Para hacer
lo que me pides lo único que se necesita es, además de ganas, cierto amor al
prójimo. Y en eso discrepamos.
Escribir
algo todos los días para que a alguien, a quien ni siquiera conoces, le aporte
un momento de alteración en su vida, o de duda, o de reflexión, o una simple
carcajada, no es sino un simple acto de amor altruista. No recibes nada a cambio,
ni una simple contestación. Ni un insulto siquiera como eco de una impertinente
reflexión. Nada.
Los mártires
religiosos al menos tenían un pretexto y un cierto placer cuando sufrían las
injusticias del prójimo.
Pero en tu
blog no veo ni ese prójimo, para alegrarle, martirizarle, escandalizarle, o
simplemente para alejarle de su mediocre cotidianeidad. Ya sé que te refieres
con frecuencia a las estadísticas de la gente que lee el blog. Pero todavía es
más triste comprobar que tanta gente lo lee y nadie da señales de vida. Si al
menos te enviaran su foto les podría decir a la cara algo, un piropo, un
insulto, una reflexión sobre su imagen a modo de horóscopo. Pero hablar con la
nada no me motiva lo suficiente. Para hablar conmigo no tengo que escribir, ni
para hablar con mis perras, ni con mis gallinas.
Pero hablar
con tus fantasmas lectores del blog es un esfuerzo que me altera y me llena de
rabia hacia el prójimo.
Tengo cosas
mejores que hacer cuando abro los ojos cada mañana. No hacer nada, por
ejemplo.
La cabrita
loca
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