lunes, 19 de diciembre de 2011
Mira cuanta belleza.
Mira qué belleza de ciudad, mira como resplandece, como
una joya tumbada en el horizonte, tumbada sobre el paño de terciopelo
negro de un joyero, toda brillantes, esmeraldas, rubíes, zafiros, toda
llena de piedras preciosas variadas, multicolores, como un brazalete
olvidado sobre la tierra por algún dios del firmamento.
Tanta belleza, tanta, tanta belleza...
Sólo está ahí para contemplarla, para dar placer a la
mirada, entornados los ojos de tanta deslumbrante hermosura no podemos
sino quedarnos admirados de tan gran obra, involuntaria obra hecha de
añadidos casuales cuyo resultado es, pese a todo, la armonía, la
perfecta perspectiva, la justa proporción, la exacta graduación del
color y de la luz.
Y por encima de todo,
sobrevolando la ciudad, mi mirada, que como un halcón la sobrevuela cada
atardecer cuando llego a casa, contemplando desde la lejanía el
espectáculo del que hace poco acabo de formar parte, ahora tranquilo,
solitario, ensoñador, paseante de los recuerdos, fugitivo de la
realidad.
Madrid como un icono de ciudad en la
lejanía, iluminada por millones de bombillas como una verbena de verano
en invierno, como una verbena llena de farolillos en navidad.
Cosmopolita y multiétnico Madrid que de lejos sigue
pareciendo un tenderete de feria.
Te quiero
Madrid.
Ya te lo he dicho mil veces pero te lo
repito una más, te quiero y no quiero perderte nunca.
Sin ti no sería capaz de vivir ya.
el paseante
Vuelvo a casa al atardecer (2).
A casa, siempre a
casa..., a casa al atardecer, vuelvo.
Vuelvo caminando por las largas avenidas
iluminadas de navidad, como en un sueño feliz del que no quiero
despertar, es navidad y todo es alegría y buen humor, la gente parece
optimista, se miran, se sonríen, hablan, comentan la iluminación, se
paran a escuchar a los músicos callejeros o a ver a las esculturas
humanas que hay una en cada esquina con un platillo a los pies.
Madrid todo luces, relumbran
en ella todas las navidades de mi vida, inolvidables, y todas parecen
sólo una, la navidad de siempre repetida, la navidad que todos llevamos
en el corazón desde antes de nacer ya.
Hay una continua procesión de gentes que vienen y
van sin rumbo y vuelven a pasar por los mismos lugares que antes, y
vuelven a asombrarse igual que lo hicieron antes, hace un rato, hace un
año, cuando eran niños.
Madrid inagotable, poliédrico, caleidoscópico Madrid,
variedad infinita de si mismo repetida una y otra vez de diferente
manera, siempre diversa e interesante y siempre igual, y por eso mismo
más interesante aún.
Y deambulo como un paseante más, porque Madrid se llena
de paseantes en navidad, de paseantes solitarios, de paseantes
acompañados, pero todos con sus ensoñaciones, cada uno con las suyas
propias en la cabeza, tal vez Rousseau se inspiró para escribir su libro
en Madrid, deberían poner una placa en la Puerta del Sol o en La
Cibeles, en algún lugar, que dijera: en Madrid se inspiró el gran
filósofo Jean Jacques Rousseau para escribir su libro Las ensoñaciones
del paseante solitario.
Con el tiempo, algunos siglos después, habría de llegar
otro paseante, también solitario y ensoñador, a contar todo esto y
escribirlo en un blog.
¿Hubiera Rousseau escrito su libro en un blog si hubiera
podido?
Seguro que
sí.
El blog de Jean
Jacques...
Yo soy
el Jean Jacques del siglo 21 de Madrid, el jacobino, revolucionario,
profeta de todos los atardeceres, augur de todos los amaneceres.
Me quedo con Madrid, me
pierdo por Madrid, y exhausto salgo del círculo de luz de Madrid y llego
a las largas, a las altísimas arboledas, y deambulo por ellas perdido,
demorando la hora de llegar a casa por ver si llega algún platillo
volante y me lleva hasta el espacio, a ver Madrid desde la estratosfera
brillar como una constelación de estrellas que perdidas en el universo
esperan siempre el regalo de la felicidad.
el paseante
A veces pienso si seré Dios...
