Diario de un paseante. 17-07-2013 22:30. El reportaje de la 2.
Acaban de poner en la 2 un reportaje bastante interesante que me ha hecho pensar, es raro que un programa de televisión le haga pensar a uno, sobre todo últimamente, gracias a la televisión pública los espectadores podemos, algunos al menos, seguir pensando, informarnos, formarnos.
El reportaje era sobre un supuesto dibujo de Leonardo da Vinci y las pruebas a las que hay que someterle para saber si es verdadero, parece una investigación de Sherlock Holmes, muy curioso, interesante.
Todo comienza porque su propietario se plantea venderlo, se calcula que de ser auténtico podría rondar su venta los 100 millones de dólares, de no serlo no valdría nada, ésta es la primera cosa curiosa, el dibujo, bellísimo, que representa un delicado retrato de una hermosa joven de perfil, del tamaño de un folio, no vale nada si no es de Leonardo, o, mejor dicho, si no se logra acreditar que es de él, puede serlo y si no se acredita no vale igualmente nada.
El valor del arte supeditado a la especulación y no a su valor intrínseco, cada vez que contemplaba el delicado dibujo en la pantalla del televisor pensaba lo mismo: ¡qué maravilla sea de quién sea!
Según avanzan las investigaciones realizadas por expertos y eruditos de diferentes países, el precio fluctuaba, los escépticos siguen sin convencerse, el principal escollo es el soporte, se trata de un vellum, dibujo con tinta china y pigmentos al pastel con aglutinante sobre pergamino realizado con piel de novillo.
Leonardo nunca pintó con esa técnica, otro escollo es el formato, demasiado pequeño, inapropiado para un retrato de este pintor.
A favor se encuentra el hecho de que está pintado por alguien zurdo según se deduce del sentido de los trazos, Leonardo era zurdo, y que Leonardo experimentaba con nuevas técnicas frecuentemente, investigaba nuevas posibilidades.
Todo esto parece que puede aclararse en principio con el descubrimiento de una huella dactilar marcada en el pigmento, se analiza y compara con otras huellas de Leonardo en sus cuadros, parece ser que le gustaba extender la pintura con la yema de los dedos, pero la huella no es lo suficientemente clara, a esta conclusión se llega poniéndola a disposición de los expertos a través de internet, todos los que la analizan opinan que no es fiable.
Se analiza también el peinado de la retratada, una larga coleta encintada, típica del cuatrocento en la ciudad de Milán, se determina que la retratada podría haber pertenecido a la corte de Ludovico Sforza, en esa época Leonardo estuvo trabajando para él, Ludovico Sforza fue su mecenas. Se compara el retrato con otras damas que aparecen en cuadros de esa época pero no se la identifica con ninguna.
La investigación encalla, no avanza, no hay indicios suficientes, un experto está analizando el dibujo con rayos láser y descubre tres puntos equidistantes en su margen derecho junto con otras marcas que parecen de un cuchillo, esto hace pensar que el retrato formaba parte de un libro del que fue separado.
¿Leonardo ilustrando un libro? Incredulidad sobre incredulidad, los resultados de toda la investigación se van colgando en internet según avanzan cuando de repente desde Estados Unidos un experto aconseja que se busque en la biblioteca real de Varsovia un libro determinado, y allí se van los investigadores.
¡Eureka! Todo coincide, al libro, conmemorativo de la boda de la hija ilegítima de Ludovico Sforza, le falta una hoja justo al comienzo y las marcas del margen derecho del retrato coinciden con las de la encuadernación del libro.
Al parecer el libro fue llevado a Varsovia por una princesa de la familia Sforza que se casó con el rey de Polonia, el retrato sería efectivamente de la hija ilegítima de Ludovico Sforza la cual murió al poco de casarse por complicaciones en el embarazo.
¿Interesante?
Muy interesante, al menos para mí, mezcla arte, historia, investigación, técnica, internet...
Tiene de todo, hasta especulación, el retrato vuelve entretanto a una cámara de seguridad de un banco suizo mientras su propietario sigue recibiendo ofertas por él cada vez más ventajosas, la última que rechaza es de 80 millones de dólares, pero hay que seguir esperando, eso parece deducirse de su expresión mientras se come tranquilamente un pizza en un restaurante de New York.
el paseante
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