Blog dedicado a reflejar mi trayectoria vital y mis reflexiones.
miércoles, 2 de noviembre de 2011
Saramago y las grandes superficies.
La caverna.
Qué extraña escena describes y qué extraños prisioneros. Son iguales a nosotros.
PLATÓN, República, Libro VII
Del libro recuerdo al protagonista, un alfarero, a su yerno y a su hija, y sobre todo recuerdo al perro, Encontrado, así se llamaba porque un buen día apareció por la alfarería y allí se quedó.
Al final es el perro el que da solución y desenlace a la trama del libro, Saramago capta perfectamente el alma del perro, y como digo gracias al perro al final todo se arregla, todo se endereza.
El desenlace es una diatriba entre dos opciones de vida, una incluye y otra excluye al perro, y al final el perro se queda con ellos, con el alfarero, su yerno y su hija, triunfan los sentimientos a través de un animal y parten todos a una nueva vida, lejos.
Saramago describe el proceso de seducción primero y de repudio después que una gran superficie, es decir, un hipermercado, hace sobre un pequeño taller de alfarería, sobre un oficio tradicional y artesano.
Primero seduce y luego repudia, y una vez repudiados los protagonistas dan comienzo a una nueva vida, parten hacia ella, sin nada en los bolsillos pero sin haber claudicado al poder del dinero.
Encontrado les da la lección de vida, el pobre perro que no tiene nada les salva de perder inclusive la vida merecedora de tal nombre, la vida verdadera.
Todos esos hipermercados tienen un efecto perverso sobre la vida, la aniquilan, crean falsas necesidades y explotan a los pequeños productores en su beneficio, y a los demás nos engañan con sus precios y con las falsas necesidades que crean en nosotros.
Para ejemplo un botón, un pequeño fragmento de la novela:
"... no exagero nada afirmando que el centro, como perfecto distribuidor de bienes materiales y espirituales que es, acaba generando por sí mismo y en sí mismo, por pura necesidad, algo que, aunque esto pueda chocar a ciertas ortodoxias más sensibles, participa de la naturaleza de lo divino. También se distribuyen allí bienes espirituales, señor. Sí, y no se puede imaginar hasta qué punto los detractores del Centro, por cierto cada vez menos numerosos y cada vez menos combativos, están absolutamente ciegos para con el lado espiritual de nuestra actividad, cuando la verdad es que gracias a ella la vida adquiere un nuevo sentido para millones y millones de personas que andaban por ahí infelices, frustradas, desamparadas, es decir, se quiera o no se quiera, créame, esto no es obra de materia vil, sino de espíritu sublime..." (José Saramago - La caverna)
El paseante.
Noviembre 2011.
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