jueves, 11 de abril de 2013

Entrevista con Marcel Proust (5). El amor.



-          Querido y admirado maestro le propongo que hablemos hoy sobre el amor.
-          Encantado querido José Ramón, por mi parte no hay ningún inconveniente, será un verdadero placer.
-          Según aparece el amor reflejado en su obra podría afirmarse que es usted un gran experto en la materia, ¿pero, dígame, su conocimiento sobre el amor es fruto de la propia experiencia o se trata de un aprendizaje indirecto a través de testimonios o de referencias literarias?
-          Si le he de decir la verdad considero que el amor sólo se entiende si se experimenta, cuando no se ha experimentado y se escucha o se lee parece algo inventado, irreal, imaginario, una tontería, una locura, algo totalmente absurdo.
-          ¿Y es realmente algo absurdo?
-          Lo es sin duda para el espectador pero no así para el que lo está viviendo, por el contrario para el enamorado el amor no solamente tiene significado sino que tiene todo el significado.
-          ¿Qué quiere decir?
-          Que para él todo el significado del mundo se resume en el amor.
-          ¿Cree en eso realmente?
-          Creo en eso sólo cuando me he enamorado, el resto del tiempo, cuando lo he observado en los demás me ha parecido igualmente una patraña, pero el poder mágico del amor hace que uno quede hechizado, que se convierta en alguien diferente.
-          ¿Y todo esto por qué, y lo que es aún más importante, para qué?
-          Para nada y para todo, desde un punto de vista práctico es un derroche, algo ruinoso, un auténtico despilfarro, toda esa energía dedicada a otro fin haría que consiguiéramos resultados más provechosos, que nos convienen más desde un punto de vista material, pero el amor es el reino de la espiritualidad sublimada, del puro espíritu, sólo a través del amor en sus diferentes formas volvemos a ser un alma que se libera de toda atadura material y nos elevamos hacia el reino del espíritu puro, del cual provenimos y al cual habremos de regresar.
-          ¿Y esto a través del amor a la persona amada?
-          No exclusivamente, no siempre, el objeto amado no siempre es una persona amada.
-          ¿No?
-          Puede ser uno mismo, puede ser otro ser vivo cualquiera, puede ser la divinidad, piense en los grandes místicos, en los ascetas, puede ser un amor a la vida entendida en su totalidad, el amor a la obra que uno desarrolla en la vida, el amor por los demás a través de la compasión, el amor filial, el amor paternal, el amor por los amigos, el amor por el amado también, por supuesto, pero también el amor a las ideas, a los conceptos abstractos, a unos valores, a una filosofía de vida… Podría continuar enumerando y enumerando, y dentro de los objetos amados se aman las razones que contienen.
-          ¿Las razones que contienen, eso no lo comprendo?
-          Las razones que para nosotros los hacen objeto de nuestro amor, eso varía de un sujeto a otro, de ahí que la idiosincrasia de cada cual nos lleve a elegir no solamente lo que amamos sino qué amamos dentro de lo que amamos.
-          ¿Eso vendría a ser el porqué?
-          El porqué está antes de eso, está en nuestro interior, en nuestra alma que busca encontrarse con lo que le es afín, lo que la completa, buscando la perfección, buscando en definitiva la divinidad, el reencuentro con la divinidad que per se es perfecta.
-          ¿Ése sería el para qué?
-          Ése sería el fin, el para qué es la finalidad que para nosotros tiene alcanzar el fin, y esa finalidad personal, íntima, no es sino el cumplimiento de nuestra razón de ser, la razón por la cual fuimos creados.
-          ¿Y cuál es esa finalidad querido maestro?
-          El mismo amor.
-          ¿Es la finalidad del amor el mismo amor?
-          Pero el amor como concepto, es decir, la actividad de amar, la búsqueda, no tiende sino al encuentro con el amor como concepto.
-          ¿Se trata pues de un afán hacia lo abstracto?
-          Un afán hacia lo abstracto a través lo contingente, lo contingente interior y exterior, de ahí la eterna frustración que sufrimos por su falta de consumación, y de ahí su permanente necesidad, porque sin él la vida estaría vacía, perdería su verdadero y último sentido.
-          Ya comprendo, es una búsqueda sin fin.
-          La búsqueda sin fin que nos mantiene vivos.

(continuará)

El paseante

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