viernes, 27 de julio de 2012

La lectura del fin de semana. Juan Salvador Gaviota. Richard Bach. 1970.


La mayoría de las gaviotas no se molestaban en aprender sino las normas de vuelo más elementales: cómo ir y volver entre playa y comida. Para la mayoría de las gaviotas, no es volar lo que importa, sino comer. Para esta gaviota, sin embargo, no era comer lo que le importaba, sino volar. Más que nada en el mundo. Juan Salvador Gaviota amaba volar. 

Este modo de pensar, descubrió, no es la manera con que uno se hace popular entre los demás pájaros.

Durante los días sucesivos, intentó comportarse como las demás gaviotas; lo intentó de verdad, trinando, y batiéndose con la Bandada, cerca del muelle y los pesqueros, lanzándose sobre un pedazo de pan o algún pez. Pero no le dio resultado.

Es todo tan inútil, pensó y deliberadamente dejó caer una anchoa duramente disputada a una vieja y hambrienta gaviota que le perseguía. Podría estar empleando todo este tiempo en aprender a volar. ¡Hay tanto que aprender!

A
medida que se hundía, una voz hueca y extraña resonó en su interior. No hay forma de evitarlo. Soy gaviota. Soy limitada por naturaleza. Si estuviese destinado a aprender tanto sobre volar tendría por cerebro cartas de navegación. Si estuviese destinado a volar a alta velocidad, tendría las alas cortas de un halcón.

Cuando Juan Gaviota volvió a la bandada ya en la playa, era totalmente de noche. Estaba mareado y rendido. No obstante y no sin satisfacción, hizo un rizo para aterrizar rápido justo antes de tocar tierra. Cuando sepan, pensó lo del Descubrimiento, se pondrán locos de alegría ¡ Cuánto mayor sentido tiene ahora la vida¡ En lugar de nuestro lento y pesado ir y venir a los pesqueros, hay una razón para vivir. Podremos alzarnos sobre nuestra ignorancia, podremos descubrirnos como criaturas de perfección, inteligencia y habilidad. ¡ Podremos ser libres!
Juan Salvador Gaviota (fragmentos)
Richard Bach

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