jueves, 5 de julio de 2012

Summer time (3).


¿Os acordáis de mi amiga Summer Time?
Ya os he hablado de ella, de nombre Summer, y de apellido Time, su padre era norteamericano, cirujano plástico, pionero de la cirugía plástica en aquella década de los 70, su madre española, de apellido Fernández, mi amiga se llamaba por tanto Summer Time Fernández, suena como las rebajas de verano de una tienda de ropa, Los Fernández, ¿verdad?
Bueno, pues mi amiga Summer Time vivía, o eso decía ella, en la última planta de la Torre de Valencia de Madrid, que qué es la Torre de Valencia, pues ese antiestético edificio que estropea la vista de la Puerta de Alcalá y le pone en perspectiva una especie de gorro, vamos, una aberración urbanística de primer orden, de la época franquista que es cuando se destrozó la esencia de Madrid.
Su padre tenía la consulta en la misma Torre, en un piso de las primeras plantas, todo esto según ella, claro, yo nunca llegué a ver nada.
Summer Time Fernández fue una amistad de verano, la conocí en Gandía en el mes de Agosto, donde puedes encontrarte a medio Madrid, era Summer a primera vista una más de la pandilla, pero en un análisis más detallado te dabas cuenta de que no era una más ni mucho menos, tenía algo especial, una chispa propia e inconfundible, una sagaz inteligencia, un burbujeante sentido del humor, y unas destacadas dotes de histrionismo.
Todo lo cual hizo que quedara inmediatamente fascinado por ella.
Físicamente era algo rellenita, de aspecto muy saludable, rubia, ojos claros, preciosa sonrisa, mediana estatura, buen gusto en el vestir, perfecta educación, don de gentes.
En su apariencia se mezclaban a partes iguales lo norteamericano y lo español, y tan pronto rastreabas la pista de un rasgo yanqui enseguida se imponía un rasgo spanish como pretendiendo borrarlo, y viceversa, lo cual le daba a Summer un toque ambivalente muy atractivo que la hacía muy interesante.
Enseguida nos hicimos amigos, yo por aquel entonces era un quinceañero algo tímido, muy retraído en mí mismo, y al que le daba pereza relacionarse, si bien cuando llegaba a relacionarme con los demás era desmedido, no tenía límites.
Ella debió de ver en mí esa dualidad, igual que yo vi en ella su dualidad yanqui-spanish, y nos entendíamos muy bien, además éramos complementarios físicamente, yo flaco y ella rellenita, yo alto y ella de mediana estatura, yo spanish 100% y ella no.
Summer lucía aquel lejano verano de Gandía un bronceado dorado muy bonito, y tenía una piel preciosa…
(continuará)
El paseante
 

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