miércoles, 18 de abril de 2012
Homosexualidad y psicoanálisis.
Escena de la serie de tv Física y química. |
A lo largo de su historia el psicoanálisis, o mejor dicho los psicoanalistas, expresan alguna ambivalencia respecto de la homosexualidad. No era el caso de Sigmund Freud, quien hizo siempre muy patente su posición. En una carta del 9 de abril de 1935, respondiendo a una señora americana preocupada por las tendencias de su hijo, el inventor del psicoanálisis le escribía “La homosexualidad no es evidentemente una ventaja pero no es nada de lo que se tenga que avergonzar, no es un vicio ni tampoco podríamos calificarla de enfermedad, nosotros la consideramos como una variante de la función sexual, provocada por una detención del desarrollo sexual. Muchos individuos altamente respetables, desde los tiempos antiguos a los modernos han sido homosexuales y entre ellos encontramos grandes hombres (Platón, Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, etc.) Es una gran injusticia perseguir la homosexualidad como un crimen, y también es una crueldad. Si usted no me cree, lea los libros de Havelock Ellis”.
Es decir que para Freud, si los homosexuales eran algo en todo caso eran algo así como inmaduros, enunciado que si nos ubicamos en la época en que fue dicho era todo un progreso.
Esta posición era coherente con su premisa sobre la condición bisexual del ser humano. Recordemos que para Freud la definición sexual era un proceso complejo en el que además de los caracteres anatómicos participaban la identificación sexual predominante y la elección de objeto. El sexo era un misterio mucho más que anatómico (esa es la razón por la que desde la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, Pekín 1995 se pretende, en mi opinión muy equivocadamente hablar de “género”). Para Freud el sexo se trataba de un conjunto de tres elementos (la anatomía, la identificación y la elección de objeto) del que se desprendían varios subconjuntos de combinaciones posibles. Por ejemplo, una fijación infantil a la madre, acompañada de una decepción del padre en el caso de la joven homosexual y una búsqueda de jóvenes discípulos para amar tal como idealmente la madre lo habría querido a él, en el caso de Leonardo da Vinci. Para Freud intentar transformar un homosexual plenamente desarrollado en un heterosexual era una empresa tan inútil como la operación inversa de querer transformar un heterosexual en homosexual y pretender explicar cómo alguien había llegado a ser homosexual era tan complicado como la operación contraria de explicar cómo se había definido heterosexual.
El tema ya había sido objeto de luchas internas entre los primeros psicoanalistas. Encontramos en Roudinesco y Plon el relato de aquel mes de diciembre de 1921 en que dentro del comité secreto que dirigía la recientemente creada IPA se batieron berlineses contra vieneses alrededor de la cuestión de si los homosexuales podían o no ser analistas. Los vieneses, representados por Ferenczi, Rank y Freud perdieron la partida frente a los berlineses, liderados por Karl Abraham y con el espaldarazo de Ernest Jones, quien sostenía que “a los ojos del mundo la homosexualidad es un crimen repugnante y si fuera cometido por uno de nuestros miembros nos traería un grave descrédito”.
De esta manera, promovida por Jones, quien traía sobre sus espaldas una acusación por abuso sexual en el Canadá, y contra la opinión de Freud se extendió la exclusión de los homosexuales de la legitimidad para acceder a psicoanalista.
¿Quién tenía razón? ¿Y qué significa tener razón en este caso?
Anna Freud jugó un papel predominante. Para ella la sospecha de homosexualidad era la peor de todas y estremece imaginar cómo habrá sufrido los comentarios del milieu psicoanalítico sobre su amistad con Dorothy Burlingham. En l956 invitó a la periodista Nancy Procter-Gregg a no citar en un artículo en The Observer aquella carta de su padre del 1935 basándose en primer lugar en que “(…) ahora podemos curar muchos más homosexuales de lo que creíamos posible antes. La otra razón es que los lectores podrían ver en ella -la carta de Freud- la confirmación de que todo lo que el psicoanálisis puede hacer es convencer a los pacientes de que sus defectos o inmoralidades no son graves y que habrían de aceptarlos con alegría”
Patología, defectos, inmoralidades… y la selección de analistas. La cuestión estuvo planteada desde siempre. ¿Pueden los homosexuales ser analistas? ¿Y si no, porqué no? ¿Por inmorales o por enfermos? ¿Se derivaba de su elección de objeto sexual alguna influencia negativa sobre sus capacidades mentales que los excluyera de la posibilidad de practicar el psicoanálisis?
Empecemos por la cuestión moral. Está claro que inmoralidad descarta moralmente para la práctica de cualquier profesión en la cual la dicha inmoralidad ocupe la escena y se apodere de la práctica profesional. Las conductas inmorales que están tipificadas como delitos (la mala práctica, el abuso, la prevaricación) cuando son descubiertas sufren las debidas consecuencias y suelen ser condenadas y castigadas.
Ahora bien, ¿un homosexual no tiene más salida, sólo por el hecho de serlo y compelido por su propia inercia que incurrir en alguna incorrección? ¿Y cuál podría ser ésta en el caso de practicar el psicoanálisis?
Sensibilidad científica o artística no es incompatible con homosexualidad. Abundan los ejemplos. Capacidad de empatía por el drama humano tampoco. O sea que para excluir de la práctica del psicoanálisis al homosexual hay que definir muy específicamente aquella inmoralidad en la que dada su elección de objeto no tendría más remedio que incurrir.
Lo inmoral en psicoanálisis es disfrutar del paciente. Errores podemos cometer todos, pero aquello que trasciende el error y para lo que se supone que nos hemos analizado es para no hacer del paciente el objeto de nuestras tendencias, sean sádicas, masoquistas, voyeuristas, exhibicionistas y por el estilo, para no vampirizar sus emociones, para no aprovecharnos de sus angustias o inhibiciones para sentirnos mejores que ellos, etc. Más bien al contrario, la posición de analista nos coloca como objeto de sus tendencias parciales, para que ensaye (y fracase gracias a nuestras intervenciones) el disfrutar de este cuerpo hablante que ofrecemos a sus transferencias. Quizás es por eso que el funcionamiento mental neurótico parece ser el que mejor capacita para ser analista, porque como neuróticos tenemos tanto miedo a ser perversos que cuando nos equivocamos nos angustiamos y corremos a buscar la supervisión o la corrección de los colegas.
Quiero decir algo que es obvio: cualquiera puede cometer una inmoralidad, pero aquel mejor dotado para la autoobservación será el que pueda aprender para la próxima ocasión. Y hablando en general, es decir sin tener en cuenta las variantes individuales, de todos los diagnósticos que conocemos el de neurótico es el mejor candidato para la autocrítica cordial.
Y así hemos pasado de lo moral a lo diagnóstico, cosa nada extraña en psicoanálisis, aquel invento freudiano que hizo de la dimensión de lo moral el corazón mismo del sufrimiento psíquico. Hablar de enfermedad para nosotros es hablar de sufrimiento y este es un buen momento para recordar que para el psicoanálisis no hay ninguna otra enfermedad que el síntoma, me refiero a aquel sufrimiento cargado de misterio y de autointerpretaciones insatisfactorias, el diagnóstico que nos trae el mismo paciente, el mejor que él se puede hacer y sin el cual mal podemos analizar nada.
He aquí una pista, bien freudiana por cierto. Si alguien sufre por el hecho de ser homosexual, si hace un síntoma de su elección de objeto, entonces y sólo entonces hay algo a analizar. Si sufre autocríticamente, (que en esto consiste hacer un síntoma) entonces se tratará de un neurótico o eventualmente de un psicótico. Al contrario, si no sufre, entonces será o una persona sana o un perverso, que puede llegar a ser un delincuente o merecer cualquier categoría psiquiátrica que le corresponda sin ser un enfermo en sentido propiamente psicoanalítico.
Repasemos ahora las preguntas. ¿Los homosexuales no podrían ser analistas por homosexuales o por perversos? Más precisamente, ¿la homosexualidad es una perversión? Ya podréis suponer que mi respuesta es que no necesariamente.
El funcionamiento perverso, que pretende desconocer la diferencia de los sexos y los deseos del prójimo está basado en la renegación de la castración, acción mental que genera una disociación en el psiquismo. Mal podría un analista perverso guiar su paciente al reconocimiento de los límites de su subjetividad, a la aceptación de la castración simbólica, la que nos permite tanto considerarnos solamente como personajes únicos entre personajes también únicos como necesitar ser fieles a nuestras promesas más allá del poder de transgredirlas. No reconociendo (renegando) la reproducción bisexuada se desconoce el destino mortal del ser humano, se potencia la ilusión megalomaníaca y el otro queda reducido a papel de objeto víctima de las manipulaciones (intrusivas y violentas o provocadoras de violencia) de este creyente en la omnipotencia de la sexualidad (y en el fondo un adorador radical de su madre) que es el perverso.
Los argumentos en contra de la homosexualidad sólo pueden ser morales o clínicos. El psicoanálisis es la terapia de la humildad creadora, de la asunción de nuestros límites como la garantía de la potencia, sea sexual, reproductora, artística, científica y humana en general. Del reconocimiento del otro en cuanto que otro y de la administración de la agresividad vital para que no degenere en violencia perversa.
La existencia de sólo un homosexual capaz de hacer esto ya deja fuera de juego el argumento que los descalifica como psicoanalistas. Y mirado desde el otro extremo, hay heterosexuales que ni aún queriéndolo mucho disponen de la capacidad analítica, por lo que tenemos que concluir que dicha capacidad no radica en la elección del objeto sexual.
