martes, 14 de mayo de 2013

La frasca de vino.



No hay nada como una buena frasca de vino, donde voy a comer lo sirven muy frío, casi al punto de congelación, es un vino algo afrutado y un punto áspero que se pega a la lengua como si la acariciara, como si fuera un terciopelo rojo que nos inundara el paladar de un sabor fuerte que enseguida se desvanece y nos refresca el cuerpo y el alma.

Creo que voy a comer a este lugar por la frasca de vino, bueno, por eso y porque es el menú más barato que conozco, 8 euros, y con productos de calidad, naturales, nada de congelados, comida casera y un trato muy amable, los dueños, un par de gemelos son muy simpáticos, dos gorditos felices de la vida que vuelcan toda esa dichosa felicidad, valga la redundancia, en la clientela que ya es habitual, gente del barrio, gente del Madrid antiguo.

Los postres deliciosos, mi favorito el puding casero, me recuerda a la tarta de coco que hacía mi madre, ya no la hace porque dice que da mucho trabajo, con el puding me bebo el último sorbo de la frasca de vino y me sabe delicioso.

(continuará)

No hay comentarios:

Publicar un comentario