martes, 29 de noviembre de 2011

La señora de la limpieza escribe sobre el paseante.


No sé, no sé, es tan finolis, con ese aire así como tan distinguido, parece un lord, ¿verdad?, sí, es diferente, por eso me gusta, es como un corderito que saca de mí la pantera que llevo dentro para devorarlo. Me gustaría comérmelo, estoy hablando en serio, no en sentido figurado, me lo comería vivo.
Me pregunto que se sentirá tirándote a un tío así, tan delicado, tan culto, tan sentimental. Debe de ser una sensación mística, algo sobrenatural, como hacerlo con un ángel.
Sí, sí, menudo ángel, si yo hablara...
Un día no se dió cuenta pero estuve espiándole en el baño, mejor me callo... ¡Menudo angelito!, no creo que los angelitos pudieran volar con algo así entre las piernas, ¡qué barbaridad!
A veces, por las tardes, cuando nos quedamos él y yo solos en la oficina, comienzo a sentir sudores y escalofríos de pasión, me pongo como ciega, y no puedo contenerme, intento mantener el tipo pero es inútil, ese tío tiene para mí como un imán, y al final acabo asomándome por la puerta de su despacho con cualquier disculpa.
Él me sonríe mirándome a los ojos tiernamente, ¡menudo pájaro, no sabe nada...!
Parece Richard Gere en Oficial y caballero, allí sentado en su mesa, con su corbatita, mirando la pantalla del ordenador con esos ojos tan bonitos que tiene el condenao, y tocando con sus delicadas pero varoniles manos las teclas del ordenador, como si tocara el piano.
El otro día me puse nerviosa y le dije algo así como:
¿Y a ti qué te pasa que estás siempre tan callao? ¡Carballín, Carballín, que te tengo calao...! Ya hablaremos...
Y me fui balleta en mano, humillada y nerviosa, sintiéndome ridícula.
Detrás quedó él como un dios en su pedestal, inaccesible, hermoso, perverso.
Lo que más me gusta de él son sus labios, me los comería, los devoraría. Y su sonrisa, sonríe primero con la mirada y luego entreabre los labios, de una manera tan sensual..., como si quisiera que se los besaras. Y esa piel sonrosada y pura como la de un niño.
Ya tengo una edad, aunque aún estoy de buen ver como puede apreciarse en la foto, pero cada vez que le veo me pongo húmeda, no sé qué tiene, porque yo creo que son todo comeduras de coco mías, un producto de mi imaginación, y es que hay veces que si me fijo bien, el tipo me parece una birria.
¿Me estaré enamorando?
Pues vaya futuro que me espera.
Me da que es un poco blando.
Pero el caso es que esos tíos a mí son los que más me ponen...
Ya os contaré en qué acaba todo...
Yo por si acaso llevo siempre en el bolsillo de la bata de trabajo unos preservativos.
Pero os voy a confesar que con él lo haría a pelo, uhmmmm..., ¡qué placer!
Sentir el roce del miembro de el paseante entre mis nalgas.
Estoy que me derrito.
Otra vez estoy húmeda sólo de pensarlo.
Un saludo,
La señora de la limpieza


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