Bueno, Jota, me siento halagada
por haberte proporcionado un triunfo. Gracias, pero ¿estás seguro de que, como
tú dices, no me convertiré en un fracaso por no ser lo que esperabas?. Yo te
contestaré a esta pregunta, Jota. No. Y te diré por qué. La otra vez yo hablaba
de que el miedo al fracaso es lo peor porque te impide luchar por lo que
quieres, pero es que además tiene otras dos consecuencias. Una es que aunque te
atrevas a intentar conseguir tu objetivo, si sigues teniendo miedo al fracaso
no vas a lograrlo, y la otra es que aunque tuvieras la suerte de alcanzarlo, acabarías
perdiéndolo tarde o temprano, porque el fracaso huele el miedo a la legua y
ataca a quienes le temen. Se ceba con ellos. No sé en qué momento habrás tenido
miedo al fracaso, Jota, si antes, durante o después de haber conseguido tus
metas. El caso es que si has fracasado tanto como dices es por haber tenido
miedo, nada más. A veces ese miedo al fracaso se disfraza de otros miedos,
miedo a no merecer lo deseado, a no estar a la altura, a no ser digno de ello,
miedo a perderlo. Infinidad de miedos. Miedos que provocan exactamente aquello
que temen, porque lo atraen.
Pero cuando me
conociste tuviste sensación de triunfo precisamente porque no existía ningún
miedo, Jota. Has podido relajarte y ser tú mismo (¡y qué mayor triunfo que
éste!). No tienes miedo de que al final resulte peor de lo que esperabas
sencillamente porque no me esperabas, no tenías ninguna expectativa sobre mí y
eso hizo que tampoco analizaras si merecías estar conmigo o no. No tenías una
idea preconcebida de mí, ni de ti respecto a mí ¿me explico?. Pero es que
además como no me puedes perder tampoco tienes miedo a perderme. ¿Cómo se
pierde una sombra? De ninguna manera. La sombra es imperdible. Así que te he
dado la clave para triunfar, Jota. No es una fórmula infalible, pero ayuda. A
partir de ahora controla las expectativas y no tengas miedo a nada…
La sombra del paseante
No hay comentarios:
Publicar un comentario