El romanticismo en estado puro, la película mas romántica de
la historia, ¿y?, pues nada, sólo eso, parece poca cosa, hoy en día sí pero
antes todo era tan diferente, el romanticismo existía, era algo real, cercano,
que sucedía, hoy sólo sucede el antirromanticismo, la zafiedad, no sabía que lo
zafio fuera la antítesis de lo romántico, tal vez sí en cierta medida.
El romanticismo fue, es y será por siempre un secuestro de
las emociones, un secuestro emocional, algo poco recomendable, poco práctico,
un derroche de energías, una pérdida de tiempo, no vale la pena el
romanticismo, yo en eso me he vuelto un zafio, defiendo mi derecho a ser zafio,
lucharé por él, no claudicaré de mi zafiedad, ella me protege de lo romántico,
esa plaga inaguantable que es como una peste.
La película es la peste del romanticismo retratada en sus
más escabrosos detalles, paisajes evocadores, música sugerente, personajes
irreales, extrañas casualidades, recuerdos, añoranza, nostalgia, imposibilidad…
Sobre todo imposibilidad, ser romántico es ser algo
imposible en el mundo en el que vivimos y por tanto vivir frustrado
permanentemente, la frustración es muy descansada, te exime de vivir, te
dedicas a ella, la cuidas, y ya estás tan ocupado que no tienes tiempo para
nada más.
Yo te quiero, yo también te quiero pero a mi manera, ¿me
pregunto por qué tú me puedes querer a tu manera y no me dejas a mí quererte a
mi manera?, eso me parece egoísta, creo recordar que eso ya lo hemos hablado
otras veces, es verdad y no hemos nunca llegado ningún acuerdo, efectivamente,
verás estoy pensando que mejor recojas tus cosas y te marches, ¿estás segura de
lo que has dicho?, creo que sí, que será lo mejor.
Es la historia de siempre, os lo dije, al final no hay nada
como la zafiedad, él le pediría a ella que le preparara la cena y ella le
contestaría que si la tortilla a la francesa la quiere de un huevo o de dos. De
uno cariño, con un huevo es suficiente.
El paseante
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