Aunque cada día
tengo menos dudas, estoy casi seguro de ser Dios.
Sé que no estoy loco, nunca me he creído Napoleón, soy
demasiado alto para ser Napoleón, nunca he llevado el pelo con
cortinilla, ni me he metido la mano en la solapa de la chaqueta, loco no
estoy.
Pero lo de ser Dios es diferente,
siempre me he considerado superior a cualquiera, en ocasiones, antes de
ser clarividente, el ser superior lo consideraba como un signo de
inferioridad, confundía inferioridad con diferencia, creía que siendo
diferente era menos que el resto.
Luego fui
descubriendo que mi lugar estaba fuera del resto, aparte, porque me
movía siempre en un plano superior, en pensamientos, sentimientos,
emociones, sensibilidad, y, sobre todo, en un plano superior desde un
punto de vista moral.
Mi alma tenía una
perfección, un grado de evolución y de cercanía con lo divino, que no
podía compartir con nadie, de ahí que me sintiera solo, aislado,
incomprendido, y que cualquier esfuerzo por mezclarme y ser como los
demás acabara mal.
Durante mucho tiempo sufrí,
pero luego vi la luz y comprendí que mi reino no era de este mundo, y
menos del mundo actual, y que sólo sería feliz fuera del mundo, en el
reino de espíritu y no en el reino de la carne.
La
carne, lo material, me hastiaba hasta lo indecible, los espíritus que
me rodeaban eran impuros, la soledad era pues algo inevitable, yo era
por definición una instancia intangible en el mundo de lo humano, Dios
entre los mortales, pero no lo comprendí hasta mucho tiempo más tarde.
Sólo recientemente he ido teniendo la revelación, soy
Dios, y los que me conocéis bien sabéis a qué me refiero.
Es incuestionable, soy Dios.
Perdonadme
si no os presto la debida atención cuando estáis en mi presencia, pero
es que con frecuencia vuestras mezquindades, vuestra vida sin
perspectiva, vuestras conversaciones, vuestros intereses, todo en
vosotros me aburre mortalmente.
Cuando estéis
conmigo no desaprovechéis la ocasión con vuestras vulgaridades, esperar a
que yo me dirija a vosotros y os adoctrine, no llenéis el vacío del
silencio, ese atributo sagrado, con la estulticia de vuestro pensamiento
hecho palabras, no cometáis ese pecado.
Callad
y escuchad cuendo estéis en presencia del maestro, yo hablaré.
vuestro Dios paseante
Carmen Mecerreyes Giménez. Semblanza.
Carmen
no es un ser humano, es una esfinge, cuando estuve en Egipto y vi la
esfinge de Gizeh, pensé: ¿qué hace Carmen aquí?
Allí estaba
ella en medio del desierto sonriendo al infinito.
Ella está en
cualquier lugar, en cualquier momento, siempre, es intemporal, pervive
por encima de las civilizaciones, la historia, es eterna, inmortal.
Tiene la
sonrisa más bonita que he visto jamás, su sonrisa ilumina la Gran Vía,
siempre se lo digo, y es que ella es muy chic, se pasa la vida tomando
martinis en la Gran Vía o en la cubierta de los yates de recreo.
¡Menuda vida
se pega!
No es alcohólica, en absoluto, es chic.
Todo en ella
es chic, su sonrisa, su forma de ser, de hablar, su manera de vestir,
tiene un estilo propio e inconfundible, es, en definitiva, una mujer de
mundo.
Aparte de esto es una intelectual de tomo y lomo, yo sospecho
todo lo que sabe por lo que calla más que por lo que habla, porque ella
es muy hermética, como buena esfinge que es, se limita a sonreír como la
Gioconda, lo dicho, que es un misterio.
Por lo demás decir que con ella
no necesito hablar, lo cual, teniendo en cuenta que ella no habla,
ayuda mucho en la comunicación, porque mantenemos una comunicación
ultrasensorial, paranormal, metafísica, telúrica.
