Estoy de acuerdo contigo en que cuanto
más evolucionada está el alma es más capaz de amar y más cerca está de Dios,
porque si Dios es algo tiene que ser Amor. Pero no creo que el desamor también
nos haga divinos como tú dices, Jota; más bien demuestra que somos humanos,
porque dudo mucho que Dios sufra por desamor ¿no te parece?. ¿Tú crees que a él
le importa si le queremos o no?. Me temo que la respuesta es no. Pero,
efectivamente, ese Amor tan absoluto, tan plenamente desinteresado sólo le
corresponde a Él. Los humanos tenemos que sufrir, en mayor o menor medida el
desamor, porque, como tú bien dices es muy difícil vivir sin que nos quieran,
pero eso sólo se debe, de nuevo, a nuestro propio ego, a nuestro amor propio. A
ti te ha tocado sufrir mucho por desamor, y siento de veras que hayas tenido
que llegar al extremo de dudar de la maravilla de estar vivo. Yo, por fortuna,
no he llegado a ese punto, aunque, como sombra que soy -no humana pero tampoco
divina-, también he sufrido por amor.
Pienso que el
desamor no es más que autocompasión. En la medida en que quieres DE VERDAD a
alguien tu yo desaparece, ya no importas tanto y por ese motivo es más difícil
sufrir cuando dejan de quererte, porque la felicidad de la otra persona sigue
siendo tu prioridad y si tu pareja ha sentido que será más feliz sin ti, pues
lo aceptas con naturalidad. Aunque llegar a esto no es fácil, porque el ser humano
nace con un ego muy marcado. Pero para eso está el desamor, para acabar con él;
para hacernos más humildes y enseñarnos una valiosa lección: que no somos el
centro del universo, que somos insignificantes. Pero aprender eso es doloroso,
por supuesto. Nadie quiere reconocer que no es importante. Todos nos creemos
imprescindibles, pero no lo somos. Y cuando aprendemos a asumir esta verdad, a
base de sufrimiento y múltiples desengaños, entonces, y sólo entonces empezamos
a disfrutar del Amor sin temer al desamor; nos quitamos el caparazón de
desconfianza que nos protege y vivimos a pecho descubierto…
…Empezamos a
acercarnos al amor desinteresado, al Amor Divino.
La sombra del paseante
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