Otra vez Venus, segunda semana con Venus, la semana pasada Venus celebraba las nupcias entre Baco y Ariadna, otra que no hizo lo que se dice una buena boda, esta semana es Venus la que se empareja con Marte, dios de la guerra, la diosa de la belleza y el amor se empareja con el dios de la discordia, qué contradictorio, el resultado de esta unión será Cupido que vuela con su arco de flechas, Cupido te lanza una flecha, el famoso flechazo, y te enamoras, Cupido suma el amor y el combate heredado de sus padres, el enamoramiento tiene algo de contienda, con ataques y retiradas, con dulzuras y crueldades, con estrategias.
La escena es un tanto subida de tono, Marte parece que no pierde el tiempo precisamente, va al grano, no se anda con rodeos, es un tanto rijoso, será para relajarse entre batalla y batalla.
El hijo parece que sacó más de la madre que del padre y salió además un tanto volátil, rápidamente cambia de lugar volando, se va posando de un lugar para otro y va lanzando sus flechas a diestro y siniestro, en ocasiones es un tanto despistado, te lanza un flechazo, te enamoras, pero se despista y no le lanza la flecha también a la persona de la que te enamoras, con lo cual se produce un desequilibrio y un sufrimiento, por otro lado ese sufrimiento suele ser, pese a todo, fructífero, como resultado tenemos parte de la mejor poesía, literatura, arte en general, el desengaño amoroso es muy artístico, lo sé por propia experiencia, soy un desengañado nato y por tanto un artista en potencia nato.
Cupido, Cupido..., olvídate ya de mí para siempre te lo suplico...
Por cierto, al final Venus no es que supiera elegir muy bien su pareja, él debía de ser muy guerrero, ¿verdad?, ella tan amorosa, tan guapa, seguro que fue una unión muy desigual, cosas de los dioses que se parecían a los humanos, creían que todo lo podían.
Por cierto, al final Venus no es que supiera elegir muy bien su pareja, él debía de ser muy guerrero, ¿verdad?, ella tan amorosa, tan guapa, seguro que fue una unión muy desigual, cosas de los dioses que se parecían a los humanos, creían que todo lo podían.
el paseante
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