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Querido y admirado maestro le propongo que hablemos hoy
sobre el amor.
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Encantado querido José Ramón, por mi parte no hay
ningún inconveniente, será un verdadero placer.
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Según aparece el amor reflejado en su obra podría
afirmarse que es usted un gran experto en la materia, ¿pero, dígame, su
conocimiento sobre el amor es fruto de la propia experiencia o se trata de un
aprendizaje indirecto a través de testimonios o de referencias literarias?
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Si le he de decir la verdad considero que el amor sólo
se entiende si se experimenta, cuando no se ha experimentado y se escucha o se
lee parece algo inventado, irreal, imaginario, una tontería, una locura, algo
totalmente absurdo.
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¿Y es realmente algo absurdo?
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Lo es sin duda para el espectador pero no así para el
que lo está viviendo, por el contrario para el enamorado el amor no solamente
tiene significado sino que tiene todo el significado.
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¿Qué quiere decir?
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Que para él todo el significado del mundo se resume en
el amor.
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¿Cree en eso realmente?
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Creo en eso sólo cuando me he enamorado, el resto del
tiempo, cuando lo he observado en los demás me ha parecido igualmente una
patraña, pero el poder mágico del amor hace que uno quede hechizado, que se
convierta en alguien diferente.
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¿Y todo esto por qué, y lo que es aún más importante,
para qué?
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Para nada y para todo, desde un punto de vista práctico
es un derroche, algo ruinoso, un auténtico despilfarro, toda esa energía
dedicada a otro fin haría que consiguiéramos resultados más provechosos, que
nos convienen más desde un punto de vista material, pero el amor es el reino de
la espiritualidad sublimada, del puro espíritu, sólo a través del amor en sus
diferentes formas volvemos a ser un alma que se libera de toda atadura material
y nos elevamos hacia el reino del espíritu puro, del cual provenimos y al cual
habremos de regresar.
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¿Y esto a través del amor a la persona amada?
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No exclusivamente, no siempre, el objeto amado no
siempre es una persona amada.
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¿No?
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Puede ser uno mismo, puede ser otro ser vivo cualquiera,
puede ser la divinidad, piense en los grandes místicos, en los ascetas, puede
ser un amor a la vida entendida en su totalidad, el amor a la obra que uno
desarrolla en la vida, el amor por los demás a través de la compasión, el amor
filial, el amor paternal, el amor por los amigos, el amor por el amado también,
por supuesto, pero también el amor a las ideas, a los conceptos abstractos, a
unos valores, a una filosofía de vida… Podría continuar enumerando y
enumerando, y dentro de los objetos amados se aman las razones que contienen.
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¿Las razones que contienen, eso no lo comprendo?
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Las razones que para nosotros los hacen objeto de
nuestro amor, eso varía de un sujeto a otro, de ahí que la idiosincrasia de
cada cual nos lleve a elegir no solamente lo que amamos sino qué amamos dentro
de lo que amamos.
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¿Eso vendría a ser el porqué?
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El porqué está antes de eso, está en nuestro interior,
en nuestra alma que busca encontrarse con lo que le es afín, lo que la
completa, buscando la perfección, buscando en definitiva la divinidad, el
reencuentro con la divinidad que per se
es perfecta.
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¿Ése sería el para qué?
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Ése sería el fin, el para qué es la finalidad que para
nosotros tiene alcanzar el fin, y esa finalidad personal, íntima, no es sino el
cumplimiento de nuestra razón de ser, la razón por la cual fuimos creados.
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¿Y cuál es esa finalidad querido maestro?
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El mismo amor.
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¿Es la finalidad del amor el mismo amor?
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Pero el amor como concepto, es decir, la actividad de
amar, la búsqueda, no tiende sino al encuentro con el amor como concepto.
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¿Se trata pues de un afán hacia lo abstracto?
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Un afán hacia lo abstracto a través lo contingente, lo
contingente interior y exterior, de ahí la eterna frustración que sufrimos por
su falta de consumación, y de ahí su permanente necesidad, porque sin él la
vida estaría vacía, perdería su verdadero y último sentido.
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Ya comprendo, es una búsqueda sin fin.
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La búsqueda sin fin que nos mantiene vivos.
(continuará)
El paseante
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