lunes, 16 de julio de 2012

Conversaciones de piscina.


Todo el mundo contándose las vacaciones en la piscina, las vacaciones que van a tener, dónde van a ir, disfrute anticipado del placer de las vacaciones, algo psicológicamente lógico y recomendable, las vacaciones extienden sus benéficos efectos sobre nosotros anticipadamente, como proyecto, y posteriormente, como realización, y en ocasiones es mayor el placer anticipado que el real, con frecuencia los planes no alcanzan las expectativas, es el problema de la realidad, difícilmente supera la ficción.
Me tumbo al sol y cierro los ojos, de repente surgen acá y allá conversaciones cruzadas, las oigo al principio involuntariamente, menudo rollo, me digo, y al rato comienzan a resultarme curiosas, luego interesantes, y enseguida me auto observo analizándolas.
Mi mente vuela detrás de las palabras anónimas, imagina cómo es el que las pronuncia, a quién se dirigen, qué rasgos de la personalidad tienen los interlocutores, qué buscan contándose las vacaciones.
Interesante, me digo, cuando me incorporo de tomar el sol y miro alrededor, nada que ver con lo imaginado, para empezar todo el mundo habla como si fuera joven, la mayoría no lo son ya, todo el mundo habla como si fuera feliz, la mayoría no lo parecen en absoluto, todo el mundo habla como si no le importara el dinero, y al mirarlos tampoco lo parece.
Es un mundo ideal, ficticio, fingido, inventado, exagerado, territorio abonado para la mentira pues nadie va a ir detrás de ellos a comprobar dónde veranearon efectivamente, tal vez se encierren en sus casas y luego digan que han estado en Sotogrande.
Bueno, algunos complementan las vacaciones yendo por ejemplo a ver a la familia a Gijón, pero eso es como de poca monta, enseguida alguien les hace un comentario sarcástico, y cuando vuelven a contar las vacaciones al siguiente ya no mencionan Gijón, ¿a quién se le ocurre irse a Gijón?
Sancti Petri y Guadalmina, por supuesto...
Son sitios para ir de vacaciones y poder contarlo, aunque luego no nos gusten y nos guste más Gijón, da igual, lo representativo de estatus es lo importante.
Le da pereza a uno oír el trabajo que se va a traer esta pobre gente cruzándose España de punta a punta, sin resuello se van a quedar para poder cumplir su programa de vacaciones, al final descansarían más sin moverse de una hamaca de la piscina leyendo un buen libro.
Y todo el dinero que se van a gastar para poder contar algo que valga la pena a los amigos a la vuelta, ahorrarían más en Gijón con la familia, pero eso ni mentarlo.
Me vuelvo a tumbar al sol y surgen nuevas conversaciones, todos han estado en cualquier sitio a los que los otros vayan a ir, increíble, no hay sitio que no conozcan.
Me da pereza sólo oírles, creo que me voy a ir al pueblo a veranear, como se hacía de toda la vida, con manta por las noches que refresca, y la hogaza de pan de la tahona, la mejor, a ver pasar el rebaño de ovejas por la tarde, y a comer productos de la huerta, los tomates son exquisitos.
Como toda la vida de Dios.
¡Qué pereza por Dios, menudos trabajos se trae la gente en vacaciones!

el paseante

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