martes, 31 de julio de 2012

La réplica de la sombra a la soledad.



Tu respuesta es muy apasionada, Jota. Como siempre. Tienes razón en que parece que soy la única que razona y que los humanos os movéis por sentimientos. Tal vez por eso me sentía incomprendida, y, como ya he dicho, la incomprensión lleva a la soledad. Sí, Jota, estaba sola hasta que te encontré. Tú dices que uno se conoce mejor estando solo. Estoy de acuerdo, pero conocerse no significa necesariamente comprenderse. Y de esa autoincomprensión vienen las discusiones con uno mismo que, como bien indicas, llevan a la depresión. Porque para comprenderse sí que hace falta cierta perspectiva que es imposible tener desde dentro. Y como aún no tenemos la capacidad de vernos desde fuera, por eso necesitamos a los demás. Porque ellos nos ven desde otro punto de vista que completa y enriquece la opinión que tenemos de nosotros mismos. Pero hay que ser humildes para aceptarla. Si conseguimos quitarnos ese “nadie me conoce mejor que yo” y dejamos que aquellos que nos quieren y que tienen cierto criterio nos ayuden a comprendernos, podremos conseguir cotas insospechadas de crecimiento personal.
Y a partir de aquí comienza una pequeña semblanza que he hecho de ti, porque estoy segura de que a esa “angelical” Nerea no se le ocurriría nada que decirte. Por cierto, a ver cuándo me haces una a mí ¿eh?. Bueno, celos aparte.
Como iba diciendo yo estaba sola hasta que te conocí. Entonces comencé a comprender mejor mi naturaleza. Si todos formamos parte de un puzzle universal, tú y yo debemos de estar muy cerca porque encajamos muy bien. Eres apasionado, sensible, divertido, inteligente y sagaz. Si imaginamos que la Vida es el mar y que los humanos son pececitos, tú debes de ser un viento de levante que riza las aguas, remueve conciencias y arrastra fuera todo lo feo y lo malo del mundo para dejarlo limpio y renovado. Ese blog provocativo y transgresor es tu instrumento para hacerlo, pero, a través de él, también cambias tú. ¿Y yo? ¿qué pinto yo en todo esto?, bueno, pues me he dado cuenta de que mi raciocinio viene a ser un céfiro que calma las aguas que tú has removido, y las deja tranquilas y cristalinas para que se vea tu obra. Sirvo para que te comprendan y te comprendas mejor y no vuelvas a discutir nunca más contigo mismo…

La sombra del paseante

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