Porque la homosexualidad en principio sólo es esto: una elección de objeto. La tesis freudiana permanece vigente. De las tres columnas que construyen la definición sexual, operando sobre el principio de la condición bisexual del ser humano, las elecciones de objeto se tienen que conjugar con la anatomía y con la trama identificatoria, matriz de la subjetividad. Que haya homosexuales perversos no autoriza a concluir que todos lo son, también hay heterosexuales perversos.
El cuerpo de la madre, presente o ausente, y que contiene todas las riquezas del mundo es el enigma original ante el cual todo niño llega al mundo. Para no perder la madre cada niño tendrá que resolverlo como pueda, algunos se identificarán a ella en su condición de mujer fálica que nada desea porque ya lo tiene todo, otros se identificarán a los signos que orientan su deseo, otros fluctuarán perplejos ante la confusión insoluble de sus deseos.
Anatomía, identificación y elección de objeto son los tres elementos del conjunto responsable de encontrar la solución en el vértigo de la bisexualidad. La solución heterosexual ha sido premiada por la especie, interesada en su conservación. No es la única sin embargo y por más identificada que esté la solución encontrada con lo hétero la bisexualidad como condición originaria no desaparece y continúa realizando su trabajo en los laberintos de la mente y esta empresa puede ser alegre y creativa o dolorosa y sintomática.
El verdadero duelo que tienen que hacer los seres humanos ante el enigma de esta sexualidad tan poco natural que es la humana es el duelo por la bisexualidad, más concretamente por la diferencia de los sexos. No le corresponde al psicoanálisis juzgar sobre la mayor o menor corrección de las soluciones encontradas, sí en todo caso ayudar a resolver aquellas que permanezcan lastradas por el sufrimiento sintomático.
Guillermo Mattioli
Psicoanalista
Un sueño... (caso práctico) - 2
Volvemos
al sueño, ya ha pasado más de una semana desde que tuve el sueño, y
analizando la descripción que entonces hice me he dado cuenta de que
introduje una carga valorativa al decir que el cese de mi compañera de
trabajo y amiga "era necesario", y además añadí "creedme" como si
quisiera de esta forma ganar adhesiones y poner a quién lo lea a mi
favor.
De ahí la importancia de dejar pasar un lapso de tiempo hasta
analizarlo, porque si se hace de manera inmediata no tenemos distancia
suficiente para enjuiciarlo con la necesaria frialdad.
Contaba que
el sueño tenía lugar en un almacén de muebles y que era de noche, apenas
se veía, este lugar está tomado de mi oficina de trabajo actual para
llegar a la cual hay que cruzar una enorme nave que se ha convertido
recientemente en improvisado almacén de muebles.
En el sueño
es de noche y apenas se ve, de noche no trabajo pero al anochecer pronto
en invierno es como si fuera ya de noche, por tanto tomo el lugar y la
hora para el sueño del último recuerdo que me llevo de mi oficina al
marcharme por las tardes, la noche que tuve el sueño había trabajado por
la tarde.
Y además mantengo el sueño ambientado de esta manera en el
ámbito laboral, el mismo escenario de los acontecimientos a los que el
sueño se refiere.
Alguien que yo no veía me hablaba, en principio no
identifiqué quién era pero rememorando el sueño después me di cuenta que
aunque no lo identificara sabía bien quién era, se trataba de un
subordinado de entonces, mi mano derecha en aquellos momentos y también
amigo mío.
Entre mi amiga y mi amigo había una gran rivalidad, esta
rivalidad llegó hasta el punto de que mi amigo me amenazó con marcharse
si no cesaba a mi amiga.
De él era la voz que me decía: "mira, fíjate bien,
si ella está aquí", refiriéndose a mi amiga.
Yo le
contestaba: "no la veo, ¿dónde?"
Él entonces tomaba una especie
de bola de bolera de forma irregular envuelva en papel aluminio y me la
entregaba, diciéndome:
"Mírala".
Justo antes de comenzar a desenvolverla me
daba cuenta de que se trataba de la cabeza de mi amiga, y me despierto.
Mi amigo no
aparece en el sueño pero está presente de esa manera, igual que no
estuvo presente en el cese pero fue su ejecutor mediato.
Yo quedo en
medio, ejecutor inmediato de su voluntad y aterrado por la repugnancia
que me produce tener en mis manos la cabeza cortada de mi amiga envuelta
en papel aluminio.
Terrible.
El sueño reproduce de manera metafórica todo
lo sucedido, los tres principales actores del suceso, sus papeles, la
consecuencia inmediata, el cese simbolizado en la cabeza cortada, y la
consecuencia mediata, mis remordimientos de conciencia patentes en la
sensación de terror, repugnancia e infinita pena que me produce la
cabeza cortada envuelta sostenida en mis manos, como una paráfrasis de
Lady Macbeth, ése peso queda para mí, sobre mis manos sostengo las
consecuencias para siempre porque me despierto antes de poder
desembarazarme de la cabeza.
La frase "era necesario, creedme", en la
descripción que hice del sueño hace una semana y con la que me referí al
cese, pone de manifiesto mi poca convicción sobre su necesariedad y mi
afán porque así lo crean los demás.
El desencadenante último del
sueño fue una conversación que tuve recientemente con mi amigo sobre mi
amiga, el motivo de esta conversación me lo reservo por motivos de
confidencialidad.
En los momentos en que el cese tuvo lugar hace ya
más de tres años, estaba releyendo precisamente Macbeth.
(continuará)
el
paseante
Ser un icono. Eva Perón
La Kirchner quiere parecerse a Evita,
pobrecilla, no hay color, por mucha cirujía que se haga no va a
conseguir nunca nada, y además qué le pasa a esa mujer en el cuello,
será que el cuello no se lo pueden estirar, ¿os habéis fijado?, trata de
cubrírselo con la melena que se la peina hacia adentro y no para de
moverla, y luego está el tema del tinte del pelo, horroroso, se lo debe
aplicar ella misma en casa, como Rajoy, por cierto, llevan el mismo
tono, como un caoba oscuro, y los modelitos de Chanel, los de la
Kichner, claro, no va ser Rajoy el que se vista de Chanel, aunque ayer
llevaba una chupa muy graciosa color azul oscuro, ¿la visteis?, se la
debe haber comprado la mujer, iba como diciendo "tierra trágame", y es
que debe ser muy tímido, estaba como cuando tu madre te compraba un
abrigo nuevo y tenías que llevarlo al colegio, todos se metían contigo,
bueno pues Rajoy ayer igual, encogido delante de las cámaras agarrado a
su carterita, me pregunto qué llevará un Presidente de Gobierno en una
carterita así, tan modesta.
Tal vez los papeles de Repsol.
No me fío de las personas que se tiñen el pelo, y menos de los que se lo tiñen de color caoba, el color caoba no existe en la realidad, nadie tiene ese color natural de pelo, es un color de peluca, el que se tiñe de color caoba es que tiene pretensiones, fantasías, delirios, de ser algo que no es, algo irreal.
Justo lo que le pasa a la Kichner, que quiere ser como Eva Perón, qué pena, no le queda recorrido, son como la noche y el día, lo de la Kichner no hay operación que lo corrija, salvo que se opere el cerebro.
¡Vaya rueda de prensa!
Parecía la Ninette de Mihura, Ninette modas de París, como la señorita Pepis anunciando la expropiación.
Y luego está ése tan guapito y tan jovencito que tiene de ministro o de asesor de no sé qué, uno que tiene un nombre rarísimo, impronunciable, Cillipoj o algo así, en fin que todo es muy raro, y es como de aficionados, pero la política y el dinero tienen estas cosas, donde hay tajada ya se sabe, hay que aprovechar la ocasión, a vivir que son dos días.
¿Qué habrá entre el Cillipoj ése y la Kichner?
Es todo como de culebrón.
Bueno, sigamos aplicando la frase-mantra del 2012, a saber:
"Cuando peor me porto es cuando más te necesito".
Y ya van tres, el rey, el obispo de Alcalá y la Kichner.
¿Quién será el siguiente?
el paseante
Tal vez los papeles de Repsol.
No me fío de las personas que se tiñen el pelo, y menos de los que se lo tiñen de color caoba, el color caoba no existe en la realidad, nadie tiene ese color natural de pelo, es un color de peluca, el que se tiñe de color caoba es que tiene pretensiones, fantasías, delirios, de ser algo que no es, algo irreal.
Justo lo que le pasa a la Kichner, que quiere ser como Eva Perón, qué pena, no le queda recorrido, son como la noche y el día, lo de la Kichner no hay operación que lo corrija, salvo que se opere el cerebro.
¡Vaya rueda de prensa!
Parecía la Ninette de Mihura, Ninette modas de París, como la señorita Pepis anunciando la expropiación.
Y luego está ése tan guapito y tan jovencito que tiene de ministro o de asesor de no sé qué, uno que tiene un nombre rarísimo, impronunciable, Cillipoj o algo así, en fin que todo es muy raro, y es como de aficionados, pero la política y el dinero tienen estas cosas, donde hay tajada ya se sabe, hay que aprovechar la ocasión, a vivir que son dos días.
¿Qué habrá entre el Cillipoj ése y la Kichner?
Es todo como de culebrón.
Bueno, sigamos aplicando la frase-mantra del 2012, a saber:
"Cuando peor me porto es cuando más te necesito".
