Nacemos en blanco, Jota. En la
vida sólo se aprende a base de prueba y error, es la única manera de descubrir
nuestro camino, de saber cuál es nuestra misión en este mundo, porque dime tú
quién ha nacido sabiéndolo todo. El fracaso no es malo. Es como una señal de
tráfico que unas veces te indica que para conseguir lo que deseas tienes que
hacer las cosas de otra manera o en otro momento, y otras veces nos dice que lo
que queremos no va a ningún lugar, que es una calle cortada y que es mejor que
tomemos otro camino. Por eso digo que el fracaso no es malo. Lo malo es tenerle
miedo. Tomamos decisiones continuamente, unas acertadas y otras erróneas. Pero
no pasa nada. Para mí lo importante no es tanto el resultado como el motivo por
el que tomé esa decisión, y cualquiera me parece mejor que el miedo al fracaso.
Porque creo que no hay cosa que amargue más el carácter que vivir con el
sentimiento de que todo hubiera sido de otra manera si te hubieras atrevido a
hacer “aquello” que estuvo en tus manos y dejaste ir por temor a fracasar en el
intento.
Yo
siempre he perseguido mis sueños, Jota. Sin miedo. Por eso, aunque haya
fracasado, no me siento fracasada…
La sombra del paseante
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