Hola Carballín!!! ¡buenas noches! Tomé la equivocada
opción de no escribirte porque pensé que estaban de feriados por carnavales.
Pero ante tamaño dolor por tan desalmada actitud,
mereces que te escriba largo y tendido.
Yo pienso igual que tú respecto a la imposibilidad del
amor, con el pequeño gran detalle, que lo que es imposible es el amor que
nosotros queremos tener, el que nosotros deseamos o visionamos.
El amor existe en todos lados, hay parejas que lo
tienen, pero no es el amor al que nos referimos tú y yo, ¡solamente nosotros
dos en todo el mundo! Esa es nuestra tragedia griega y de allí que jamás
tendremos esa satisfacción.
Comparto que el amor que normalmente vemos a nuestro
alrededor, es un relación de trueque, que comienza por una reacción
fisiológica, sigue con compromisos, luego por intereses, más tarde por
intercambios, cesiones, tolerancias, aguantes, para continuar únicamente por no
terminar, por falta de valentía o lo que sea.
Tú y yo somos almas puras, destinadas a entregarse por
completo, deseando únicamente la felicidad del otro, como causa de nuestra
felicidad. Y no hemos encontrado a la persona que aprecie eso, y que por eso se
quede con nosotros.
La única diferencia entre tú y yo es que yo buscaré
hasta los 60 años. Luego, seguramente claudicaré.
Y a mí me duele, como amiga tuya, de que hayas
claudicado, que pienses que te has dado cuenta de que el amor es imposible.
Tienes un error conceptual. Es imposible el amor que nosotros buscamos, pero
hay otros amores que son buenos y posibles. Creo que en tu caso se trata más de
una decisión de estar solo, la que yo aún no me animo a tomar.
Yo te leo desde hace tanto tiempo, y alguna vez se me
ocurrió pensar que qué bueno sería que tú y yo nos acompañemos en nuestra
"tercera edad". Pero a medida que continuabas el relato, descubrí a
un solitario por elección, totalmente respetable y digno de admirar.
Siempre yo pensaba que tú y yo no nos podríamos hacer
daño, ni tratarnos mal, ni vivir en un clima hostil, que seríamos buena
compañía, igual cultura, iguales aficiones, en fin, civilizados, etc. Pero tú
tienes construido un mundo sobre la base de la elección de la soledad, y yo
tengo el mío, sobre la base de la elección de compañía de alguien. Me parece
que sufres tu elección, y yo sufro la mía.
Y tu sufres porque aunque estés convencido de la imposibilidad
del amor, amas y sabes lo que es amar. Y yo sufro, porque aunque esté también
convencida que de la forma que nosotros amamos es imposible encontrar la
reciprocidad, sé que no puedo vivir en la permanente búsqueda del compañero.
La vida nos has puesto en el mismo camino, amigo,
somos compañeros de vida, en su sentido más claro de la palabra. Eres mi
versión masculina, y yo tu versión femenina, en una sola vida. Hemos sido
creados a imagen y semejanza de Dios, cumpliendo ambos con todos los atributos de
la masculinidad y de la femineidad, un poco desorganizados. Dios me hizo a mí
primero, y yo ya estaba naciendo cuando tú estabas ya concebido, y ahí algo
sucedió, estoy segura que debe haber una conexión entre tu madre y la mía.
Porque además debes tener en cuenta que en el vientre de mi madre había dos
personas, y mi hermana gemela, salvo el parecido idéntico, no tiene nada que
ver conmigo. Ella tiene su hombre de siempre que es protector, proveedor,
previsor, procurador, padre, en fin, todo lo que comience con p, menos
pelotudo.
Aquella conexión que Dios guardaba para sí entre tu
madre y la mía, en algún momento hizo corto circuito y al poner las cintas
aisladoras hubo alguna equivocación, a mí me pasaron atributos tuyos, y a ti te
pasaron atributos míos. Es una hipótesis que bien podría convertirse en teoría.
Pruebas tenemos de sobra. El trabajo de campo está hecho.
Bueno, espero que recapitules tu posición acerca de
que ya no te escribo. Tú nunca serás olvidado por tu versión femenina. Somos
gemelos y hasta siameses de alma.
Te quiero mucho y te extraño más. Un beso, BC.
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