Y ya van tres, el rey, el obispo de Alcalá y la Kichner.
¿Quién será el siguiente?
el paseante
Píldoras para dejar de ser gay.
Las fabrica un laboratorio
farmacéutico inglés y las comercializa a nivel nacional la Conferencia
Episcopal.
No tienen ningún efecto secundario, bueno, en realidad es que no tienen ningún efecto, ni efecto placebo siquiera, mis mejores amigos gays están en tratamiento con ellas, una después de cada comida, cada ocho horas, en fin, lo habitual, sin receta, pero no las cubre la Seguridad Social, ni pagando el 10%, están fuera del sistema, lógico, España es un país aconfesional y asexual, aunque se reconozca la relevancia de la Iglesia católica y de la orientación heterosexual.
¿Y para qué sirven entonces?
Sencillo, te las compras, las tomas, y cuando vayas al confesionario le dices al cura que eres gay pero estás en tratamiento, no falla:
Ego te absolvo peccatis tuis in nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti.
Ni penitencia te pone, estupendo, ya puedes irte, y a la calle, a lo tuyo, a tu bola.
el paseante
No tienen ningún efecto secundario, bueno, en realidad es que no tienen ningún efecto, ni efecto placebo siquiera, mis mejores amigos gays están en tratamiento con ellas, una después de cada comida, cada ocho horas, en fin, lo habitual, sin receta, pero no las cubre la Seguridad Social, ni pagando el 10%, están fuera del sistema, lógico, España es un país aconfesional y asexual, aunque se reconozca la relevancia de la Iglesia católica y de la orientación heterosexual.
¿Y para qué sirven entonces?
Sencillo, te las compras, las tomas, y cuando vayas al confesionario le dices al cura que eres gay pero estás en tratamiento, no falla:
Ego te absolvo peccatis tuis in nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti.
Ni penitencia te pone, estupendo, ya puedes irte, y a la calle, a lo tuyo, a tu bola.
el paseante
Las opiniones de los obispos.
Menos mal que tenemos las enseñanzas de
Cristo para poder soportar estoicamente las declaraciones de los
obispos, si no fuera por Cristo, por su ejemplo, la Iglesia sería
insoportable, me pregunto qué haríamos si Jesucristo no hubiera existido
y tuviéramos que aguantar a pelo esta Iglesia que sufrimos a diario,
sería algo insufrible, tan alejados están de las enseñanzas de
Jesucristo que ni siquiera ya son conscientes de ello, bueno, tampoco
hay que generalizar, una golondrina no hace verano, hay mucha Iglesia
más allá del obispo de Alcalá, cuyo nombre ni sé, pero vaya cuadro,
pobre hombre, en el fondo debe estar pasándolo mal, sólo un
desequilibrado puede hablar de esa manera de otras personas, de otros
hombres, de otros congéneres, de otros hermanos, como diría Jesucristo,
en fin, habrá que aplicarle la misma frase que le aplicamos
recientemente al rey, ¿la recordáis?, pues es ésta:
"Cuando peor me porto es cuando
más te necesito"
Pues el obispo de Alcalá nos
necesita mucho, muchísimo, porque portarse, lo que se dice portarse, se
porta fatal, y cada vez peor, mejor si se callara ya de una vez por
todas, menuda cruz nos ha caído con él, es como si quisiera ayudar a
consolidar el mundo como un valle de lágrimas, por si no había ya poco
con la que está cayendo.
Yo he visto una foto y tiene
pinta de gay, bueno, lo mismo hace estas declaraciones en plan columna
de humo, para taparse y ser así más papista que el Papa, como suele
decirse, y es como lo que ya os he contado sucedió en mi colegio en el
que todos los curas gays echaron al único que no era gay acusándole de
ser gay.
Todo esto no sintoniza nada bien
con la onda de la Biblia, ¿qué haría o declararía este Obispo sobre
María Madalena si se le cruzara en su camino?
No quiero ni pensarlo.
Es de vergüenza ajena, sobre todo
si eres católico, a mí me abochorna, deberían excomulgarle, echarle de
la Iglesia.
Pero volvamos a aplicar la frase:
"Cuando peor me porto es cuando
más te necesito"
Esta frase va camino de
convertirse en el mantra oficial del 2012, el Rey, el obispo de
Alcalá...
¿Quién será el siguiente?
¿Quién será el siguiente?
¿Será
que la crisis les pone nerviosos?
No
lo entiendo, con lo bien que viven, y a costa de todos nosotros...
Más bien deberían estar agradecidos y
portarse como Dios manda, ¿o no?
el paseante
Era una
reproducción del San Sebastián de Guido Reni que se encuentra en la
colección del Palazzo Rosso de Génova.
El tronco del árbol negro y levemente inclinado de la ejecución destacaba sobre un fondo a lo Tiziano, formado por un bosque melancólico y un cielo sombrío y distante.
Un joven de notable belleza, estaba desnudo, atado al tronco del árbol.
Tenía las manos cruzadas en alto, por encima de la cabeza, y las cuerdas que le ceñían las muñecas estaban a su vez atadas al árbol.
No se veían ligaduras y la desnudez del joven sólo la paliaba un burdo paño blanco, anudado flojamente a la altura de las ingles. Supuse que se trataba de la representación del martirio de un cristiano.
Pero como la obra se debía a un pintor de la escuela ecléctica del Renacimiento, incluso la pintura de la muerte de un santo cristiano desprendía una viva impresión de cultura pagana. En el cuerpo del joven no se veía rastro del duro vivir o de la decrepitud de santos que en tantas representaciones se ven. Contrariamente, en aquel cuerpo sólo había juventud primaveral, luz, belleza y placer.
Su blanca e incomparable desnudez resplandece sobre el fondo crepuscular. Sus brazos musculosos, brazo de guardia pretoriano acostumbrado a tensar el arco y a blandir la espada, están alzados en grácil ángulo, y sus muñecas atadas se cruzan inmediatamente encima de la cabeza.
Tiene la cabeza levemente alzada y los ojos abiertos de par en par, contemplando con profunda tranquilidad la gloria de los cielos.
No es dolor lo que emana de su terso pecho, de su terso abdomen, de sus caderas levemente inclinadas, sino un llama de melancólico placer, como el que produce la música.
Si no fuera por las flechas con la punta profunda hundida en el pectoral izquierdo y en el costado derecho, parecería un atleta romano descansando de su fatiga, apoyado en un oscuro árbol de un jardín.
Las flechas se han hundido en la carne tersa, fragante y juvenil, y pronto consumirán el cuerpo, desde adentro, con llamas de supremo dolor y éxtasis.
Pero la sangre no mana, y no hay siquiera la multitud de flechas que se ven en otras representaciones del martirio de San Sebastián. Esas dos solitarias flechas proyectan sus calmas y gráciles sombras en la tersura de su piel, como las sombras de una rama en una escalinata de mármol.
El tronco del árbol negro y levemente inclinado de la ejecución destacaba sobre un fondo a lo Tiziano, formado por un bosque melancólico y un cielo sombrío y distante.
Un joven de notable belleza, estaba desnudo, atado al tronco del árbol.
Tenía las manos cruzadas en alto, por encima de la cabeza, y las cuerdas que le ceñían las muñecas estaban a su vez atadas al árbol.
No se veían ligaduras y la desnudez del joven sólo la paliaba un burdo paño blanco, anudado flojamente a la altura de las ingles. Supuse que se trataba de la representación del martirio de un cristiano.
Pero como la obra se debía a un pintor de la escuela ecléctica del Renacimiento, incluso la pintura de la muerte de un santo cristiano desprendía una viva impresión de cultura pagana. En el cuerpo del joven no se veía rastro del duro vivir o de la decrepitud de santos que en tantas representaciones se ven. Contrariamente, en aquel cuerpo sólo había juventud primaveral, luz, belleza y placer.
Su blanca e incomparable desnudez resplandece sobre el fondo crepuscular. Sus brazos musculosos, brazo de guardia pretoriano acostumbrado a tensar el arco y a blandir la espada, están alzados en grácil ángulo, y sus muñecas atadas se cruzan inmediatamente encima de la cabeza.
Tiene la cabeza levemente alzada y los ojos abiertos de par en par, contemplando con profunda tranquilidad la gloria de los cielos.
No es dolor lo que emana de su terso pecho, de su terso abdomen, de sus caderas levemente inclinadas, sino un llama de melancólico placer, como el que produce la música.
Si no fuera por las flechas con la punta profunda hundida en el pectoral izquierdo y en el costado derecho, parecería un atleta romano descansando de su fatiga, apoyado en un oscuro árbol de un jardín.
Las flechas se han hundido en la carne tersa, fragante y juvenil, y pronto consumirán el cuerpo, desde adentro, con llamas de supremo dolor y éxtasis.
Pero la sangre no mana, y no hay siquiera la multitud de flechas que se ven en otras representaciones del martirio de San Sebastián. Esas dos solitarias flechas proyectan sus calmas y gráciles sombras en la tersura de su piel, como las sombras de una rama en una escalinata de mármol.
martes, 17 de abril de 2012
El rey y yo.
El domingo por la tarde estuve de
visita en casa de unos amigos y salió a relucir el tema, claro, cómo
no...
El tema me vino a la mente durante toda la tarde pero evité sacarlo a colación, me parecía poco placentero para la tarde del domingo, por otro lado se trata de un tema espinoso que puede dar lugar a disputas y enfrentamientos.
