Este sábado
pasado estuve viendo Kafka enamorado en la Sala Princesa del Teatro María
Guerrero, tres actores en escena, Kafka, su enamorada Felice, y su amigo Max
Brod.
La carta tiene un estatuto
especial, entre la escritura y la
conversación.
conversación.
La
obra se basa en las Cartas a Felice
de Franz Kafka, acentuando ese aspecto conversacional que tiene la
correspondencia se obtiene un diálogo teatral, añadiendo además dos referencias
a El Proceso y a La metamorfosis.
El
actor que interpreta a Kafka, Jesús Noguero, hace, en mi opinión, una magnífica
interpretación, al igual que sus dos compañeros de reparto, es difícil que en
el teatro español defrauden los actores, España es un país de grandes
intérpretes, y en las nuevas generaciones están surgiendo numerosos ejemplos.
La
Sala Princesa del teatro María Guerrero ocupa el espacio del antiguo café que
había en el sótano, es, por tanto, muy reducida, lo cual hace que se produzca
una comunión entre los actores y los espectadores muy intensa.
Uno
se mete totalmente en la escena, parece vivir la obra junto con los actores,
ser una parte de ella.
¿Me
gustó la obra?
A
nivel personal he de decir que no me gustó, pero no por su factura, su
interpretación, su puesta en escena, he de reconocer que todo eso es eficaz,
todo está bien resuelto, tiene calidad, pero le falta a todo el conjunto
calidez.
Se
trata de hablar del amor, del amor de Kafka por Felice, de su entusiasmo
inicial, de su desilusión final, de la imposibilidad de amar de un escritor que
ama la soledad y está totalmente centrado en su escritura, su creatividad, y al
que todo y todos le sobran.
Queda
claramente expuesta la fobia social del escritor, y no solo social, también
familiar.
Tal
vez de ahí derive la falta de calidez de la obra, su frialdad, se llega a una
conclusión un tanto desoladora, la incompatibilidad entre vida y obra, curioso.
Creo
que el tema se lleva a un extremo un tanto radical, al final da pena ver al
pobre Kafka recluido en su aislamiento, como una condena. Pese a los esfuerzos
de Felice por sacarle de ahí.
El
dilema está claro, ¿es más importante la propia obra o el amor?
La
conclusión de Kafka está clara, él opta por su obra, sin la cual considera que
se moriría, pero la renuncia al amor le hace sufrir, sin duda.
El
paseante
p.d.- el próximo sábado voy a ver el ballet Romeo y Julieta
de Prokofiev en el Teatro Real, ya os contaré, me han dicho que es una
maravilla la versión que hace la Compañía Nacional de Danza.
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