La
Administración
Pública y yo.
Entré en la Administración Pública
hace ya casi 28 años,
tenía 25, era entonces un joven lleno de ilusiones, algo impetuoso, tal
vez algo
presuntuoso también, soy funcionario de la Administración del Estado y
de la
Comunidad de Madrid, en ambos casos por oposición, cuando yo oposité,
allá por
los 80 el mercado de trabajo estaba muy difícil, las cotas de paro eran
elevadísimas, especialmente el paro juvenil y el paro universitario, los
universitarios acababan trabajando por necesidad en cualquier cosa,
cuando
terminé la carrera hice la mili, lo cual supuso un cierto parón
profesional, por
aquel entonces pensaba haber opositado para juez pero la mili hizo que
me lo
replanteara, eso podría haberme llevado demasiado tiempo.
Con la carrera
de Derecho se abrían muchas posibilidades
pero también había muchos licenciados en derecho, me di de alta como
colegiado,
me apunté en el turno de oficio, estuve colaborando en un despacho como
independiente, principalmente en temas civiles, mercantiles y de derecho
de
familia, alguna que otra cosilla.
Pan para hoy, hambre para mañana,
los ingresos eran muy
inciertos, muy irregulares, los clientes a veces tardaban en pagar, no
pagaban
o pagaban menos de lo convenido, en ocasiones también tenías grandes
recompensas morales, habías ayudado a alguien y quedaba muy agradecido,
la
relación con el cliente en ocasiones se convertía en algo mágico,
especial, eso
era muy bonito.
Decidí opositar, entonces estaba cursando por las tardes
la
Diplomatura de la Escuela de Práctica Jurídica y una compañera me avisó
de que
se iban a convocar plazas de un Cuerpo nuevo, el Cuerpo de Gestión de la
Administración del Estado, era un Cuerpo que se había creado a raíz de
la
reforma de la Administración de la Ley 30, en la primerísima época de
Felipe
González.
Creo recordar que se convocaron 1.000 plazas a nivel
nacional, 250 para el Estado y 750 para la Seguridad Social, me puse a
estudiar
como un loco, por poco pierdo la cabeza de tanto esfuerzo, el resultado
fue
bueno, saqué el número 6 a nivel nacional, reconozco que tuve una cierta
subida
del ego, se presentaron unas 300.000 personas y yo obtengo el número 6…
Elegí quedarme
en Madrid, claro, podía elegir ciudad y
Ministerio, me dieron plaza en la Dirección General de
Telecomunicaciones en
temas jurídicos, compartí despacho con otra compañera, la número 3, al
cabo de
unos meses mi compañera me comentó que iban a convocar unas oposiciones
de
Técnico Superior en la Comunidad de Madrid, comenzamos a prepararlas y
las
aprobamos.
Entré en la Administración en diciembre de 1985, ganaba
80.000 pesetas al mes, 500 euros, pese a
pertenecer al Grupo B, diplomados universitarios, tenía un puesto base
nivel 9, el ordenanza tenía más nivel que yo, yo era el segundo de la
oficina,
primero estaba el ordenanza y después yo, en aquella época no había
ordenadores, los informes los escribía a lápiz y los auxiliares los
pasaban a
máquina, creo que pese a eso no he vivido un momento de mayor ilusión
profesional en toda mi vida, iba al trabajo como si fuera volando, me
cruzaba toda la M-30 con mi viejo Seat 133 de segunda mano, era
feliz, deseaba que pasara rápidamente el fin de semana para volver el
lunes al
trabajo, tenía un jefe maravilloso y me sentía muy valorado.
Nunca he
sentido un subidón mayor en mi vida que el día que
aprobé mi primera oposición, sentí que tenía un futuro, una
independencia, una
autonomía, me sentí libre, valorado, feliz.
La segunda
oposición me pilló con la cabeza más fría,
también la superé a la primera, en esta ocasión quedé por encima de la
mitad
del ranking, la tuve que preparar mientras trabajaba pero me sirvió de
base
tener recientes todos los conocimientos de la anterior, entré con nivel
25, la
subida de retribuciones fue considerable, además en la Comunidad de
Madrid los
Complementos Específicos eran más altos.
Menudo rollo, la historia de mi
vida profesional, me pierdo
por las ramas.
Este diciembre hará 28 años que soy funcionario público,
he
vivido la Administración desde dentro y os aseguro que desde fuera se
tiene una
visión totalmente distorsionada de ella, ya os iré contando más cosas,
por hoy
es suficiente…
(continuará)
El paseante
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