Recuerdo que estuve visitando Cuba en 1999, en el mes de enero, muy buen tiempo por cierto, una delicia.
Los cubanos despotricaban en privado contra Fidel, estaban hartos de malvivir, pero siempre añadían que antes de Fidel estaban mucho peor y que la Sanidad y la Educación con Fidel eran muy buenas y todos tenían acceso a ellas.
Por otro lado ellos podían hablar mal de Fidel, pero si tú apostillabas algo en el mismo sentido y les dabas la razón, ya no les gustaba tanto, es decir, tú no eres cubano luego no te metas en asuntos de nuestra nación, parecían querer decir con su actitud, y es que Fidel era imagen de su patria y por tanto algo sentido como muy propio y muy dentro sobre todo delante de extranjeros.
Recuerdo que con Franco le pasaba lo mismo a mi padre, despotricaba en privado pero cuando viajaba al extranjero nos contaba que no consentía que nadie no español hablara mal de Franco, porque Franco para él era España en aquel momento.
No sé si me explico, pero creo que a muchos españoles eso nos pasa con el el Rey.
El tema me vino a la mente durante toda la tarde pero evité sacarlo a colación, me parecía poco placentero para la tarde del domingo, por otro lado se trata de un tema espinoso que puede dar lugar a disputas y enfrentamientos.
Recuerdo que estuve visitando Cuba en 1999, en el mes de enero, muy buen tiempo por cierto, una delicia.
Los cubanos despotricaban en privado contra Fidel, estaban hartos de malvivir, pero siempre añadían que antes de Fidel estaban mucho peor y que la Sanidad y la Educación con Fidel eran muy buenas y todos tenían acceso a ellas.
Por otro lado ellos podían hablar mal de Fidel, pero si tú apostillabas algo en el mismo sentido y les dabas la razón, ya no les gustaba tanto, es decir, tú no eres cubano luego no te metas en asuntos de nuestra nación, parecían querer decir con su actitud, y es que Fidel era imagen de su patria y por tanto algo sentido como muy propio y muy dentro sobre todo delante de extranjeros.
Recuerdo que con Franco le pasaba lo mismo a mi padre, despotricaba en privado pero cuando viajaba al extranjero nos contaba que no consentía que nadie no español hablara mal de Franco, porque Franco para él era España en aquel momento.
No sé si me explico, pero creo que a muchos españoles eso nos pasa con el el Rey.
Salvadas las distancias, claro, porque no debemos olvidar que el Rey no es un dictador sino todo lo contrario, es el principal artífice de que España hoy en día sea una democracia, gracias, en mi opinión, a su valía personal, buen hacer y sacrificio.
Nos sacó de una situación muy complicada y supo lograr el consenso entre todos, tan necesario.
De bien nacidos es ser agradecidos, ¿o no?
Pero continúo con la velada en casa de mis amigos el domingo por la tarde...
Mis amigos estaban rabiosos contra el Rey, pero su rabia, en lugar de encender aún más la mía, lo que hizo fue aplacarla, curioso, porque les contemplaba hablar, les escuchaba, y me parecía estar viéndome desde fuera, no os ha pasado nunca que cuando tratan de convenceros de algo en lo que ya creéis de antemano pierde fuerza vuestra convicción porque observáis mejor en otro la torpeza de los argumentos que en vosotros mismos, pues eso me pasó con ellos, salí de la visita menos convencido de lo que entré de mi furia contra el rey, me vi caricaturizado en su furia y se me desmoronaron en gran parte mis argumentos que yo creía tan firme y sólidamente sustentados.
Terrible, lograron en mí el propósito contrario al que buscaban, y es que la vehemencia difícilmente logra adhesiones, y el domingo fue un día de grandes vehemencias.
Salí de casa de mis amigos y en el largo trayecto de vuelta hasta mi casa me fui pensando en una frase que me gusta especialmente:
"Cuando peor me porto es cuando más te necesito"
Pensando en los pesares que últimamente ha venido teniendo el Rey, en su lógica pérdida progresiva de facultades, en la ingratitud que sentirá de la sociedad, en los problemas de España, que a buen seguro no creo que le sean en absoluto indiferentes, y en las vías de escape que en función de su cultura y educación tiene a su disposición.
"Cuando peor me porto es cuando más te necesito"
Me fui ronroneando esa frase hasta que llegué a mi casa y al abrir la puerta me salió a recibir el perrito, Lobi, Lobi dog, que cuando peor se porta es cuando más me necesita, seguro, y lo mismo me pasa a mí con él.
Quién esté libre de pecado que tire la primera piedra, aunque para mí y por mi gran amor a los animales, a la naturaleza, y a la vida en general, la foto de mi Rey empuñando una escopeta delante de un elefante muerto es algo terrible que me hubiera gustado no ver jamás.
el paseante
Dumbo y yo.
Es uno de los iconos de mi
infancia, el elefantito Dumbo, en la imagen está junto a su mamá, que le
quiere, le mima, le protege, y él es feliz junto a ella, tan tierno,
entrañable, adorable, pero las cosas se complican, por qué será que las
cosas siempre se complican, y le raptan para llevárselo a un circo donde
le maltratan, terrible, cuando eres niño también tienes que tragarte
estas historias tan crueles, tristes y despiadadas, menos mal que Dumbo,
no sin antes pasar por indecibles calamidades y crueldades, es
rescatado y vuelve a ser feliz, hasta donde recuerdo la historia era
algo así, lo que sucede es que con los años he ido aprendiendo que
después del sufrimiento la felicidad no es total ya nunca porque uno se
vuelve temeroso de que algo malo vuelva a suceder.
Dumbo y yo, menuda historia, Dumbo me hizo sufrir mucho, y la semana pasada ha vuelto el fantasma del sufrimiento de Dumbo a apoderarse de mi subconsciente, y he vuelto a sufrir por la mala vida del pobre elefantito, al verlo ya adulto muerto y apoyado de manera cruelmente burlesca con la trompa doblada contra el tronco de un árbol, colocado como si aún tuviera vida pero sin tenerla ya.
¡Menuda proeza!
Es como para estar orgulloso y hacerse una foto sonriendo delante del pobre animal muerto.
¿Y qué culpa tenía el pobre bicho para hacerle eso?
Todos mis fantasmas de la infancia han renacido la semana pasada, con Dumbo lloré mucho, y la semana pasada he vuelto a llorar con un llanto más desconsolado porque al Dumbo adulto muerto no lo resucita ni Walt Disney.
Ante todo el elefante, la indiferencia con él, su sufrimiento inútil, el atentado que supone contra una especie protegida y en peligro de extinción y la inconsciencia, la sonrisa frente a la catástrofe provocada.
Dumbo, el mítico Dumbo de mi infancia, que tan difícilmente fue rescatado de sus secuestradores, la semana pasada fue matado, y de la foto no me podré escapar ya nunca, me persigue por la red, me persigue por mi subconsciente, acecha pidiéndome con su muda crueldad infinita que haga algo, no sé bien qué, pero algo.
Me remueve la conciencia la imagen como echándome en cara mi pasividad y la de tantos otros que hacen que Dumbo acabe así.
Triste, solitario y final.
Pobre Dumbo.
Te han matado definitivamente en mi subconsciente, con tu muerte pierdo definitivamente toda la inocencia de la infancia, y no hay consuelo que valga.
el paseante
Dumbo y yo, menuda historia, Dumbo me hizo sufrir mucho, y la semana pasada ha vuelto el fantasma del sufrimiento de Dumbo a apoderarse de mi subconsciente, y he vuelto a sufrir por la mala vida del pobre elefantito, al verlo ya adulto muerto y apoyado de manera cruelmente burlesca con la trompa doblada contra el tronco de un árbol, colocado como si aún tuviera vida pero sin tenerla ya.
¡Menuda proeza!
Es como para estar orgulloso y hacerse una foto sonriendo delante del pobre animal muerto.
¿Y qué culpa tenía el pobre bicho para hacerle eso?
Todos mis fantasmas de la infancia han renacido la semana pasada, con Dumbo lloré mucho, y la semana pasada he vuelto a llorar con un llanto más desconsolado porque al Dumbo adulto muerto no lo resucita ni Walt Disney.
Ante todo el elefante, la indiferencia con él, su sufrimiento inútil, el atentado que supone contra una especie protegida y en peligro de extinción y la inconsciencia, la sonrisa frente a la catástrofe provocada.
Dumbo, el mítico Dumbo de mi infancia, que tan difícilmente fue rescatado de sus secuestradores, la semana pasada fue matado, y de la foto no me podré escapar ya nunca, me persigue por la red, me persigue por mi subconsciente, acecha pidiéndome con su muda crueldad infinita que haga algo, no sé bien qué, pero algo.
Me remueve la conciencia la imagen como echándome en cara mi pasividad y la de tantos otros que hacen que Dumbo acabe así.
Triste, solitario y final.
Pobre Dumbo.
Te han matado definitivamente en mi subconsciente, con tu muerte pierdo definitivamente toda la inocencia de la infancia, y no hay consuelo que valga.
el paseante
La República.
El mito de la caverna (República, VII)
El libro VII de la República comienza con la
exposición del conocido mito de la caverna, que utiliza Platón como
explicación alegórica de la situación en la que se encuentra el hombre
respecto al conocimiento, según la teoría explicada al final del libro
VI.
Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna, y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello, de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto, a lo largo del cual suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquellos sus maravillas.
- Ya lo veo-dijo.
