Es la primera película que vi en el cine, era muy pequeño y me llevaron mis primos mayores a verla, bueno, pues eso, ¿recordáis a mis primos mayores?, os hablé de ellos a cuento del nacimiento de mi sexualidad, pues también me iniciaron en el cine.
Mis primos mayores me generaban cierto stress, y es que ni los niños estamos exentos de padecer stress, eran demasiado para mí, me superaban en todo continuamente, así no se puede estar, vive uno frustrado permanentemente, en un quiero y no puedo continuo.
Como digo me llevaron al cine, eran las navidades de 1964, yo tenía 4 años, me sentaron en la butaca y me quedé dormido, para ellos la película era una película de niños, es decir, un rollo, y encima voy yo y nada más apagarse las luces me duermo, pues me despertaron inmediatamente y no me dejaron dormir durante toda la película, cosa de la que me alegro porque quedé fascinado, cuando llegué a casa quería saltar por la ventana y volar.
Así que se puede decir que la afición al cine de el paseante le viene gracias a sus primos mayores, como su afición al sexo, igual.
A raíz de ver la película durante mucho tiempo le obligué a mi padre a que cada noche me llevara a acostarme subido en sus brazos y me tirara sobre la cama para así poder volar como Peter Pan.
La película me marcó para toda la vida, de hecho uno de mis sueños recurrentes es que vuelo, pero eso me parece que lo va analizar Sigmund Freud este viernes, con lo cual prefiero no adelantarme.
Y también marcó mi vida generando en mí en complejo de Peter Pan, que aún perdura, pero eso creo que también va a ser objeto de una entrada específica a lo largo de la semana, no adelantemos acontecimientos.
En fin, forever young, o forever Peter Pan, as you like...
Besos,
el paseante volador
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