martes, 3 de julio de 2012

El fútbol y yo.


El sonido de los partidos retransmitidos por la televisión en blanco y negro de la época es el fondo sonoro de las tardes de domingo de mi niñez, y digo el fondo sonoro porque para mí aquello era un rollo insufrible, para mi padre también debía serlo porque tampoco lo veía, la tele se dejaba puesta para estar pendientes de cuándo acababa el fútbol, seguramente después habría alguna película interesante o algún concurso, tal vez un programa musical en el que saldría Karina o Los Tres Sudamericanos.
Los partidos de entonces se retransmitían de forma muy precaria, sólo se salvaban gracias a unos magníficos comentaristas, Matías Prats padre y compañía, que te hacían vivir con emoción las jugadas, tenían aún la escuela de los comentaristas de radio, hacían vibrar con sus palabras.
Aquel fútbol televisado de los comienzos de la televisión era más para ser escuchado que para ser visto.
La televisión por aquel entonces era monotema, si ponían fútbol había que esperar a que terminara para ver otra cosa, sólo había dos canales, la Uno y la Dos, así denominadas, y la Dos tenía un horario de emisión aún más limitado que la Uno, que ya es decir...
La tele paraba entre las cuatro y la siete de la tarde aproximadamente y comenzaba como a la una, esto la primera cadena, la segunda cadena comenzaba a las 8:30 y los sábados y domingos a las 6:30 si no recuerdo mal.
Haceros una idea, si tocaba fútbol tocaba fútbol y punto.
Cuando había fútbol yo me ponía a dibujar, mi afición favorita desde niño, o me inventaba cualquier cosa, aburrirme no me aburría nunca, siempre he tenido mucha imaginación, y estaba atento en la lejanía al runrún del locutor del partido por ver si terminaba aquel suplicio y ponían algo que valiera la pena.
Tampoco en el colegio se hablaba tanto de fútbol, al menos en el mío, el fútbol por aquel entonces era cosa más de mayores y más de grandes partidos, las finales y cosas por el estilo.
Lo que yo sí que hacía era la quiniela todos los viernes, nunca llegué a ganar nada, aquello debía de ser muy difícil o tal vez mis nulos conocimientos de fútbol lo hacían más difícil, no lo sé.
Más tarde en mi adolescencia el fútbol era algo considerado como poco intelectual, más bien nada intelectual o anti intelectual, y por tanto digno de ser aborrecido.
Es mucho más tarde cuando vuelve a estar de moda siquiera sea tímidamente, antes de llegar al furor actual.
Desde un punto de vista intelectual en mi opinión es algo decididamente deleznable, pero no así desde un punto de vista emotivo, a través del fútbol se movilizan todos los más básicos instintos tribales, de lucha y sometimiento del contrario o enemigo.
De esta manera las sociedades actuales se cohesionan frente a algo, se posicionan, recuperan su razón de ser primigenia, sobrevivir frente al otro grupo.
Tal vez quede el reducto del fútbol como único elemento de cohesión nacional actualmente, en estos tiempos de globalización y de mezcla de nacionalidades, de inmigración y de falta de credos incluso políticos.
Sólo nos queda ya como raza el pertenecer o ser aficionados de un determinado equipo, ésta es, hoy por hoy, nuestra única seña de identidad diferenciadora como grupo, en un mundo en el que día a día impera el sálvese quien pueda.

el paseante

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