- Pues bien, ve ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda clase de objetos, cuya altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o animales hechas de piedra y de madera y de toda clase de materias; entre estos portadores habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén callados.
- ¡Qué extraña escena describes -dijo- y qué extraños prisioneros!
- Iguales que nosotros-dije-, porque en primer lugar, ¿crees que los que están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está frente a ellos?
- ¿Cómo--dijo-, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas?
- ¿Y de los objetos transportados? ¿No habrán visto lo mismo?
- ¿Qué otra cosa van a ver?
- Y si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar refiriéndose a aquellas sombras que veían pasar ante ellos?
- Forzosamente.
- ¿Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? ¿Piensas que, cada vez que hablara alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo que hablaba era otra cosa sino la sombra que veían pasar?
- No, ¡por Zeus!- dijo.
- Entonces no hay duda-dije yo-de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que las sombras de los objetos fabricados.
- Es enteramente forzoso-dijo.
- Examina, pues -dije-, qué pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su ignorancia, y si, conforme a naturaleza, les ocurriera lo siguiente. Cuando uno de ellos fuera desatado y obligado a levantarse súbitamente y a volver el cuello y a andar y a mirar a la luz, y cuando, al hacer todo esto, sintiera dolor y, por causa de las chiribitas, no fuera capaz de ver aquellos objetos cuyas sombras veía antes, ¿qué crees que contestaría si le dijera d alguien que antes no veía más que sombras inanes y que es ahora cuando, hallándose más cerca de la realidad y vuelto de cara a objetos más reales, goza de una visión más verdadera, y si fuera mostrándole los objetos que pasan y obligándole a contestar a sus preguntas acerca de qué es cada uno de ellos? ¿No crees que estaría perplejo y que lo que antes había contemplado le parecería más verdadero que lo que entonces se le mostraba?
- Mucho más-dijo.
II. -Y si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, ¿no crees que le dolerían los ojos y que se escaparía, volviéndose hacia aquellos objetos que puede contemplar, y que consideraría qué éstos, son realmente más claros que los que le muestra .?
- Así es -dijo.
- Y si se lo llevaran de allí a la fuerza--dije-, obligándole a recorrer la áspera y escarpada subida, y no le dejaran antes de haberle arrastrado hasta la luz del sol, ¿no crees que sufriría y llevaría a mal el ser arrastrado, y que, una vez llegado a la luz, tendría los ojos tan llenos de ella que no sería capaz de ver ni una sola de las cosas a las que ahora llamamos verdaderas?
- No, no sería capaz -dijo-, al menos por el momento.
- Necesitaría acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba. Lo que vería más fácilmente serían, ante todo, las sombras; luego, las imágenes de hombres y de otros objetos reflejados en las aguas, y más tarde, los objetos mismos. Y después de esto le sería más fácil el contemplar de noche las cosas del cielo y el cielo mismo, fijando su vista en la luz de las estrellas y la luna, que el ver de día el sol y lo que le es propio.
- ¿Cómo no?
- Y por último, creo yo, sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las aguas ni en otro lugar ajeno a él, sino el propio sol en su propio dominio y tal cual es en sí mismo, lo que. él estaría en condiciones de mirar y contemplar.
- Necesariamente -dijo.
- Y después de esto, colegiría ya con respecto al sol que es él quien produce las estaciones y los años y gobierna todo lo de la región visible, y que es, en cierto modo, el autor de todas aquellas cosas que ellos veían.
- Es evidente -dijo- que después de aquello vendría a pensar en eso otro.
- ¿Y qué? Cuando se acordara de su anterior habitación y de la ciencia de allí y de sus antiguos compañeros de cárcel, ¿no crees que se consideraría feliz por haber cambiado y que les compadecería a ellos?
- Efectivamente.
- Y si hubiese habido entre ellos algunos honores o alabanzas o recompensas que concedieran los unos a aquellos otros que, por discernir con mayor penetración las sombras que pasaban y acordarse mejor de cuáles de entre ellas eran las que solían pasar delante o detrás o junto con otras, fuesen más capaces que nadie de profetizar, basados en ello, lo que iba a suceder, ¿crees que sentiría aquél nostalgia de estas cosas o que envidiaría a quienes gozaran de honores y poderes entre aquellos, o bien que le ocurriría lo de Homero, es decir, que preferiría decididamente "trabajar la tierra al servicio de otro hombre sin patrimonio" o sufrir cualquier otro destino antes que vivir en aquel mundo de lo opinable?
- Eso es lo que creo yo -dijo -: que preferiría cualquier otro destino antes que aquella vida.
- Ahora fíjate en esto -dije-: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento, ¿no crees que se le llenarían los ojos de tinieblas, como a quien deja súbitamente la luz del sol?
- Ciertamente -dijo.
- Y si tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido constantemente encadenados, opinando acerca de las sombras aquellas que, por no habérsele asentado todavía los ojos, ve con dificultad -y no sería muy corto el tiempo que necesitara para acostumbrarse-, ¿no daría que reír y no se diría de él que, por haber subido arriba, ha vuelto con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aun de intentar una semejante ascensión? ¿Y no matarían; si encontraban manera de echarle mano y matarle, a quien intentara desatarles y hacerles subir?.
- Claro que sí -dijo.
III. -Pues bien -dije-, esta imagen hay que aplicarla toda ella, ¡oh amigo Glaucón!, a lo que se ha dicho antes; hay que comparar la región revelada por medio de la vista con la vivienda-prisión, y la luz del fuego que hay en ella, con el poder del. sol. En cuanto a la subida al mundo de arriba y a la contemplación de las cosas de éste, si las comparas con la ascensión del alma hasta la. región inteligible no errarás con respecto a mi vislumbre, que es lo que tú deseas conocer, y que sólo la divinidad sabe si por acaso está en lo cierto. En fin, he aquí lo que a mí me parece: en el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del bien, pero, una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas; que, mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al soberano de ésta, en el inteligible es ella la soberana y productora de verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública.
- También yo estoy de acuerdo -dijo-, en el grado en que puedo estarlo.
Según la versión de J.M. Pabón y M. Fernández Galiano, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1981 (3ª edición)
El mito de la caverna
I - Y a continuación -seguí-, compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza.Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna, y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello, de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto, a lo largo del cual suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquellos sus maravillas.
- Ya lo veo-dijo.
- Pues bien, ve ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda clase de objetos, cuya altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o animales hechas de piedra y de madera y de toda clase de materias; entre estos portadores habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén callados.
- ¡Qué extraña escena describes -dijo- y qué extraños prisioneros!
- Iguales que nosotros-dije-, porque en primer lugar, ¿crees que los que están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está frente a ellos?
- ¿Cómo--dijo-, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas?
- ¿Y de los objetos transportados? ¿No habrán visto lo mismo?
- ¿Qué otra cosa van a ver?
- Y si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar refiriéndose a aquellas sombras que veían pasar ante ellos?
- Forzosamente.
- ¿Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? ¿Piensas que, cada vez que hablara alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo que hablaba era otra cosa sino la sombra que veían pasar?
- No, ¡por Zeus!- dijo.
- Entonces no hay duda-dije yo-de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que las sombras de los objetos fabricados.
- Es enteramente forzoso-dijo.
- Examina, pues -dije-, qué pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su ignorancia, y si, conforme a naturaleza, les ocurriera lo siguiente. Cuando uno de ellos fuera desatado y obligado a levantarse súbitamente y a volver el cuello y a andar y a mirar a la luz, y cuando, al hacer todo esto, sintiera dolor y, por causa de las chiribitas, no fuera capaz de ver aquellos objetos cuyas sombras veía antes, ¿qué crees que contestaría si le dijera d alguien que antes no veía más que sombras inanes y que es ahora cuando, hallándose más cerca de la realidad y vuelto de cara a objetos más reales, goza de una visión más verdadera, y si fuera mostrándole los objetos que pasan y obligándole a contestar a sus preguntas acerca de qué es cada uno de ellos? ¿No crees que estaría perplejo y que lo que antes había contemplado le parecería más verdadero que lo que entonces se le mostraba?
- Mucho más-dijo.
II. -Y si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, ¿no crees que le dolerían los ojos y que se escaparía, volviéndose hacia aquellos objetos que puede contemplar, y que consideraría qué éstos, son realmente más claros que los que le muestra .?
- Así es -dijo.
- Y si se lo llevaran de allí a la fuerza--dije-, obligándole a recorrer la áspera y escarpada subida, y no le dejaran antes de haberle arrastrado hasta la luz del sol, ¿no crees que sufriría y llevaría a mal el ser arrastrado, y que, una vez llegado a la luz, tendría los ojos tan llenos de ella que no sería capaz de ver ni una sola de las cosas a las que ahora llamamos verdaderas?
- No, no sería capaz -dijo-, al menos por el momento.
- Necesitaría acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba. Lo que vería más fácilmente serían, ante todo, las sombras; luego, las imágenes de hombres y de otros objetos reflejados en las aguas, y más tarde, los objetos mismos. Y después de esto le sería más fácil el contemplar de noche las cosas del cielo y el cielo mismo, fijando su vista en la luz de las estrellas y la luna, que el ver de día el sol y lo que le es propio.
- ¿Cómo no?
- Y por último, creo yo, sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las aguas ni en otro lugar ajeno a él, sino el propio sol en su propio dominio y tal cual es en sí mismo, lo que. él estaría en condiciones de mirar y contemplar.
- Necesariamente -dijo.