Es socióloga,
pero da igual, es una esfinge, con una sonrisa preciosa, que toma
martinis en la Gran Vía y en la cubierta de los yates de lujo.
Cuando
sonríe se le ilumina el alma, todo brilla y es hermoso.
Y siempre
sonríe aunque esté triste, no puede parar su sonrisa, tiene un detonador
automático, como un resorte que ella no puede parar.
Bueno Carmen,
Carmelonidas, mi Mece, my Reynolds, Reinolona, que de todas esas
maneras te llamas.
Gracias por tu paciencia, y agradéceme la mía
contigo también, ¿o no?
Un beso,
el paseante
La semana del misterio.
Comienza la semana con la semblanza de un
personaje misterioso, mi amiga Carmen, continuará con la película de la
semana, una película que es un misterio, sin guión, sin argumento, sin
personajes, una película despojada de todo, igual que el cuadro de la
semana que representa el misterio del silencio.
Además
de todo esto el paseante va a mantener un tú a tú con la navidad, se va
a sincerar con ella, va a desvelar su misterio, y lo mejor no es sólo
eso, sino que la navidad le va a contestar, increíble, la navidad no se
calla, y terminaremos la semana con otra que nunca se calla, Elena
Francis, por fin alguien le escribe, y le pide consejo porque se ha
enamorado, ¡qué bonito el amor!, y con su respuesta se dará fin al
misterio de su silencio.
Pues todo esto y mucho
más en el blog de el paseante esta semana.
El
blog del misterio.
Del misterio de la navidad,
claro...
Besos,
vuestro
paseante
sábado, 17 de diciembre de 2011
Nuevo record del blog. 180 visitas en un solo día!!!!!!!!!!!!!!!
Me siento halagado, todos los días tengo el regalo de vuestras visitas, de vuestro interés por el blog, de vuestras cariñosas palabras, todos los días tengo vuestro cariño, gracias.
Ayer tuvisteis un día especialmente cariñoso, 180 visitas en un solo día, menudo regalo...
No tengo palabras.
Simplemente deciros aquello de que el que da amor recoge amor, y aquello otro de: manos que no dáis qué esperáis...
Pues eso, os doy amor y me devolvéis amor, a manos llenas.
Recordad siempre que el blog lo hacemos entre todos.
Y ya os avisé el lunes pasado, era la semana grande del blog...
Creo que he cumplido mi promesa.
No os podéis perder ninguna de las 21 nuevas entradas de esta semana...
Gracias de nuevo y muchos besos,
el paseante
viernes, 16 de diciembre de 2011
Yo nadaba en miel sin piel...
Madrid
otra vez, atardece sobre Madrid, cielo gris de navidad, luces y más
luces encendidas colgando del cielo de Madrid.
Madrid todo
gris punteado de rosa, el gris del cielo sobre el gris del asfalto, el
rosa de los árboles, el rosa de las fachadas, el rosa de las farolas.
Rosa y gris,
la primavera navideña de Madrid, bajo un sol de bombillas.
Me enternece
esta visión de Madrid, tan tenue, tan delicada, tan armoniosa, tan
feliz.
Pese a la crisis, pese a las prisas, pese al desamor, a todo el
desamor, Madrid luce con una calma alegre, con una quietud plena, con
un juego de luces que resplandecen como un sol disperso, entrecortado,
fugazmente permanente en nuestra retina.
Me gustan estos atardeceres de
invierno en que Madrid parece como el cuarto de estar de una casa, todo
intimidad de brasero, de mesa camilla con sus faldas, de costurero, y,
cómo no, de chocolate con churros.
Olor a Madrid, a la sopa de los
comedores por las mañanas, al aroma de las pastelerías por las tardes,
al chocolate con churros de las madrugadas.
Todo grisura alegre, todo rosa
triste, Madrid, bello en sus contradicciones, pleno en su hermosura de
ciudad perdida entre la modernidad y la crisis, entre la crisis y la
esperanza.
