He estado viendo tu Facebook, una vez más, sí, no puedo
dejar de ver tu Facebook, me alimento de sus novedades, me atrae tu Facebook
como una fruta prohibida, la fruta del pecado, la tentación, tu Facebook es
como el diablo que me tienta, me ofrece una manzana del pecado y me hace caer,
mancho mi pensamiento con tu Facebook, me contamina tu Facebook, me envilece,
me arrastra, tu Facebook es ese lodazal en el que me revuelco como un cerdo en
el lodo, todos esos detritus de tu Facebook son el lodazal de mierda en el que
revuelco mi pensamiento, y en ese infierno de sucio y maloliente lodo veo al
fin el otro lado de la existencia, el lado más real y despiadado de la vida, la
locura, tu locura.
Todo ese lodo inacabable, profundo, escurridizo, no es sino
tu subconsciente, un subconsciente que sale a la luz a través de las imágenes
de tu vida como una representación fiel de los más recónditos y oscuros rincones de tu mente, ahí está todo, todo, todo, de ahí que sea inabarcable, infinito
en sus posibilidades, ilimitado en su análisis, tu Facebook es como un
caleidoscopio, de repente una nueva imagen hace que se recoloquen todas las
demás y que todo adquiera una dimensión diferente, nueva, sorprendente,
inesperada, disparatada, absurda, pero real, verdadera, y así va transfigurándose
tu verdadera naturaleza, va tornándose en algo diferente cada vez, inverosímil,
inesperada, surrealista naturaleza la tuya, a través de tu Facebook todo tu
subconsciente aflora y queda retratado sucesivamente, tu Facebook es como tu
sueño diario puesto a la luz, a la vista de cualquiera, apasionante, trastornador,
una locura, un delirio cotidiano, un frenesí imparable.
Tu Facebook nutricio, seminal, prolífico, fecundo Facebook, Génesis y Apocalipsis, comienzo y final de todo.
El paseante
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