- Y después de esto, colegiría ya con respecto al sol que es él quien produce las estaciones y los años y gobierna todo lo de la región visible, y que es, en cierto modo, el autor de todas aquellas cosas que ellos veían.
- Es evidente -dijo- que después de aquello vendría a pensar en eso otro.
- ¿Y qué? Cuando se acordara de su anterior habitación y de la ciencia de allí y de sus antiguos compañeros de cárcel, ¿no crees que se consideraría feliz por haber cambiado y que les compadecería a ellos?
- Efectivamente.
- Y si hubiese habido entre ellos algunos honores o alabanzas o recompensas que concedieran los unos a aquellos otros que, por discernir con mayor penetración las sombras que pasaban y acordarse mejor de cuáles de entre ellas eran las que solían pasar delante o detrás o junto con otras, fuesen más capaces que nadie de profetizar, basados en ello, lo que iba a suceder, ¿crees que sentiría aquél nostalgia de estas cosas o que envidiaría a quienes gozaran de honores y poderes entre aquellos, o bien que le ocurriría lo de Homero, es decir, que preferiría decididamente "trabajar la tierra al servicio de otro hombre sin patrimonio" o sufrir cualquier otro destino antes que vivir en aquel mundo de lo opinable?
- Eso es lo que creo yo -dijo -: que preferiría cualquier otro destino antes que aquella vida.
- Ahora fíjate en esto -dije-: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento, ¿no crees que se le llenarían los ojos de tinieblas, como a quien deja súbitamente la luz del sol?
- Ciertamente -dijo.
- Y si tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido constantemente encadenados, opinando acerca de las sombras aquellas que, por no habérsele asentado todavía los ojos, ve con dificultad -y no sería muy corto el tiempo que necesitara para acostumbrarse-, ¿no daría que reír y no se diría de él que, por haber subido arriba, ha vuelto con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aun de intentar una semejante ascensión? ¿Y no matarían; si encontraban manera de echarle mano y matarle, a quien intentara desatarles y hacerles subir?.
- Claro que sí -dijo.
III. -Pues bien -dije-, esta imagen hay que aplicarla toda ella, ¡oh amigo Glaucón!, a lo que se ha dicho antes; hay que comparar la región revelada por medio de la vista con la vivienda-prisión, y la luz del fuego que hay en ella, con el poder del. sol. En cuanto a la subida al mundo de arriba y a la contemplación de las cosas de éste, si las comparas con la ascensión del alma hasta la. región inteligible no errarás con respecto a mi vislumbre, que es lo que tú deseas conocer, y que sólo la divinidad sabe si por acaso está en lo cierto. En fin, he aquí lo que a mí me parece: en el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del bien, pero, una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas; que, mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al soberano de ésta, en el inteligible es ella la soberana y productora de verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública.
- También yo estoy de acuerdo -dijo-, en el grado en que puedo estarlo.
Según la versión de J.M. Pabón y M. Fernández Galiano, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1981 (3ª edición)
Es una
de las películas favoritas de mi infancia, me ha venido a la mente en
esta semana, curioso, era de las películas que ponían en las vacaciones
de navidad en Especial vacaciones, en aquellos lejanos tiempos de mi
infancia la televisión terminaba después de comer y volvía a comenzar
como a las siete de la tarde, eso recuerdo, yo, y había Carta de ajuste,
¿os acordáis?, bueno, pues en navidades, con motivo de las vacaciones
escolares, a los niños nos ponían películas y no cortaban la
programación por la tarde, aún recuerdo la melodía que anunciaba
Especial vacaciones, taraninonino taraninonino taraninininono, preciosa,
sonaba de fondo mientras en pantalla se veía un cartón que ponía eso,
Especial vacaciones, aquélla era una televisión simple y muy buena, no
como ahora que es complicada y malísima, en fin, cualquier tiempo pasado
fue mejor, está claro, al menos para mí.
Pero no es que cualquier
tiempo pasado fuera mejor, es que realmente fue mejor, y si no basta con
volver la vista atrás y contemplar la semana pasada.
Volviendo
al tema, la pobre Liz Taylor se casa con un terrateniente de Ceylán que
conoce en una librería de Londres, muy romántico, y se va a vivir a
Ceylán, lógico, hasta aquí todo bien, pero el marido no la había
informado de que la casa, futuro nido de amor de la pareja, estaba
construida sobre la senda de los elefantes, casi nada, por lo visto son
animales muy testarudos según la película, y siempre quieren volver por
la senda y destruir la casa, cosa que al final hacen en una escena que
parece como una venganza premonitoria de la noticia estrella de la
semana pasada en este país llamado España.
Pobre Liz!
Triste y
sola, triste y llorosa, primero, y en estado de pánico y de shock
después con los elefantes entrando hasta su tocador, se queda la pobre
Liz.
Entretanto medio se enamora de un amigo del marido que
"la comprende" mejor que el marido.
A destacar la figura del
mayordomo, todo un personaje, y el romanticismo de una Liz Taylor como
de porcelana, frágil, delicada, bella, femenina, poética.
Frente a
ella la rudeza de un mundo cruel, el de los hombres, encabezados por su
marido, que se enfrenta a la naturaleza por capricho, soberbia,
simpleza.
El hombre siempre tan insensible con las otras criaturas
que pueblan la tierra, con la naturaleza, con el hábitat, tan
irrespetuoso con la vida, bueno, el hombre en general no, algunos
hombres en particular, o como quiera denominárseles...
el
paseante
lunes, 16 de abril de 2012
Hecho unos zorros.
El país hecho unos zorros y va el Rey y caza un elefante.
Y, encima, se rompe -el Rey-cual delantero centro en plena faena. Lo
rescataron, como si fuera un país a la deriva, y lo operaron de
urgencia, como si tuviera la prima de riesgo por las nubes. Pero
Majestad, si es que no está usted ya para estos trotes... Alguien
debería decírselo: no ha hecho usted bien. Es verdad que nadie se
hubiera enterado si no llega a caerse, pero eso de cazar elefantes en
Botsuana con su nieto ingresado precisamente por un disparo, y durante
la peor semana bursátil del año no crea que genera confianza en la
Monarquía. Ni cariño hacia quien la representa.
Y no solo por parte de los defensores de la vida de los animales. Que esos elefantes son enormes, pero no hacen nada, hombre; y además matarlos es carísimo, lo pague quien lo pague, no sé si me entiende. Es ya una cuestión general: los ciudadanos se están hartando un poco de todo. De niños de 13 años que se hieren con armas que no pueden utilizar, de divorcios reales con "estaba con su padre" como contra-argumento al auto-disparo, de Urdangas que sacuden los cimientos de una institución que pagamos entre todos.
¿Y no se puede votar para que el Rey no siga siendo rey?, me pregunta, tras ver la foto del elefante, mi hija mayor. No, le contesto. Pues ¡qué morro! ¿Y quién fue el primero que se inventó lo de ser rey?, me pregunta, fascinada, la mediana. ¡Esto no es justo!, protesta la pequeña, indignada ante el gigantón abatido junto a un árbol. Pues no, no lo es, pero nadie dijo que el mundo fuera un lugar razonable, pensé contestarle, antes de cambiar hacia una conversación más adecuada a sus infantiles intereses.
Las despisto como puedo y consulto mi Twitter, que se encoleriza ante “el colmillo que ha colmado el vaso en el annus horribilis” de los Borbones.
El diario neoyorquino insinúa que podemos ser nosotros los siguientes. Es verdad: eso ya lo sabíamos. Que nos rescaten –como al Rey- es una opción que cobra credibilidad a medida que pasan los días. Pero la sensación ahora resulta bastante menos digerible: lo dice el mejor periódico del planeta. Aunque se trate del más creíble de todos los medios de comunicación y de opinión del mundo, no todos lo creen. Rajoy, por ejemplo, niega la mayor: no nos rescatarán; no hará falta. Y lo asegura con toda la contundencia posible, con la máxima que es capaz de generar su discurso desapasionado y confiado, en ocasiones ingenuo. Y, quizá por eso, o por eso también, suena a cuando un presidente de un club de fútbol defiende a un "míster" tremendamente cuestionado: "Les aseguro que seguirá siendo el entrenador hasta final de temporada pase lo que pase"; eso también lo hemos oído mil veces, solo unos minutos, o unos días, antes de una destitución.
El gran problema, esta vez, es que estamos a un pequeño desliz del descenso. Y no a la división de plata, hacia un castigo menor. No, no es eso. Esta vez se trata del infierno, y no, exactamente, de aquel que hasta fue divertido, ése en el que que vivió el Atleti un par de temporadas. En este, en el que vaticina el Times que nos podemos precipitar, no se está bien, y<
del Estado lejos muy>al que tan estupendamente nos habíamos
acostumbrado.
Qué mal va todo, debe de pensar nuestro monarca, angustiado, absorto en sus afligidos y lejanos recuerdos de disparos accidentales y en otros igualmente desconsolados y no tan lejanos de yernos que, con su cuestionable comportamiento, resquebrajan monarquías. No extraña tanto que, aturdido, se caiga y se destroce la cadera.
Majestad, a su edad, conviene no forzar lo de los viajes a África para matar animales. Ah, y recuerde lo de dar ejemplo: no está el país para cacerías, ni los nietos para enseñarles lo que es disparar a otros seres vivos.
Monti dice que él no ha sido, y así se lo ha dicho a Rajoy. Pero Rajoy no escucha. ¿Pactos? No: yo solo lo arreglo. Tengo la legitimidad. Sé hacia donde voy.