Me produce una emoción cercana al llanto ver a mi querido
Madrid así, tan despojado de sí mismo, tan a flor de piel que
resplandece de nada, de vacío, al aire su alma, expuesta al frío de la
tarde, a la tenue llovizna de los sentimientos.
Cruzo la
Plaza Mayor y veo un carrousel de caballitos parado, vacío, ilumidado,
esperando que alguien se suba, sea niño o adulto, pero nadie sube y todo
el mundo mira, esperando que comience a girar y a sonar su música,
nadie parece darse cuenta de que si no se suben el carrousel no va a
girar nunca.
Siguen parados esperando, inmóviles, atentos, por ver si
comienza a girar.
Así es Madrid, así es mi ciudad.
Inocente y
pura pese a todo aún.
Te quiero Madrid.
el
paseante.
El camarero de la churrería escribe sobre el paseante.
Aún recuerdo la primera vez que entró en la churrería, el tiempo pareció detenerse.
El humo de la sartén se paró en el aire.
La radio dejó de sonar.
La gente dejó de hablar.
Los churros se me cayeron.
Fue como si entrara el Rey, o aún más, fue como si entrara Dios, el mismo Dios.
Quiero decir que no te deja indiferente.
Ver a alguien así en una churrería no es algo usual, no es corriente que entre alguien así, se pare delante de la barra, y te pida un chocolate con churros.
Desde el primer día nos hicimos amigos, nunca nadie me ha tratado tan bien en toda mi vida, ni mi propia novia, por primera vez me sentí importante, me sentí alguien valioso, me sentí un ser humano.
Me hablaba como si yo fuera una persona educada y culta como él, como si fuera alguien interesante, y lo mejor de todo, me escuchaba con atención y mostraba interés por lo que decía.
Era todo tan inusual que pensé que así captaría Jesucristo a sus discípulos, para mí, desde entonces, el paseante es el nuevo Mesías.
Me he enamorado de él. No soy gay, no me gustan los hombres, pero con él iría donde me dijera y haría cualquier cosa.
Eso sí, no hay peligro, su reino no es de este mundo, él es un pastor de almas, no de cuerpos.
Todos los días viene a desayunar a la churrería, yo espero ese momento en que soy feliz cada día, y cuando se va, comienzo a esperar su regreso al día siguiente.
Él da sentido a mi vida.
Quiero ser como él, distinguido, elegante, culto, educado, con ese saber estar y esas buenas maneras, con esa clase única e irrepetible que sólo él puede tener.
Cuando él entra en la churrería cada mañana, deja de oler a churros y huele a rosas, a jazmín, a azahar, y todo es hermoso a su alrededor, y yo soy feliz.
Gracias paseante, es un honor,
El camarero de la churrería
Aún recuerdo la primera vez que entró en la churrería, el tiempo pareció detenerse.
El humo de la sartén se paró en el aire.
La radio dejó de sonar.
La gente dejó de hablar.
Los churros se me cayeron.
Fue como si entrara el Rey, o aún más, fue como si entrara Dios, el mismo Dios.
Quiero decir que no te deja indiferente.
Ver a alguien así en una churrería no es algo usual, no es corriente que entre alguien así, se pare delante de la barra, y te pida un chocolate con churros.
Desde el primer día nos hicimos amigos, nunca nadie me ha tratado tan bien en toda mi vida, ni mi propia novia, por primera vez me sentí importante, me sentí alguien valioso, me sentí un ser humano.
Me hablaba como si yo fuera una persona educada y culta como él, como si fuera alguien interesante, y lo mejor de todo, me escuchaba con atención y mostraba interés por lo que decía.
Era todo tan inusual que pensé que así captaría Jesucristo a sus discípulos, para mí, desde entonces, el paseante es el nuevo Mesías.
Me he enamorado de él. No soy gay, no me gustan los hombres, pero con él iría donde me dijera y haría cualquier cosa.
Eso sí, no hay peligro, su reino no es de este mundo, él es un pastor de almas, no de cuerpos.
Todos los días viene a desayunar a la churrería, yo espero ese momento en que soy feliz cada día, y cuando se va, comienzo a esperar su regreso al día siguiente.
Él da sentido a mi vida.
