Corrían los comienzos de los años 80, el paseante tenía apenas 20 años, era joven, muy joven aunque él se consideraba ya mayor, siempre le ha pasado, hasta de niño, creerse mayor, y ahora también le pasa, ya es mayor, desde luego, pero aún será más mayor, esperemos, buena señal el cumplir años, el ser cada vez más mayor.
Me he ido por las ramas, decía que eran los comienzos de los 80, os acordáis de la obra de teatro Los 80 son nuestros de Ana Diosdado, hace poco la repusieron, pues eso, los 80 eran nuestros, sin dudarlo, y en ese momento de proyectos, de comienzo de la vida adulta, de ilusiones, de amores, de indecisiones, incertidumbres y de lucha, mucha lucha por abrirse camino en la vida, en ese momento, digo, mi buena amiga Enriqueta me regaló este libro, Memorias de Adriano, aún me parece estar viendo el momento en el que me lo dió, una tarde de sábado en el pub Siduri, ¡qué tiempos aquellos!
Gracias Enriqueta por el libro, y gracias sobre todo por tu amistad y por tu inteligencia.
Enriqueta hoy día se llama Luisa, cómo vamos cambiando, hasta en el nombre, pero para mí siempre será Enriqueta, mi amiga Enriqueta, ésa que cuando iba con ella por la calle todo el mundo se volvía a mirarla porque era igual a Isabella Rosselini, igual que una modelo de Armani.
Me he vuelto a ir por las ramas, cosas de la edad, parezco el abuelo porreta, bueno, pues como decía, me dió el libro, creo recordar que me lo regaló por San José, era invierno, anochecía temprano, lo recuerdo porque luego la acompañaba hasta su casa, el paseante ha sido siempre un caballero.
Me entregó el libro envuelto en papel de regalo de El Corte Inglés, ella no escatimaba, y me lo dedicó, y la dedicatoria dice:
"Para el amigo que nunca querría perder"
Ha pasado el tiempo y no me has perdido querida Enriqueta, el paseante es muy fiel a sus amigos.
Y gracias, querida amiga, por tu cariñosa valoración del blog, me emocionó que me dijeras:
"Me recuerda a nuestras largas conversaciones"
Es justo eso, el paseante ya entonces era el paseante.
Me pregunto si seguir siendo siempre el paseante es bueno o malo.
Un beso Enriqueta,
el paseante
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