martes, 24 de julio de 2012

La película de la semana. Steel Magnolias. Herbert Ross. 1989.


"Prefiero tener solo media hora de felicidad que toda una vida sin nada especial..."

Shelby Eatenton Latcherie en "Magnolias de acero"

Es de esas películas que cuando termina sientes que ya no eres el mismo, que nunca volverás a ser ya el mismo, como si hubiera sucedido un cataclismo dentro de ti que todo lo anterior lo ha echado abajo y tuvieras ahora que reconstruirte de manera totalmente diferente a como eras, como si hubieras visto por primera vez la vida verdaderamente, tal cual es, sin ilusiones ni engaños, sin falsas coartadas, fingimientos y estúpidos convencionalismos, tal es la fuerza de esta película que te arrolla, pasa sobre ti como una manada de rinocerontes, te aplasta y luego se va, y después se hace el silencio, el vacío, y te quedas pensando en que ya no eres el mismo, en que ya nunca volverás a ser el mismo, en que eres diferente, más consciente, más sabio, mejor, y por eso mismo menos complaciente con la anestesiada ignorancia que impera en el mundo.
Tremenda película que en tono de comedia nos mete de lleno en la tragedia de la existencia, porque nos muestra cómo toda existencia al final es trágica lo queramos o no, nos engañemos o no, lo veamos o no, en esta película se nos quita la anestesia del vivir de golpe y porrazo, a las bravas, sin esperarlo, como en la vida, cuando todo parecía que iba bien, que iba a funcionar, que por fin estamos en el buen camino, va y se desmorona todo, como si nada pasara, sin previo aviso, pillándonos desamparados como un niño que necesita protección.
Lo dijo Borges tal vez, "los futuros tienen esa forma de caerse en medio", tal vez lo dijo, en cualquier caso es tan cierto...
El reparto a la vista está, es insuperable, el director, pues ya se sabe, Herbert Ross, sobran las palabras, la obra que sirve de base a la película es una exitosa obra de teatro de Broadway, y se nota.
Pero luego hay algo intangible que no es sino la capacidad que tiene el verdadero ARTE con mayúsculas de elevarnos a un plano de belleza, de verdad, de pureza, un mundo de ideas en el que el hombre se descubre a sí mismo, descubre su sentido en la vida, su verdad, su esencia, su verdadero amor.
La relación entre una madre y una hija, la relación entre un grupo de mujeres, la lucha por la vida, la enfermedad, el sufrimiento, la muerte, el recuerdo, y el amor, sólo el amor, como la promesa eterna de felicidad eternamente demorada.
¿Te suena?
Imprescindible, ya lo dice mi padre, cuando los americanos hacen una buena película es insuperable, y ésta lo es.
No os la perdáis.

el paseante 

No hay comentarios:

Publicar un comentario