Quiero ser como él, distinguido, elegante, culto, educado, con ese saber estar y esas buenas maneras, con esa clase única e irrepetible que sólo él puede tener.
Cuando él entra en la churrería cada mañana, deja de oler a churros y huele a rosas, a jazmín, a azahar, y todo es hermoso a su alrededor, y yo soy feliz.
Gracias paseante, es un honor,
El camarero de la churrería
jueves, 15 de diciembre de 2011
Somewhere over the rainbow...
Somewhere over the rainbow
Way up high,
There´s a land that I heard of
Once in a lullaby.
Somewhere over the rainbow
Skies are blue,
And the dreams that you dare to dream
Really do come true.
Someday I´ll wish upon a star
And wake up where the clouds are far
Behind me.
Where troubles melt like lemon drops
Away above the chimney tops
That´s where you´ll find me.
Somewhere over the rainbow
Bluebirds fly.
Birds fly over the rainbow.
Why then, oh why can´t I?
If happy little bluebirds fly
Beyond the rainbow
Why, oh why can´t I?
Judy Garland
Teoría de Madrid. La realidad no existe.
La realidad no existe.
Sostengo que Madrid no existe, que yo no existo tampoco, y
que nada existe en realidad.
Ni las altas
torres, ni el asfalto, ni el tráfico, ni los guardias de la circulación,
todo es inexistente, todo es una ficción, un invento de mi mente ociosa
que aburrida, un buen día, se inventó una ciudad y la pobló de gente.
La ciudad, invisible a mi corazón, sólo vive para mis
sentidos, y me duele porque sólo podré verla realmente el día que la vea
con el corazón.
Madrid desaparecida, ausente
Madrid de la realidad planetaria del mundo, quimera de Madrid que te
empecinas en subsistir, en ser, sabiendo como sabes ya desde siempre que
no existes, que eres un invento de mi imaginación, un momento de mi
pensamiento, y que sin mí te desmoronas, se caen todas tus torres, se
para tu tráfico, y tus guardias de la circulación desaparecen.
Multitudes vanas, afanes perdidos, sombras del ayer, del
hoy, del siempre.
Madrid perdido, olvidado en
la altiplanicie mesetaria, en el altar del mundo que ofrece su ciudad a
Dios, por si la quiere, la recoge y la hace suya de nuevo.
Madrid, ofrenda de Madrid, tributo de vida.
Madrid, ciudad creada por mí, y que conmigo desaparecerá
algún día.
Soy el cavernícola de Madrid.
el paseante
Y el perrito se duerme a mi lado...
Navidad, sí, navidad, y el perrito se duerme junto a mí abrazándome.
¿Sabe lobi que es navidad?
Sí, lo sabe, él sabe que es navidad porque ve el reflejo de la navidad en mí, ve el cariño, la emoción, el sentimiento, que la navidad me da, el regalo de felicidad que me trae, repetido cada año.
Y lobi, el perrito lobi, lobi dog, lo sabe y lo espera cada año, por estas fechas se pone a esperar la navidad moviendo el rabito y mirándome a los ojos con el sentimiento y la emoción de los días de navidad.
Llega la navidad y por las noches la ciudad se calla, todo queda en silencio, cae como una nieve de blanco silencio desde el cielo, y entonces el perrito se sube a la cama y se duerme junto a mí abrazándome.
Lobito, lobi dog, perrito lobi, que de todas estas maneras se llama, y también lobo y lobezno, según esté de feroz, pero en la navidad él no es nunca feroz, y no es feroz porque yo no soy feroz, él que es mi reflejo, yo que soy su reflejo...
Te quiero lobi.
Te quiero perrito.
I love you.
I love you so...
el paseante
Cielo sobre Madrid.
No es sólo una cúpula celeste, es más, mucho más.
Es un infinito ilimitado de éter, camino hacia el sol, camino hacia las estrellas.
Es una piscina de agua pura e inversa, a la cual quieres saltar para zambullirte y mojarte, bañarte en su placentera agua de luz, pero es imposible saltar hacia arriba y entonces el cielo se cae sobre ti.
