miércoles, 1 de agosto de 2012

El cuadro de la semana. Interior con gato. David Hockney.


Deliciosa imagen, plácida, color, luz, equilibrio, belleza, desborda espiritualidad, sosiego, paz, amor, hay como un diálogo mudo entre todos los elementos del cuadro que componen una especie de poema, de canto a la vida, a la belleza y al amor del instante presente.
Parece un cuadro renacentista en sus figuras, en la expresión de sus rostros, en la luz, tan impecablemente tratada, tan delicadamente reflejada, todo parece tan real y a la vez tan ideal, como es en ocasiones la vida, tan emocionante y bella que no parece real, es este cuadro un canto a la vida, a la felicidad, el bienestar, el amor, el placer.
Lleno de sorprendentes detalles, el pintor observa, es su papel, y sublima sus observaciones en ideas mediante la forma de presentarnos los elementos del cuadro.
Y en el centro del cuadro, culminación de nuestra observación, el gato blanco mirando hacia el exterior, enfrentando la luz del día, la plenitud del momento presente.
El gato mira fuera pero los dos personajes del cuadro nos miran, miran al espectador como si de una foto se tratara, como queriéndonos transmitir la magia de su momento, de su vida, como queriendo compartir con nosotros lo que son, tienen y representan, como queriéndonos trasladar la riqueza de su existencia diciéndonos que en realidad ésa es igualmente la riqueza de nuestra existencia, porque toda existencia es igualmente rica, es una cuestión de saber mirar.
El artista, el pintor en este caso, nos descubre la belleza en lo cotidiano, lo que para otra persona pasa desapercibido para el artista es algo deslumbrante que le impresiona y que le hace sentir la imperiosa necesidad de transmitirlo, contarlo, narrarlo, de compartir ese riqueza suya con los demás.
Porque el artista descubre la vida y nos la muestra para que seamos más conscientes de ella y de su hermosura.

el paseante
 

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