Retrato múltiple de el paseante. Andy Warhol. |
Pero va a ser cierto, el paseante es un personaje de la modernidad, hasta lo retrató Warhol, como a Marilyn, como a Mao, como a la lata de sopa Campbell, increíble, el paseante es un mito de la modernidad.
A la belleza del cuadro se suma la belleza de el paseante conformando una obra de arte total, de gran fuerza visual, impactante, puro pop art, a destacar los colores que ha elegido el artista, cómo los combina de manera perfectamente armónica con la imagen sobre la que los aplica, una visión múltiple de el paseante, como si fuera una producción en serie, en cadena, el paseante múltiple, como reflejado en un juego de espejos, con ese aire entre perverso e inocente, entre puro y depravado, entre pervertido y angelical, con ese aire tan paseante, inconfundiblemente paseante en su media sonrisa medio irónica, medio sádica, medio sarcástica, medio sensual, medio tentadora, medio amorosa...
Y qué decir de esa mirada, Warhol diviniza la mirada de el paseante que queda convertido en un dios con una mirada de fuego, imposible sustraerse a esa mirada que todo lo ve, todo lo conoce, todo lo sabe, todo lo puede, todo lo alcanza, y sobre todo, que todo lo desea...
Mirando el cuadro uno piensa que el paseante le desea a uno, pero uno es tan insignificante...
Desde su mayetática belleza, desde su pureza inalcanzable, desde su divinidad celestial, el paseante nos contempla y se sonríe con una sonrisa que en la historia del arte no ha igualado ni la Gioconda.
¿Es el paseante la nueva Gioconda?
Como una Gioconda pintada por Warhol, sí, más Gioconda que la Gioconda, y más paseante que el mismo paseante.
El paseante, ese Giocondo de la modernidad...
I love you paseante,
el paseante
No hay comentarios:
Publicar un comentario