Es un brillo, un fulgor que refulge extraño pero familiar, cósmico y doméstico, cercano e inalcanzable.
Cielo de Madrid, ¿un invento mío?, patentaría este cielo las 24 horas del día, con todos sus cambios de luz, sus infinitas posibilidades, con sus cielos rasos, con sus nubes, su sol, su oscuridad, sus estrellas, con toda su aterciopelada iridiscencia.
Patentaría Madrid.
Patentaría su cielo.
Ese cielo como un arco tenso que te mira desde arriba acariciándote el alma con la tenue claridad de su dulce luz.
Querido Madrid, dame tu cielo y te daré mi amor.
el paseante
Toda una vida metida en el ordenador.
Toda mi vida, la más reciente, está metida en
mi ordenador, lo comprendo cada vez que cambio de ordenador, tengo que
repasar lo que contiene, y según voy repasando, voy viendo como en un
flash-back cinematográfico, mi memoria reciente, las cosas que he hecho,
los trabajos, los viajes, las fotografías, los amigos, los amores, las
mascotas, la familia, los poemas, el blog...
Todo
cabe en un pc.
Paso revista a todo según voy
moviéndolo, y ante mí va desfilando la vida, mi vida, como en una
moviola, y respiro la esencia de lo que soy, de lo que siempre he sido, y
de lo que nunca seré.
Y pienso que mi destino
estaba escrito en mí desde el nacimiento, que siempre he sido igual, y
que nunca cambiaré.
Os quiere,
el paseante
Nuevo record del blog: 159 visitas en un sólo día.
Gracias, queridos lectores una vez más, es el segundo regalo de navidad que me hacéis, el primero hace unos días fue las 4.000 visitas al blog, y ayer me regalasteis 159 visitas en un solo día, la cifra más alta hasta ayer había sido de 122, pero ayer batimos todos los records.
GRACIAS!!!!!!!!!!!!!!!!!
miércoles, 14 de diciembre de 2011
Erguidas las palabras...
Erguidas las palabras me amenazan desde el lenguaje como los molinos a Don Quijote, quiero escapar de ellas pero es inútil, me persiguen donde vaya y me desafían, pueblan mi cabeza de conceptos, de frases, de aventuras, y me hacen enloquecer.
Yo las amo cual gigantes que mueven mi imaginación como los molinos mueven sus aspas, y descubro siempre junto a ellas otro yo diferente de mí mismo, un nuevo yo hasta ahora ignorado, un yo aventurero e intrépido, sin miedo, que es capaz de enfrentarse a todo desde el lenguaje, que todo lo puede, todo lo posee, todo lo alcanza, desde las palabras.
Un nuevo yo cada día lleno de palabras que fantasea con la idea de ser alguien diferente y nuevo a cada momento, y se enfrenta a la vida desde una nueva máscara a cada instante.
Divertidas las palabras me invitan a pronunciarlas con la imaginación y van entrelazándose formando frases, párrafos, historias, situaciones, desenlaces, prólogos y epílogos, todo un universo lleno de palabras, paralelo al real y más real para mí que el mundo verdadero, un mundo en el que yo reino, soberano absoluto de las palabras que obedientes obedecen mis órdenes sin rechistar.
Erguidas las palabras me persiguen y no puedo escapar.
el paseante
Madrid y los libros.
Pío Baroja. |
Madrid es ante todo un escenario literario, es a través de la literatura como Madrid se constituye en ciudad, a través del pensamiento, la descripción, la reflexión, llega Madrid a ser, a través de los grandes autores, ciudad, de no ser por ellos no tendríamos hoy esa segunda lectura de Madrid que ha sabido hacer la literatura, descubriendo su esencia verdadera.
Y son dos, sin duda, los autores principales que dan carta de naturaleza literaria a Madrid, Galdós y Baroja.
Resulta curioso que sean dos autores no madrileños los que mejor reflejen la esencia de la ciudad, esencia que hoy perdura, esencia intangible, no contingente, no sometida a circunstancia alguna, que ambos captaron y que vivirá ya por siempre.