Ojalá.
Quizá sepa Mariano a dónde va pero, desde luego, no sabe contarlo, y quizá por eso parece que ha perdido el rumbo. También parece claro que prefiere ir solo en vez de acompañado de un gran acuerdo parlamentario. Lástima que desconoce, por lo que se deduce de sus actos, que no es momento para héroes, ni para hazañas. Más bien, para el trabajo en equipo, el hombro bien arrimado a la causa común y el ego personal sometido al más férreo control, evitando que se desmande.
También debería controlar nuestro presidente a su gente. No deberíamos escuchar refrescantes propuestas de la presidenta madrileña que modificarían la Constitución si su jefe ni siquiera se digna a planteárselas.
Sorprende, también, el secretario de Estado para el Comercio, cuyo cometido seguro que no es levantar la moral de la patria. "España estaría muerta sin el BCE", afirmó. No sé si las palabras de García-Legaz constituyen un valioso ejercicio de sinceridad o uno de extrema locura; o ambas cosas. Mientras, Sor María dice que ella, desde luego, no ha sido, como Monti. Qué singular resulta observar a una monja ante un juez, en condición de imputada, y encima negándose a declarar. Bueno, la Iglesia y sus siervos, los que la sostienen, nunca han sido muy de dejarse avasallar por la legalidad.
Así andan, claro, de prepotentes en algunas ocasiones, secuestren o no a los recién nacidos. Ojalá, esta vez, el deseo navideño de nuestro fracturado Rey se cumpla en esta fría primavera y seamos todos, efectivamente, iguales ante la Ley.
Somos un país (más) pobre, como dice Eduardo Mendoza, aunque me resisto a admitir que también somos cutres, como asegura el escritor. Pero como esto siga así, con los marcadores económicos augurando más cercana -bum bum, bum bum- la debacle que soñamos con evitar, con nuestro Rey cazando elefantes mientras seguimos hechos unos zorros y con nuestro presidente queriendo convertirse en el John Wayne de la Moncloa, igual hay que irse a Pernambuco. Bueno, mejor no, que si tienes mala suerte acabas en un sandwich.
Y no solo por parte de los defensores de la vida de los animales. Que esos elefantes son enormes, pero no hacen nada, hombre; y además matarlos es carísimo, lo pague quien lo pague, no sé si me entiende. Es ya una cuestión general: los ciudadanos se están hartando un poco de todo. De niños de 13 años que se hieren con armas que no pueden utilizar, de divorcios reales con "estaba con su padre" como contra-argumento al auto-disparo, de Urdangas que sacuden los cimientos de una institución que pagamos entre todos.
¿Y no se puede votar para que el Rey no siga siendo rey?, me pregunta, tras ver la foto del elefante, mi hija mayor. No, le contesto. Pues ¡qué morro! ¿Y quién fue el primero que se inventó lo de ser rey?, me pregunta, fascinada, la mediana. ¡Esto no es justo!, protesta la pequeña, indignada ante el gigantón abatido junto a un árbol. Pues no, no lo es, pero nadie dijo que el mundo fuera un lugar razonable, pensé contestarle, antes de cambiar hacia una conversación más adecuada a sus infantiles intereses.
Las despisto como puedo y consulto mi Twitter, que se encoleriza ante “el colmillo que ha colmado el vaso en el annus horribilis” de los Borbones.
¿Los siguientes?
Cuando estudiaba periodismo en Madrid, 'The New York Times' era la Biblia, pero en serio. Cuando seguí estudiando periodismo en Estados Unidos, aprendí que "si lo dice el Times, ha ocurrido; y si no lo ha hecho aún, ocurrirá", como explicaba uno de mis maestros de Wisconsin.El diario neoyorquino insinúa que podemos ser nosotros los siguientes. Es verdad: eso ya lo sabíamos. Que nos rescaten –como al Rey- es una opción que cobra credibilidad a medida que pasan los días. Pero la sensación ahora resulta bastante menos digerible: lo dice el mejor periódico del planeta. Aunque se trate del más creíble de todos los medios de comunicación y de opinión del mundo, no todos lo creen. Rajoy, por ejemplo, niega la mayor: no nos rescatarán; no hará falta. Y lo asegura con toda la contundencia posible, con la máxima que es capaz de generar su discurso desapasionado y confiado, en ocasiones ingenuo. Y, quizá por eso, o por eso también, suena a cuando un presidente de un club de fútbol defiende a un "míster" tremendamente cuestionado: "Les aseguro que seguirá siendo el entrenador hasta final de temporada pase lo que pase"; eso también lo hemos oído mil veces, solo unos minutos, o unos días, antes de una destitución.
El gran problema, esta vez, es que estamos a un pequeño desliz del descenso. Y no a la división de plata, hacia un castigo menor. No, no es eso. Esta vez se trata del infierno, y no, exactamente, de aquel que hasta fue divertido, ése en el que que vivió el Atleti un par de temporadas. En este, en el que vaticina el Times que nos podemos precipitar, no se está bien, y
Dar ejemplo
Y es que en medio de esta semana tan compleja, la más negra del año si la juzgamos desde la perspectiva de los inversores en Bolsa, va Froilán y se pega un tiro. Menos mal que en el pie. Cualquier mal pensado podría especular que una situación tan esperpéntica solo puede responder a una (brillante) maniobra de despiste para que los ciudadanos no veamos con la claridad necesaria que el país está, efectivamente, como unos zorros. Para que nos olvidemos de Kirchner y de su amenaza de expropiar Repsol. Para que dejemos a don Iñaki en paz, al menos unos días, aunque el juez siga descubriéndole, otra vez esta semana, cuentas en el exterior.Qué mal va todo, debe de pensar nuestro monarca, angustiado, absorto en sus afligidos y lejanos recuerdos de disparos accidentales y en otros igualmente desconsolados y no tan lejanos de yernos que, con su cuestionable comportamiento, resquebrajan monarquías. No extraña tanto que, aturdido, se caiga y se destroce la cadera.
Majestad, a su edad, conviene no forzar lo de los viajes a África para matar animales. Ah, y recuerde lo de dar ejemplo: no está el país para cacerías, ni los nietos para enseñarles lo que es disparar a otros seres vivos.
Yo solo
La Bolsa baja y la prima de riesgo sube. Esto ya lo he escrito, creo que de forma idéntica, algún otro domingo. Pero es que insisten, tanto la desconfianza contra la que nos prometió luchar el PP, como los supuestos especuladores que quieren hacernos daño. ¿Cuánto podrán bajar la una y subir la otra sin que nos despidan? ¿Cuánto puede aguantar un país con su prima de riesgo por encima de los valores de rescate y con su índice bursátil descendiendo un 4 por ciento a la semana, al menos la última? No lo sabemos, pero probablemente acabaremos sabiéndolo.Monti dice que él no ha sido, y así se lo ha dicho a Rajoy. Pero Rajoy no escucha. ¿Pactos? No: yo solo lo arreglo. Tengo la legitimidad. Sé hacia donde voy.
Ojalá.
Quizá sepa Mariano a dónde va pero, desde luego, no sabe contarlo, y quizá por eso parece que ha perdido el rumbo. También parece claro que prefiere ir solo en vez de acompañado de un gran acuerdo parlamentario. Lástima que desconoce, por lo que se deduce de sus actos, que no es momento para héroes, ni para hazañas. Más bien, para el trabajo en equipo, el hombro bien arrimado a la causa común y el ego personal sometido al más férreo control, evitando que se desmande.
También debería controlar nuestro presidente a su gente. No deberíamos escuchar refrescantes propuestas de la presidenta madrileña que modificarían la Constitución si su jefe ni siquiera se digna a planteárselas.
Sorprende, también, el secretario de Estado para el Comercio, cuyo cometido seguro que no es levantar la moral de la patria. "España estaría muerta sin el BCE", afirmó. No sé si las palabras de García-Legaz constituyen un valioso ejercicio de sinceridad o uno de extrema locura; o ambas cosas. Mientras, Sor María dice que ella, desde luego, no ha sido, como Monti. Qué singular resulta observar a una monja ante un juez, en condición de imputada, y encima negándose a declarar. Bueno, la Iglesia y sus siervos, los que la sostienen, nunca han sido muy de dejarse avasallar por la legalidad.
Así andan, claro, de prepotentes en algunas ocasiones, secuestren o no a los recién nacidos. Ojalá, esta vez, el deseo navideño de nuestro fracturado Rey se cumpla en esta fría primavera y seamos todos, efectivamente, iguales ante la Ley.
Somos un país (más) pobre, como dice Eduardo Mendoza, aunque me resisto a admitir que también somos cutres, como asegura el escritor. Pero como esto siga así, con los marcadores económicos augurando más cercana -bum bum, bum bum- la debacle que soñamos con evitar, con nuestro Rey cazando elefantes mientras seguimos hechos unos zorros y con nuestro presidente queriendo convertirse en el John Wayne de la Moncloa, igual hay que irse a Pernambuco. Bueno, mejor no, que si tienes mala suerte acabas en un sandwich.
Aún tengo la vida!!!!!!!! (repetición).
Para la libertad sangro, lucho y pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho. Dan espumas mis venas
y entro en los hospitales y entro en los algodones
como en las azucenas.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño,
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño
y aún tengo la vida.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho. Dan espumas mis venas
y entro en los hospitales y entro en los algodones
como en las azucenas.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño,
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño
y aún tengo la vida.
