miércoles, 4 de julio de 2012

El gatito de mi oficina me mira.


Ahí se pone todas las mañanas a primera hora, sea otoño, invierno, primavera o verano, da igual, cada mañana viene junto a mi ventana y me mira, a veces no me doy cuenta hasta al cabo de un rato, miro y veo su atenta mirada sobre mí.
Me quiere el gatito, me ha cogido cariño y yo a él.
Seguro que se pregunta qué hago sentado en mi silla, tecleando y mirando la pantalla del ordenador rodeado de expedientes, papeles, bajo la luz del flexo.
Hoy le he hecho esta foto, y al momento se ha marchado, se ve que no le gusta mucho la popularidad, al fin y al cabo los gatos son animales solitarios, muy independientes.
En el jardín del edificio donde trabajo, Palacio de Maudes, hay gatos que viven a su aire y son felices, cazando pájaros, trepando por los árboles, relamiéndose de su libertad dentro de este oasis urbano, desde mi ventana soy testigo de sus aventuras.
Y ya está, nada más que contar por ahora.
Habrá que ponerle nombre al gato...
Al menos a éste mi compañero de fatigas y soledades.
el paseante

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