A veces en la vida es conveniente adaptarse al medio, tal y como ha hecho este árbol de un jardín cercano a mi casa, hoy por primera vez, camino del metro, me he fijado en él, mi atención debía estar más atenta de lo normal, valga la redundancia.
Parece suspendido en el aire, como colgando del vacío en un gesto como de bailarina que estira la pierna hasta lo imposible y deja congelado el paso de baile durante un instante eterno.
Tan elegantemente suspendido sobre la hierba parece como si sostener el peso del cielo le hiciera mantenerse en esta posición tan firmemente anclada en la tierra que resulta inconmovible.
¿Por qué?
Me pregunto el por qué de ésta su posición, tal vez sea de nacimiento o sea algo adquirido, fruto del viento que torció su crecimiento, sin embargo es curioso observar que creció recto en su inclinación, firme en su propósito de avanzar en la vida se convirtió en un ejemplar completo y bello, pero con una trayectoria diferente a la habitual, que le hace aún más bello en su originalidad, particularmente hermoso en su inclinación como trazada por un geómetra de los árboles.
Tan solitario, tan delicado, tan firme a la vez, sostiene su copa poblada, armoniosamente construida, delicadamente delineada, como un cerebro lleno de profundos pensamientos.
el paseante
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