martes, 24 de abril de 2012

El cuadro de la semana. El baile. Fernando Botero.


Qué graciosos los gordos de Botero, son ya un clásico de la imaginería moderna, todos los personajes de sus cuadros son siempre gordos, personajes de una sociedad opulenta, sobrealimentada, ahora que estamos en una crisis económica tan tremenda parece raro verles tan bien nutridos, orondos, felices, satisfechos de sí mismos, además hacen de todo, todo tipo de actividades, no paran los gordos de Botero, son incansables, pese a su obesidad son muy activos, no se privan de nada, guapos no son, y elegantes tampoco, resultan arquetípicos pero no bellos.
La belleza se desprende más bien de la composición de las pinturas, el colorido, las formas, la armonía, el movimiento que Botero da a sus figuras, muy natural, muy real, porque los gordos tienen unos movimientos especiales, más que moverse parece siempre como si estuvieran rodando, como rodillos.
Parece que luchan entre ellos, su presencia impone, intimida, hasta cuando bailan parece que estuvieran combatiendo.
Geniales los gordos de Botero, y no sólo en los cuadros, también en las esculturas, monumentales, ciclópeas, imponentes, presentes en las grandes ciudades del mundo, puedes encontrarte un gordo de Botero en cualquier gran avenida de cualquier megalopolis.
Transmiten fuerza, vida, energía, optimismo, vitalidad.
Lo provinciano, lo pueblerino, el tipismo, lo cotidiano, lo doméstico, lo íntimo, lo vulgar, elevado a categoría, sublimado, universalizado, Botero ha llevado Colombia a cualquier rincón del mundo y ha dejado grabado en nuestra retina posmoderna el sello de su tierna dulzura de gordos que quieren vivir como los demás, disfrutar de la vida, enamorarse, bailar, ir a todas partes y hacer de todo.
Me recuerdan a Macondo, a García Márquez, colombiano también, todos estos gordos parecen salidos de la aldea de Cien años de soledad, del Macondo ancestral, imperturbable, parado en el tiempo, mágico y sorprendente.
Botero y García Márquez han sacado Colombia al mundo y la han paseado, el mejor marketing, el del arte, el verdadero arte, perdurable e inagotable la cultura es el mejor pasaporte de un país y de sus ciudadanos a la hora de abrirse camino fuera.
Además, todo hay que decirlo, estos gordos son muy decorativos, en cualquier rincón de la sala de estar quedan bien, no sentados en el sofá, claro, que te lo revientan, sino colgados en la pared dentro de un marco.
Confieso sentir algo de complejo ante estos gordos tan activos, nunca podré ser como ellos.
I love you Botero.

el paseante

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