Miguel Hernández.
La serpiente boa.
Antoine de Saint-
Exupèry
"El Principito"
Con ilustraciones del Autor
"El Principito"
Con ilustraciones del Autor
I
Cuando tenía seis años, vi una vez un extraordinario dibujo en
un libro que trataba sobre el Bosque Virgen, llamado "Historias
Vividas". La lámina expresaba nada menos que una serpiente boa
tragándose a una fiera. Aquí tenemos la copia del dibujo.
El
libro decía: "Las serpientes boas capturan a sus presas y las tragan
enteras, sin masticarlas. Esto, no les permite moverse y duermen
durante los seis largos meses en que transcurre la digestión." Es
entonces que pensé mucho sobre las aventuras de la selva y un buen día,
tomé un lápiz de color y logré mi dibujo número 1. Era así:
Decidí mostrar mi primera obra
maestra a la gente grande, y pregunté si mi dibujo les asustaba.
-"Por
qué nos asustaría un sombrero?"-, me respondían.
Pero
mi dibujo, no representaba en verdad a un sombrero. Expresaba una
serpiente boa que había tragado a un elefante.
Decidí
entonces dibujar el interior de la serpiente boa a fin de que los
adultos comprendieran, ya que siempre necesitan explicaciones. Así
quedó logrado mi dibujo número 2:
Me aconsejaron las personas
grandes, que abandonara estos dibujos de serpientes boas cerradas o
abiertas y me dedicara un poco más a la geografía, la historia, el
cálculo y la gramática.
De este modo abandoné a la edad
de seis años lo que pudo haber sido una brillante carrera de pintor. Me
encontraba decepcionado a raíz del fracaso de mis dos primeros
dibujos. Insisto en que las personas grandes no comprenden nada por sí
mismas y es cansador para nosotros, los niños, darles siempre y siempre
explicaciones.
Consideré que debía elegir otra ocupación y
aprendí a pilotear aviones, volando así por innúmeros lugares del mundo.
Reconozco que la geografía me sirvió de mucho. Al instante podía
distinguir China de Arizona; esto es muy útil si uno llega a perderse
durante la noche.
Debo decir, que así fue como a lo largo de mi
vida, tomé contacto con muchísima gente seria. He vivido mucho con
personas grandes, viéndolas muy de cerca. Aún así, no mejoré en demasía
mi opinión acerca de los adultos.
Cuando encontraba alguna persona grande que me
parecía algo lúcida, realizaba la prueba de mi dibujo número 1 que
siempre he conservado y conservo aún. Me interesaba saber si
verdaderamente comprendería mi dibujo. Sin embargo, siempre me
respondían: "Es un sombrero". Desde ya que no les hablaba entonces de
serpientes boas, ni de bosques vírgenes, ni de estrellas. Me ponía a su
alcance, hablándoles de bridge, de golf, de política y de corbatas.
Así es como se quedaban conformes por haber conocido a un hombre tan
razonable.
Vaya semanita!!!!!
CÓMO SE DIBUJA UN ELEFANTE
¡VAMOS A
EMPEZAR!
EL ELEFANTE
ES MUY INTERESANTE
PARA
DIBUJAR.
SU CUERPO ES UN CORPACHÓN,
TAMAÑO DE CAMIÓN;
GRANDES LAS
PATAS Y OREJAS,
CUATRO PELOS
EN LAS CEJAS.
LA TROMPA,
¡QUÉ TROMPAZO!
(UN ELEFANTE
SIN TROMPA
ES COMO UNA TRENZA SIN LAZO).
DESCOMUNALES COLMILLOS,
CURVADOS COMO
CUCHILLOS.
TODO ES
GRANDE (AL FIN Y AL CABO
TAN SOLO
TIENE PEQUEÑOS
LOS OJOS Y EL
RABO).
ARRUGAS EN EL PELLEJO
-AUNQUE NO ES VIEJO-,
EL ELEFANTE
ELEGANTE,
MÚSICO
BRILLANTE,
TOCA LA
TROMPA
AL INSTANTE.
EL ELEGANTE ELEFANTE,
LENTO Y
CAMPANTE,
YA ESTÁ DIBUJADO.
EL ELEGANTE ELEFANTE
TOCA LA
TROMPA AL INSTANTE.
¡SOLO LE
FALTA QUE CANTE!
¡EL ELEFANTE!
(GLORIA FUERTES)
|
Muchos son ( o somos ) los españoles que tenemos algún inmueble, cuenta, o interés económico fuera de España.
Siempre que viajo en avión a cualquier país extranjero fuera de la CE, me hago la misma pregunta...¿cuál de los pasajeros viene forrado de billetes para invertirlos en otros lugares del planeta?. Y les observo fijamente para confirmar mi intuición sobre determinados pasajeros, que no pueden ocultar que llevan consigo un montón de euros .
En una ocasión hice amistad en pleno vuelo con un matrimonio que viajaba a Marrakech. Venían desde Valladolid, por cierto. Al comentarles que yo conocía sobradamente esa ciudad y casi todo el país de Marruecos, desde muchos puntos de vista, se ganaron mi confianza apenas despegó el avión. Me contaron que habían comprado cuatro casas en los últimos dos meses, relatándome toda clase de detalles. Los dos eran profesores y el dinero que sacaron para comprar las casas provenía de una herencia de la madre de Paloma, así se llamaba la mujer de Miguel, yo les llamaba la parejita de Valladolid. Miguel y Paloma no tenían el perfil de los grandes defraudadores. El único problema de la parejita de Valladolid es que habían heredado dinero negro de la madre de Paloma, y ese dinero no lo podían meter en un banco ni comprar ningún inmueble en España, so pena de quedarse sin nada de la herencia. Así que a base de mirar y mirar en internet, se decidieron por esa opción de invertir en Marrakech, y acertaron. En cuatro años multiplicaron por dos el capital invertido en ese país. Pero claro, el dinero invertido más los beneficios no podían volver a Valladolid si no era arriesgando al pasar las aduanas, cada vez más controladas desde que empezó la crisis. La faja que llevaba Paloma para esconder su dinero en los viajes a Marrakech ya no daba más de sí. Y este asunto les tenia preocupados.....hasta que por fin llego el Sr. Montoro y lo anuncio en la televisión… por fin la amnistía fiscal!!! Paloma y Miguel lo celebraron con champagne francés del caro y están muy contentos de la decisión de Rajoy.
Al fin podrán reformar su casa y contar con unos ahorros para sobrellevar los recortes a los funcionarios, ambos de la enseñanza. Enhorabuena parejita !!!!!.... os tocó la lotería por fin !!!! Ya puedes tirar la faja que tantos nervios te hizo pasar en Barajas, querida Paloma.
No obstante la mayoría de los defraudadores o evasores de capital no tienen el perfil de Paloma y Miguel. Un número muy importante proviene de la corrupción que nos rodea por todas partes, la de los políticos, empresarios, realeza, administraciones, traficantes de drogas y armas,.... etc, etc. Y el resto proviene de profesionales y empresarios que apuestan por enviar al extranjero parte de sus ganancias para tributar menos al fisco de España.
Para todos ellos mi más sincera felicitación, por haberse arriesgado a una millonaria multa o tal vez la cárcel, y al final nada de nada.... a seguir con el dinero defraudado, eso sí, con una propina del 10% que entregarán al Sr. Montoro con sumo gusto. Gracias Rajoy!!!
Eso sí que es seguro....que los capitales no regresarán a España, seguirán descansando en otros lugares del Planeta, más seguros, menos corruptos, más fiables, y además ahora con las bendiciones del Presidente.
El amigo Julio
(millonario)
La reina de las amazonas. Contrasemblanza.
Pues
esta parece la reina de las Amazonas, como que en cualquier momento
puede partirle la cara a cualquiera, una tia echá palante como suele
decirse, ¿es así o no?
Es así, ésa era la idea.
¿Y los pelos
en las axilas? ¿No se las depila?
No son pelos en las axilas es
el pelo de la melena que cae por detrás.
Pues se ve raro.
Vale, ¿algo
más?
Sí, claro, por supuesto, te pregunto: ¿por qué la has dibujado
totalmente desnuda? ¿la has visto así alguna vez?
Pues no, no
la he visto desnuda nunca, y la he pintado así no sé bien por qué, me
salió sin más.
Pero dibujaste hasta el pubis.
Sí.
¿Y los puños
cerrados?
Es muy enérgica.
Me gusta su mirada, ¿la tiene así realmente?
Tal cual.
Se ve muy
franca, directa, sincera.
Lo es.
¿Se depila las cejas?
Creo que sí.
Resulta
guapa.
Bueno, te diré, ha salido en la caricatura más guapa de lo que
es en realidad, ella no es guapa, es interesante.
¿Es joven?
Ya no,
mediana edad.
¿Y eso qué edad es?
Deja ya tanta pregunta por
favor, se ve joven porque es joven de espíritu.
¡Qué bonito
paseante!
Pues sí.
¿Y es bella interiormente también?
Pues sí.
Pues vaya
contrasemblanza, ¿cuál es su lado oscuro?
No tiene, ella es tal cual, su
principal virtud es haber integrado sus dos lados en uno y mostrarse tal
cual es a los demás.
Muy bueno, a ésta le va a gustar su
contrasemblanza, te lo digo yo, la has puesto muy bien, mejor que a los
otros.
No te pases de listo.
el
paseante
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