo al libro que hoy nos
ocupa os diré que se trata de la manifestación de lo que Pamuk entiende que es
una novela, lo que supone tanto para el lector como para el escritor, cuyas
actividades respecto a la novela, el leer como el escribir, van en paralelo,
tratando ambas de encontrar lo que él denomina el centro de la novela, es decir,
su propósito último, cuyo descubrimiento es la principal motivación tanto de la
lectura como de la escritura.
Diferencia Pamuk dos tipos de
escritores y por ende también dos tipos de lectores, el ingenuo y el
sentimental, según esto los primeros no buscan nada a través de la novela,
simplemente distraerse, siendo el paradigma de esto la literatura de género y
de evasión, por el contrario tanto el lector como el escritor sentimentales sí
buscan algo a través tanto de la lectura como de la escritura, y es
precisamente ese centro secreto de la novela lo que buscan hallar al fin en sus
páginas, y ese centro no es sino una propuesta sobre el verdadero significado
que tiene la vida, todo ello a través de una trama cargada de detalles,
descripciones, personajes, situaciones, pensamientos, sentimientos, emociones,
escenarios, paisajes…
Habla Pamuk de la doble consideración
que todo escritor tiene también como lector, de sus experiencias propias en
ambas actividades, la de lector y la de escritor, y de sus novelas favoritas,
Anna Karénina, En busca del tiempo perdido, La montaña mágica, el Ulises de
Joyce, y Las olas de Virgina Woolf.
Pone un ejemplo bellísimo de
descripción en la que hay que averiguar qué es lo que el autor quiere
transmitirnos más allá de la literalidad del texto, y no sólo respecto a los
sentimientos de su protagonista sino de nuestros propios sentimientos al
identificarnos con la protagonista, es decir, el mensaje que el escritor nos
quiere hacer llegar sobre ese centro de la novela, ese significado profundo
sobre la vida, al cual va haciendo sucesivas aproximaciones a lo largo de la
misma, se trata de un fragmento de Anna Karénina en el cual Tolstoy describe
como Anna viaja en tren de regreso a su casa desde Moscú donde ha asistido a una fiesta
en la cual se ha encontrado por primera vez con el que será más adelante su amante,
el Conde Vronski, la nieve cae al otro lado de la ventanilla y uno parece
transportarse al compartimento del tren, a la magia del momento, al silencio de
la nieve que dulcemente cae sobre el campo, y a los sentimientos incipientes
que la protagonista abriga en su corazón.
Este fragmento parece ser el
centro secreto de todo el ensayo de Pamuk sobre la novela, Anna Karénina viaja
en el compartimento de un tren de regreso a su casa, fuera cae la nieve…
Me he sentido profundamente
identificado con este ensayo, es más, me ha sucedido algo que me sucede con
algunos escritores como Pamuk, me parece que saben cosas de mí que hasta yo
mismo desconozco, que escriben como si me hablaran desde dentro de mis
pensamientos, como si fueran la voz de mi conciencia, como si fueran, en
definitiva, yo mismo, y ésa es la gran literatura, la literatura con
mayúsculas, aquélla en la que te ves a ti mismo, y sientes como si la
estuvieras viviendo.
P.d.- Este libro lo compré porque
me salió al paso, estaba expuesto en el escaparate de una librería de la calle
Santa Isabel, junto al viejo cine Doré, una librería encantadora que recomiendo
visitar, solamente ver el local vale la pena (fijaros en los escaparates, la
tarima y la vigas vistas, en el mobiliario, todo absolutamente galdosiano),
tienen además unas selección de libros escogida con muy buen gusto, es librería-cafetería
y tiene wifi. Modernidad y tradición sabiamente conjugadas en un lugar lleno de
encanto bohemio e intelectual.
El libro como digo me miró cuando
yo pasaba y me saludó, levantó su pequeña mano de niño y me dijo: adiós José
Ramón, yo seguí caminando calle abajo, al llegar al antiguo hospital de San
Carlos caí en la cuenta y me dije a mí mismo: pero si me ha saludado un libro,
es inverosímil, y volví a por él para leerlo y tenerlo ya siempre junto a mí.
El paseante
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