- Dime, Woody.
-
No, dime tú jr.
-
Ah, nada, creí
que ibas a decirme algo.
-
No nada especial, lo de la navidad y todo eso.
-
Ya, a mí la navidad me pone nostálgico Woody.
-
Sí, a mí también.
-
Sabes, me hace recordar cuando mi abuela hacía
el turrón, era tradicional que por estas fechas hiciera turrón de guirlache, yo de niño me ponía con
ella a hacerlo, primero partíamos los almendrucos que traían del pueblo de mi
tío metidos en un saco, uno a uno se partían sobre una tabla dándoles u golpe
con un mazo de madera, de eso me encargaba yo, mi abuela iba preparando en un
cazo el azúcar que mezclaba con algo de zumo de limón para que no quedara tan
duro y fuera más aromático, lo iba calentando, el azúcar iba derritiéndose
lentamente y ella lo removía con paciencia, cuando estaba justo en su punto, un
punto que sólo ella sabía, se echaban las almendras que previamente habían sido
hervidas para quitarles la cáscara y troceadas, luego las mezclaba con el
caramelo derretido y extendía la masa en la plancha del horno, al final añadía
unos anisitos por encima, que eran unas bolitas diminutas de colores que sabían
a anís.
-
Suena tentador.
-
Estaba muy rico, una vez frio lo partía en trocitos y lo metía en cajitas de pastelería
para regalar, era el presente que hacía a familiares y amigos.
-
Muy tierno.
-
Mi turrón favorito era el que hacía mi abuela,
que era por otro lado una gran cocinera, como mi madre y mi tía, he vivido
rodeado de grandísimas artistas de la cocina.
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¡Qué bueno!
-
¡Vaya rollo que te he metido!
-
No, me ha gustado mucho, esas cosas me encantan.
-
Ya te contaré alguna otra.
(continuará)
El paseante
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