Y dos son las obras de referencia, como no, claro, Misericordia y La Busca, novelas de penurias, grandes reflejos de los rincones, oscuros y luminosos, del alma humana, iglesia de San Sebastián con sus dos puertas en la primera, y arrabales del río Manzanares en la segunda.
Dos obras tejidas con el hilván perdido con el que la vida va dando sus puntadas.
Después vendrían Barea y el ilusionado y revolucionario Lavapiés de la preguerra, y Aldecoa, por supuesto, con sus cuentos de la postguerra, breves fragmentos de la desolación.
Y la ciudad quedaría ya terminada en el universo perfecto de las ideas perfectas, acabadas, redondas ideas que ruedan por las calles de Madrid desde entonces, y que ve el paseante atento a su paso, ideas que iluminan la ciudad con una luz de farola de gas por las noches y de aire de fiesta cada mañana.
el paseante
Estaba muerto y he vuelto a vivir, estaba perdido y he sido hallado...
El Principito. Antonie de
Saint-Exupéry.
Creo que aprovechó, para su evasión, una migración de pájaros salvajes. La mañana de su partida ordenó bien su planeta. Deshollinó cuidadosamente sus volcanes en actividad. Tenía dos volcanes en actividad, lo cual era muy cómodo para calentar el desayuno a la mañana. Tenía también un volcán apagado. Pero, como él decía, "Nunca se sabe !". Deshollinó entonces también el volcán apagado. Si están bien limpios, los volcanes arden suave y regularmente, sin erupciones. Las erupciones volcánicas son como fuegos de chimenea. Evidentemente en nuestra tierra somos demasiado pequeños para deshollinar nuestros volcanes. Es por eso que nos causan cantidades de problemas.
- Adiós- le dijo a la flor.
Pero ella no le respondió.
- Adiós- repitió.
La flor tosió. Pero no era a causa de su resfrío.
- He sido tonta- le dijo al fin. - Te pido perdón. Procura ser feliz.
Él se sorprendió por la ausencia de reproches. Se quedó ahí desconcertado, con el globo en el aire. No comprendía esa calma dulzura.
- Pero sí, te quiero- le dijo la flor. - No lo supiste, por mi culpa. Eso no tiene ninguna importancia. Pero tú has sido tan tonto como yo. Procura ser feliz... Deja ese globo tranquilo. Ya no lo quiero.
- Pero el viento...
- No estoy tan resfriada.... El aire fresco de la noche me hará bien. Soy una flor.
- Pero los bichos...
- Debo soportar dos o tres orugas si quiero conocer a las mariposas. Parece que es hermoso. Si no, quién habrá de visitarme ? Tú estarás lejos. En cuanto a los animales grandes, no les temo. Tengo mis uñas.
Y mostraba cándidamente sus cuatro espinas. Luego agregó:
- No des más vueltas, es irritante. Has decidido partir. Vete.
Porque no quería que la viera llorar. Era una flor tan orgullosa...
El hijo pródigo...
Dijo además: —Un hombre tenía dos hijos.
El menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde.” Y él les repartió los bienes.
No muchos días después, habiendo juntado todo, el hijo menor se fue a una región lejana, y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.
Cuando lo hubo malgastado todo, vino una gran hambre en aquella región, y él comenzó a pasar necesidad.
Entonces fue y se allegó a uno de los ciudadanos de aquella región, el cual le envió a su campo para apacentar los cerdos.
Y él deseaba saciarse con las algarrobas que comían los cerdos, y nadie se las daba.
Entonces volviendo en sí, dijo: “¡Cuántos jornaleros en la casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!
Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y ante ti.
Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.”
Se levantó y fue a su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre le vio y tuvo compasión. Corrió y se echó sobre su cuello, y le besó.
El hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y ante ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.”
Pero su padre dijo a sus siervos: “Sacad de inmediato el mejor vestido y vestidle, y poned un anillo en su mano y calzado en sus pies.
Traed el ternero engordado y matadlo. Comamos y regocijémonos,
porque este mi hijo estaba muerto y ha vuelto a vivir; estaba perdido y ha sido hallado.” Y comenzaron a regocijarse.
Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando vino, se acercó a la casa y oyó la música y las danzas.
Después de llamar a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
Este le dijo: “Tu hermano ha venido, y tu padre ha mandado matar el ternero engordado, por haberle recibido sano y salvo.”
Entonces él se enojó y no quería entrar. Salió, pues, su padre y le rogaba que entrase.
Pero respondiendo él dijo a su padre: “He aquí, tantos años te sirvo, y jamás he desobedecido tu mandamiento; y nunca me has dado un cabrito para regocijarme con mis amigos.
Pero cuando vino éste tu hijo que ha consumido tus bienes con prostitutas, has matado para él el ternero engordado.”
Entonces su padre le dijo: “Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas.
Pero era necesario alegrarnos y regocijarnos, porque este tu hermano estaba muerto y ha vuelto a vivir; estaba perdido y ha sido hallado.”
Evangelio según San Lucas.
El menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde.” Y él les repartió los bienes.
No muchos días después, habiendo juntado todo, el hijo menor se fue a una región lejana, y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.
Cuando lo hubo malgastado todo, vino una gran hambre en aquella región, y él comenzó a pasar necesidad.
Entonces fue y se allegó a uno de los ciudadanos de aquella región, el cual le envió a su campo para apacentar los cerdos.
Y él deseaba saciarse con las algarrobas que comían los cerdos, y nadie se las daba.
Entonces volviendo en sí, dijo: “¡Cuántos jornaleros en la casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!
Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y ante ti.
Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.”
Se levantó y fue a su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre le vio y tuvo compasión. Corrió y se echó sobre su cuello, y le besó.
El hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y ante ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.”
Pero su padre dijo a sus siervos: “Sacad de inmediato el mejor vestido y vestidle, y poned un anillo en su mano y calzado en sus pies.
Traed el ternero engordado y matadlo. Comamos y regocijémonos,
porque este mi hijo estaba muerto y ha vuelto a vivir; estaba perdido y ha sido hallado.” Y comenzaron a regocijarse.
Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando vino, se acercó a la casa y oyó la música y las danzas.
Después de llamar a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
Este le dijo: “Tu hermano ha venido, y tu padre ha mandado matar el ternero engordado, por haberle recibido sano y salvo.”
Entonces él se enojó y no quería entrar. Salió, pues, su padre y le rogaba que entrase.
Pero respondiendo él dijo a su padre: “He aquí, tantos años te sirvo, y jamás he desobedecido tu mandamiento; y nunca me has dado un cabrito para regocijarme con mis amigos.
Pero cuando vino éste tu hijo que ha consumido tus bienes con prostitutas, has matado para él el ternero engordado.”
Entonces su padre le dijo: “Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas.
Pero era necesario alegrarnos y regocijarnos, porque este tu hermano estaba muerto y ha vuelto a vivir; estaba perdido y ha sido hallado.”
Evangelio según San Lucas.
El blog vuelve a casa por navidad.
Igual que los turrones El Almendro, el blog vuelve a casa por navidad.
Vuelve a casa vuelve
Vuelve al hogar
Hoy es nochebuena
Y mañana navidad
Vuelve
A casa vuelve
Por navidad
El blog de el paseante, casa fundada el 22 de agosto de 2011 con motivo de la visita de su Santidad el Papa Benedicto XVI a Madrid.
Calidad y tradición a su servicio.
martes, 13 de diciembre de 2011
Piensa en Dios.
No pienses en ti.
Piensa en Dios.
En todo lo que puedes hacer por él.
Por él a través de tu prójimo.
Porque es a través de él como nosotros existimos.
Piensa en Dios en lugar de pensar sólo en ti.
Verás como la vida se ilumina con colores más bellos.
Y brilla un rayo de esperanza hasta en los peores momentos.
No mercantilices tu vida.
Trata de estar siempre en contacto con el espíritu de Dios.
Que a través de los hombres vive y reina entre nosotros.
Olvídate de ti siempre que puedas.
Y piensa en los demás.
En lo que necesitan de ti.
En lo que tú puedes darles.
Y otórgaselo.
Como quién da una ofrenda a Dios.
el paseante
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