lunes, 24 de junio de 2013

La película de la semana. Ludwig. Luchino Visconti. 1972.




Ludwig.

En mi opinión esta película es la cumbre estilística del cine de Visconti, junto con los otros dos hitos fundamentales de su filmografía, El Gatopardo y Muerte en Venecia, Ludwig es, no obstante, de las tres la más intensamente Viscontiniana sin lugar a dudas, en ella Visconti da rienda suelta a su particular estilo creativo de una manera absoluta, siendo su película más personal y difícil porque en gran medida el personaje del rey loco de Babiera, Luis II, es una proyección en cuanto a gustos, temperamento y carácter, del propio Visconti, al menos así lo entiendo yo cuando veo la película, Visconti crea su Ludwig particular, reinventa el personaje a su medida, tal y como le hubiera gustado que fuera, y para ello pone en el papel protagonista a su actor fetiche, su alter ego, su amado Helmunt Berger, difícilmente alguien mejor que él podría haber encarnado a ese rey loco que hizo de su reinado un continuo mecenazgo a favor del arte, construyendo magníficos palacios y castillos, que hacen hoy las delicias de los turistas que visitan Babiera como si fuera Disney World, pero sobre todo a favor de Wagner y creando para él su templo, Bayreuth, el teatro catedral del genio de la música alemana donde todos los años se celebra el festival en su honor.

La película es además un homenaje a la música de Wagner, recrea la estética de las óperas de Wagner con su tono grandilocuente y heroico, con su atmósfera intensamente poética y espiritual, y es un regalo para la contemplación de la belleza llevada a su grado sumo por la maestría de Visconti, sólo él podría ser capaz de alcanzar semejante cota de virtuosismo, sólo él puede ser capaz de acercarse al mundo del cine con un bagaje creativo tan abrumador, cuya contemplación fascina por su brillantez, nervio y deslumbrante belleza, estética, musical, poética.

Ser  un genio es ser capaz de hacer algo así, algo absoluto, parece inverosímil la contemplación de una película tan singular, única e irrepetible, a través de la cual Visconti cumple con el sueño de la obra de arte total, el sueño de Wagner, y el sueño de Ludwig, la totalidad, la abrumadora totalidad de un arte que impregne la vida hasta tal punto que la convierta en algo único, irrepetible, pleno de sentido, y digno de ser vivido.

El paseante

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