Ludwig.
En mi opinión esta película es la cumbre estilística del
cine de Visconti, junto con los otros dos hitos fundamentales de su
filmografía, El Gatopardo y Muerte en Venecia, Ludwig es, no obstante, de las
tres la más intensamente Viscontiniana sin lugar a dudas, en ella Visconti da
rienda suelta a su particular estilo creativo de una manera absoluta, siendo su
película más personal y difícil porque en gran medida el personaje del rey loco
de Babiera, Luis II, es una proyección en cuanto a gustos, temperamento y
carácter, del propio Visconti, al menos así lo entiendo yo cuando veo la
película, Visconti crea su Ludwig particular, reinventa el personaje a su
medida, tal y como le hubiera gustado que fuera, y para ello pone en el papel
protagonista a su actor fetiche, su alter ego, su amado Helmunt Berger,
difícilmente alguien mejor que él podría haber encarnado a ese rey loco que
hizo de su reinado un continuo mecenazgo a favor del arte, construyendo
magníficos palacios y castillos, que hacen hoy las delicias de los turistas que
visitan Babiera como si fuera Disney World, pero sobre todo a favor de Wagner y
creando para él su templo, Bayreuth, el teatro catedral del genio de la música
alemana donde todos los años se celebra el festival en su honor.
La película es además un homenaje a la música de Wagner,
recrea la estética de las óperas de Wagner con su tono grandilocuente y
heroico, con su atmósfera intensamente poética y espiritual, y es un regalo
para la contemplación de la belleza llevada a su grado sumo por la maestría de
Visconti, sólo él podría ser capaz de alcanzar semejante cota de virtuosismo,
sólo él puede ser capaz de acercarse al mundo del cine con un bagaje creativo
tan abrumador, cuya contemplación fascina por su brillantez, nervio y deslumbrante
belleza, estética, musical, poética.
Ser un genio es ser
capaz de hacer algo así, algo absoluto, parece inverosímil la contemplación de
una película tan singular, única e irrepetible, a través de la cual Visconti
cumple con el sueño de la obra de arte total, el sueño de Wagner, y el sueño de
Ludwig, la totalidad, la abrumadora totalidad de un arte que impregne la vida
hasta tal punto que la convierta en algo único, irrepetible, pleno de sentido,
y digno de ser vivido.
El paseante
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